La sensualidad y el erotismo femenino de la obra de Safo resuenan en Mérida
Tras el rompedor y transgresor estreno del Festival Internacional de Teatro Clásico con la adaptación argentina de “Julio César”, ha llegado a Mérida su segundo espectáculo, “Safo”, un poema escénico, musical y visual que explora la figura de la gran poeta de Lesbos, con la cantante Christina Rosenvinge como protagonista, y que pone en valor el papel femenino.
Si en la primera representación, los ritmos de trap y canciones de C.Tangana y Nathy Peluso fueron los protagonistas, en esta segunda fueron los ritmos pop los que dieron vida a los fragmentos de la obra de Safo que se recopilaron y que Christina Rosenvinge puso al frente de la obra.
Primero de los estrenos absolutos de la edición y en la que la arena del milenario monumento se convirtió, por unas horas, en un jardín de Lesbos, isla entre Oriente y Occidente, donde la poeta Safo ha convocado a sus musas protectoras del arte para saber qué será de su nombre.
Las diosas detienen su juego para iniciar a Safo en un viaje a través del tiempo que recorre desde Ovidio al siglo XXI, de los versos perdidos a una subasta en la lujosa Christie’s; pero también nos acerca a la Safo humana, a la artista que tocaba en bodas y cantó al deseo por distintas mujeres.
Se cuenta que Safo inventó nuestra forma de entender el amor, y en la obra, de la mano de las musas, intentan que seamos nosotros quienes intentemos entender a la Safo enigmática y misteriosa, y que a pesar de la clamorosa ausencia de su obra, su figura no ha hecho más que crecer con el tiempo.
La propuesta escénica ha recorrido el universo sáfico a través de lo imaginado, lo proyectado, lo especulado por los estudiosos y artistas a lo largo de los siglos, y reconstruye a partir de lo que quedó, lo que pudo ser y lo que significa Safo, en un canon mayoritariamente masculino, que durante siglos ha intentando reinterpretar su figura según los valores y prejuicios de cada época.
Desde el comienzo de la puesta en escena, la recopilación de calificativos que ha recibido a lo largo de los años se hacia más patente, incluso llegando a finalizar con la critica a los autores masculinos en la que “disfrazan” a la mujer como la que juzga, “incluso en las comedias” y que siempre acaba en muerte “bien sea por suicidio o por asesinato”.
Sin embargo, los nueve temas musicales en los que se apoya la escena, con letras propias de los versos recuperados de la propia obra de Safo, recorren la sensualidad y el erotismo con el elenco dando voz y música en directo.
Durante la presentación de la obra, Christina Rosenvinge, que asume el papel de encarnar a Safo, calificó de “hermandad sáfica” lo que habían conseguido crear en el grupo y en la que pretendían que, tanto el publico como las propias protagonistas, “salgan de la obra mejor de lo que se entra”, en el plano personal y humano.
Eso se ha transformado, como la propia Rosenvinge reconoció teniendo “libertad total” a la hora de la creación de la obra, en una Safo distinta y que celebra la vida por todos los poros de su piel y de su voz.
Algo que destaca en la obra es, como reconoció su creadora y directora de escena, Marta Pazos, que “conecta el erotismo y el amor libre con celebrar la vida”, a la vez de conseguir llevar la poesía a canción con un ritmo pop de actualidad.
Una música y unas letras que ya lo adelantaba también durante su presentación el director del Festival, Jesús Cimarro, quien destacó “el poder de los versos cuando se hace cantando y con música que lo acompañe”, algo con lo que estuvo de acuerdo el publico que acompañó, como es habitual en Mérida, con una larga ovación el fin de la obra.
Y es que, el objetivo de la compañía era que la obra marcase en los asistentes a la misma, hacerles recapacitar y recordar, como el estribillo de la canción más pegadiza y aplaudida en las cáveas, que “del cielo caerán pétalos de rosa y del cielo caerán pétalos de arroz”
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