La Fala, la lengua que conserva Sierra de Gata, busca unificar su ortografía para mantenerse viva
Quien recorre San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno no solo descubre sus bellos rincones, también puede escuchar a sus gentes hablar una lengua propia: la Fala, o la lengua del valle de Xálima. Lo hacen desde el siglo XI, y todo parece indicar que se trata de una variante del galaico-portugués, una lengua romance que ha sobrevivido al paso de los siglos. Un patrimonio vivo.
Son tres variables: lagartero, mañego y valvedeiro, unidos por la raíz de la Fala. En cada pueblo se habla una variedad, que a lo largo del tiempo se ha transmitido de manera oral. Por ello no existe una ortografía que unifique a las tres variedades.
Es un patrimonio inmaterial, declarado Bien de Interés Cultural, que debe ser definido para mantener sus rasgos peculiares, y preservarlo de la de desaparición, o de su ‘castellanización’, según defienden los filólogos.
Este es precisamente el propósito de un estudio encabezado José Luis Martín Galindo y Antonio Corredera, los investigadores que junto al profesor Eduardo Sanches Maragoto han elaborado una propuesta ortográfica de la Fala que bebe en parte de la grafía del portugués. Piensan que es necesario unificar los criterios igualmente por la extensión de las telecomunicaciones e internet, que han acentuado más la demanda de personas que quieren conocer la Fala, o que incluso quieren estudiarla.
El motivo del uso de la grafía lusa es muy sencillo. En la Fala se conservan sonidos de las antiguas lenguas romances que el español ha perdido, y que sin embargo el portugués, o el francés conservan. Se trata de escribir, respetando la etimología de las palabras y su verdadero origen, explica Antonio Corredera, uno de los responsables del estudio, y miembro de la Asociación Somos-Sierradegata.org.
La estructura mental de “los falantes” de estos tres pueblos es pensar en el castellano cuando lo escriben porque es la única lengua que han aprendido a escribir. Sin embargo, la grafía portuguesa se asemeja en ocasiones más. Y es que un hablante de la Fala puede distinguir en su vocabulario entre la 's' sonora y la 's' sorda, cada una con su pronunciación, algo que la lingüística española perdió.
Avales
La propuesta cuenta con la aprobación científica de profesores y lingüistas como José Luis Rodríguez (Catedrático de Filologías Gallega y Portuguesa de la Universidad de Santiago de Compostela), Fernando Venâncio (Doctor por la Universidad de Amsterdam en Lingüística General), Beatriz Peres (profesora de portugués en la Escuela Oficial de Idiomas), Joao Varela (coautor del documental sobre las hablas fronterizas castellano-leonesas y extremeñas Entre Línguas), o Valentín Rodrigues (vicepresidente de la Asociación Gallega de la Lengua).
Apreciaciones
Por otro lado, han reconocido la coherencia de esta propuesta, aunque aportando sus reflexiones, entre otros, Juan María Carrasco González, jefe del departamento de Lenguas Modernas y Literaturas Comparadas de la Universidad de Extremadura y especialista en las variedades lingüísticas fronterizas.
Entre otras apreciaciones, apunta a que en general es recomendable que la ortografía señale aquellos elementos diferenciadores y genuinos del idioma, y aún más en situación de 'diglosia', o cuando los nuevos hablantes los pueden confundir por influencia de otras lenguas. Baste pensar en la gran influencia del castellano en la actualidad sobre la fala.
Teniendo en cuenta lo anterior, piensa que las mejores opciones ortográficas son las que mantienen una determinada tradición, las que recogen los rasgos más genuinos del idioma y las que se apartan más de soluciones demasiado innovadoras, arriesgadas o pintorescas. “La evolución del español moderno y del gallego, que confunden y ensordecen todas las sibilantes, son las que acaban separándose un poco del resto. Las hablas de Jálama (salvo el valverdeño), el portugués, el catalán, el francés, etc., mantienen sus sibilantes sordas y sonoras, y en consecuencia no tienen que modificar las viejas grafías de origen medieval”, añade.