En un viejo sketch de 'Vaya semanita', un votante del PNV “de toda la vida” se presenta en un programa de televisión para denunciar una estafa. Le han dicho que existen otros partidos además del suyo y eso es imposible. “Como para que encima nos vengan con historias de otros partidos”, dice a la sorprendida presentadora. “Porque todo eso es mentira, ¿no, Maite? No me asustes que tengo al pueblo en vilo. A ver si va a haber varios partidos y la liamos. ¿Qué democracia es esa? ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Mujeres en los gobiernos?”.
El Partido Nacionalista Vasco nunca ha conseguido la mayoría absoluta en unas elecciones autonómicas. Eso no le ha impedido dominar la política vasca durante décadas, presidir el Gobierno durante 41 de los 44 años de autogobierno y mirar a las otras formaciones con una poco disimulada condescendencia. Están los demás partidos y luego está el partido. Con la única excepción de la muy competida campaña de 2001 y la de 2009 que dio mayoría absoluta al PSOE y al PP, las demás han sido experiencias nada traumáticas en las que el desenlace final no parecía en duda. Ahora todo ha cambiado. El PNV descubre perplejo que su fórmula mágica ya no le garantiza un holgado primer puesto.
Su candidato a lehendakari, Imanol Pradales, de 48 años, se presentó el miércoles ante un centro de salud de Vitoria para explicar a los medios algunas de sus ideas para la sanidad pública vasca. Lo hizo aún algo conmocionado por la agresión con gas pimienta que había sufrido el día anterior. “Fue un shock, muy dramático. Perdí la visión durante diez minutos”, explicó. El ojo izquierdo fue el más dañado, pero al girar la cabeza por el dolor una segunda rociada le afectó también al derecho.
Osakidetza ha sido siempre una de las garantías con las que el PNV se presentaba a las elecciones. Era el mejor ejemplo para que sus dirigentes presumieran de que ellos sabían “gestionar”, que eran “gente seria”, cosa que seguro que no se podía decir de otros partidos. Abandonar al PNV sería un salto a lo desconocido. “Ése es el modelo que denota experiencia y capacidad de gestión”, dice Pradales en las entrevistas. Frases como esta llevan repitiéndose en las campañas del PNV desde hace décadas.
La pandemia se llevó por delante esa imagen de gestión e incluso fue peor lo que ocurrió después. Los retrasos en la Atención Primaria y en las consultas con especialistas se han convertido en problemas crónicos. La calidad en la atención ha caído por la falta de personal sanitario, un escenario similar al de Madrid y otras comunidades. “Tenemos déficit de matronas, pediatras, enfermeras de salud mental, médicos de familia y, en vacaciones, también de enfermeras. Se están haciendo parches, pero la decisión ha sido recortar servicios”, ha dicho una enfermera del sindicato Satse.
Pradales prometió ampliar cuatro de los grandes hospitales, reforzar las urgencias no hospitalarias y crear una nueva en Vitoria con una inversión comprometida de 1.250 millones de euros. El Gobierno de Iñigo Urkullu también hizo promesas similares y la población no cree que se hayan cumplido.
En el debate de todos los candidatos del martes en ETB, el peneuvista dijo que iban “seis contra uno” en este tema. Ni siquiera contaba con la ayuda del socialista Eneko Andueza cuando el PSOE ha sido su socio de Gobierno en los últimos ocho años. Al final, la autocrítica quedó reducida al mínimo. “Me molesta especialmente que se hable del desprestigio de Osakidetza. Tenemos un buen sistema de salud”, dijo. No para los pacientes ni para el personal sanitario en los últimos años.
Un problema añadido para el PNV es que no le conviene enfurecer a los usuarios más habituales del sistema sanitario. Ahí tiene una cantera de votos muy nutrida. Es en los votantes de más de 65 años donde aún supera con claridad a los demás partidos. Al dejar el mensaje independentista en el margen de su campaña y apostar por ser una izquierda que prima el gasto social, EH Bildu se ha ganado el apoyo de más del 30% de los votantes de 18 a 44 años, según la última encuesta del CIS, donde el PNV se queda en el 18%. Eso explica el empate técnico en los sondeos o que Bildu se encuentre situada ligeramente por delante.
Para contrarrestar el ascenso de su mayor adversario, Pradales y el PNV han optado por meter miedo. Que viene el lobo feroz de Bildu. En las campañas anteriores, el partido vendía la imagen de un país en el que se vive muy bien sin los problemas y carencias de otros sitios. Eso pasaba entre otras cosas por afirmar que el nivel de seguridad era perfecto.
Cuando Pradales habla de “tolerancia cero contra quien delinque”, está repitiendo el mensaje del PP en algunas comunidades, esté o no respaldado por el índice de criminalidad. “No hay que desarmar a la Ertzaintza, sino a los delincuentes”, dijo en el debate. Bildu ha planteado “desmilitarizar” a la Ertzaintza en algunas de sus funciones y poner en marcha un programa piloto de “patrullas desarmadas”.
Este miércoles, Pradales insistió en la misma idea con un breve vídeo en el que dice: “Yo quiero desarmar al delincuente para que nuestras calles sean seguras”. Eso plantea una serie de dudas. ¿No eran seguras con Iñigo Urkullu al frente del Gobierno? ¿Qué es lo que ha hecho la Ertzaintza hasta ahora para que tenga que lanzar ese aviso?
Pradales acusó en el debate a Bildu de pretender “controlar la vida de la gente” por sus medidas económicas intervencionistas, incluso recurriendo a un cliché típico del PP. Entre sus objetivos, situó a Kutxabank, entidad bancaria creada por las tres cajas de ahorros vascas. “Quieren controlarles a ustedes las nóminas y los ahorros para decidir al estilo venezolano lo que hay que hacer con un banco”, dijo. “Su política económica es un despropósito”. También denunció que sus rivales subirán los impuestos en 5.000 euros por persona, una cifra que no se sabe muy bien de dónde sale.
El del PNV salió con el hacha muy poco después de que el candidato de Bildu, Pello Otxandiano, afirmara que veía “un punto de encuentro” entre los programas de ambas formaciones en relación a la política industrial. Pradales reaccionó rápido para dejar claro a la audiencia que las ideas económicas de Bildu son antagónicas a las suyas.
El partido suena con una sintonía más de derechas para enviar un aviso a los 133.000 votantes del PP en las elecciones generales de julio. Les están diciendo que la candidatura de Pradales será la mejor forma de frenar a la izquierda abertzale.
En el apartado de ideas de campaña que parecían buenas al principio están unos anuncios del PNV en el que un perro –que son ellos–habla con una vaca, que se llama Bittori y que viene a ser EH Bildu. No será porque la traducción al castellano de Bittori sea 'Victoria'. A todo lo que pregunta el perro, la vaca responde: “Nooo”. Ni siquiera comprar un tractor (¿para qué quiere un perro un tractor?). “Bittori, contigo no se puede ir a ningún lado”, dice el perro al final. Mucho menos a Ajuria Enea. Pradales termina el anuncio hablando con la vaca para preguntarle qué es exactamente lo que propone.
La campaña del PNV anda un poco despistada. Nunca pongas a tu candidato a hablar con animales es un criterio que se debería respetar. Además, los anuncios ingeniosos no deberían contradecir tus mensajes esenciales. O EH Bildu es un problema por los cambios peligrosos que quiere introducir o es una formación que dice que no a todo. Es lo que ocurre cuando las campañas se convierten en un obstáculo inesperado para un partido acostumbrado a ganar.
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