Urkullu mima su coalición con los socialistas, da margen a Sánchez y explora un diálogo “discreto” con la oposición
El lehendakari, Iñigo Urkullu, diagnostica que “la salud del Gobierno vasco es excelente” y se ha mostrado “encantado” con cómo está funcionando la coalición con el PSE–EE ahora que se cumple el primer año de la segunda legislatura de Ejecutivo compartido. Incluso se ha permitido bromear con que es tan rocosa la alianza que está “libre de afección” de COVID-19. Con este mensaje de unidad –y orillando los posibles puntos de discrepancia en materia identitaria al subrayar que cualquier modificación estatutaria ha de ser acordada en el Parlamento Vasco y con el Estado– ha querido dar arranque al nuevo curso político, el del regreso a la “normalidad” al menos en materia económica y el del pretendido impulso para una “transformación” del país después de la pandemia.
Urkullu ha pronunciado estas palabras en el Palacio de Miramar, escenario habitual del primer Consejo de Gobierno del nuevo año político. Las han escuchado, sentados en las dos primeras filas del auditorio, todos sus consejeros, incluidos la vicelehendakari segunda, Idoia Mendia, el responsable de Política Territorial, Vivienda y Transportes, Iñaki Arriola, y el titular de Turismo, Comercio y Consumo, Javier Hurtado, la parte socialista del gabinete que salió reforzada tras una primera legislatura con carteras de menor peso y menor disponibilidad presupuestaria (4% frente al 15% actual, aproximadamente). En estos 12 meses, también el PSE-EE ha cerrado filas con el PNV, singularmente en dos momentos, con la demanda conjunta de traspaso de la gestión del Ingreso Mínimo Vital (IMV) frente al ministro José Luis Escrivá, del ala socialista del Gobierno central, y cuando el Ministerio de Sanidad planteó el cierre de la hostelería contra el criterio de la mesa de crisis vasca, el Labi.
En la misma comparecencia, Urkullu se ha mostrado con “disposición absoluta” al diálogo con la oposición. Ha hablado de “mantener un hilo de comunicación con aquellos grupos parlamentarios que así lo deseen” y “si fuera posible” que las conversaciones sean “discretas”. El Gobierno de PNV y PSE-EE tiene mayoría absoluta en la Cámara y no precisa de apoyos externos, pero el lehendakari entiende que hay temas “que se pueden trabajar”. Sí ha matizado que PP+Cs no le dio “posibilidad” de acuerdos en otras reuniones anteriores y que Vox “renunció” a cualquier contacto –también ha habido veto a la inversa–, por lo que las opciones se limitan a EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU. Pero la letra pequeña del discurso de Urkullu encerraba críticas veladas a la coalición liderada por Arnaldo Otegi, tanto en lo relativo a los 'ongi etorri' como en lo tocante a su supuesta equidistancia hacia los incidentes en los botellones. Por el contrario, antes del verano el Ejecutivo pactó con la coalición de izquierdas la ley antipandemia.
Margen a Sánchez con las transferencias
En la comparecencia, el presidente vasco se ha referido también a sus relaciones con el Gobierno central. Sin críticas, ha destacado que hay “pendientes” algunas transferencias más allá de la de Prisiones que se hará efectiva el 1 de octubre. “Hay ya conversaciones, espero que se mire el calendario y se cumpla”, ha dicho Urkullu, que ha cuantificado en nueve los posibles acuerdos en lo que queda de 2021, aunque no ha precisado si en su lista está o no el que ahora mismo es más espinoso, el IMV. En este asunto los retrasos se han ido sucediendo y hasta cuatro ministros han ejercido de interlocutores de la parte vasca en estos años de mandato de Pedro Sánchez, que accedió en 2018 a completar el Estatuto de 1979. Han sido Meritxell Batet, Carolina Darias, Miquel Iceta y ahora Isabel Rodríguez. El lehendakari ha parecido dar por buenos algunos retrasos motivados por el cambio de caras en el Gobierno central del pasado mes de julio.
El lehendakari, que despidió el pasado curso en el Parlamento Vasco aludiendo a que era el momento y el lugar para retomar el debate sobre la superación del Estatuto de Gernika, el único no actualizado de todas las comunidades, ha insistido en que “no renuncia” a ese debate pero ha dejado claro que es un ámbito que tiene que estar residenciado en el Parlamento. Urkullu ha sido preguntado por el anuncio de Pere Aragonès de tener realizado un nuevo referéndum soberanista antes de 2030. “Tengo experiencia personal en haber puesto fecha a una consulta”, ha ironizado sobre su promesa tras la primera campaña de convocarla en 2015 y luego antes de 2020, plazos ambos incumplidos. Urkullu, que medió para evitar la declaración unilateral de independencia en 2017 y el posterior 155, ha apostado por un “acuerdo” en Catalunya primero y con el Estado después que sea refrendado. Y ha añadido, como desiderátum, que “ojalá también en Euskadi se pueda vivir esa situación”. No obstante, ha insistido en que no augura grandes avances si España no hace antes una “reflexión profunda” sobre su “modelo territorial”.
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