El pescado está vendido
“Hasta el rabo todo es toro”, dicen en la jerga taurina para significar el peligro del astado hasta que cae apuntillado, pero cuando el animal se arrima a tablas, duda, baja la cabeza y mira vidrioso, todo en el toro es menos toro, aunque aún le queden fuerzas para dar un cornalón mortal. A esas alturas de la lidia ya saliva el del clarinete para anunciar el siguiente, las mulillas de arrastre se muestran nerviosas, el picador es ayudado a subir a su jaco y parte del público comienza a silbar o a mover sus pañuelos. Y el torero respira mientras mira de reojo al tendido para conocer la sentencia del respetable sobre su faena, porque, como suelen decir, cuando ahí se llega, “todo el pescado está vendido”…
En esas estamos, en el último tramo de una legislatura en la que no hemos tenido respiro ni sosiego, porque a empujones nos han llevado de circo en circo, de romería en romería y de feria en feria. Hoy, como ayer, en Extremadura todos los caballos, hasta los dos del Citröen, llevan doce cascabeles para hacer ruido. Cohetes, altavoces, redobles, trompetas, palmas, cintas de colores, farolillos y algarabías hasta para anunciar un estornudo, pero la legislatura, como el toro, ha bajado la cabeza, mira vidriosa y busca las tablas. Todo el pescado está vendido, lo que se ha hecho es lo que se pagará, aunque en ese afán estúpido de asestar un último cornalón, considerando necio al electorado, pretendan sacar conejos de la chistera en forma de paguitas a las ancianas o rebajas fiscales apresuradas.
Lo que pudo ser no ha sido. El fatuo “gobierno de los mejores” fue mediocre desde su origen, sin pulso individual, sin iniciativa y fiándolo todo al tirón de un vocalista sordo y empeñado en cantar los corridos de un ocurrente de mercadillo. La sobreactuación ha sido el nexo entre la realidad que atosiga a Extremadura y la ficción de los que no teniendo nada que ofrecer nos han dado pan mohoso y circo de cabra callejera sobre taburetes y latas vacías. Han sumado paro al paro, deuda a la deuda, despilfarro al despilfarro, enchufismo al enchufismo y lo han hecho con alevosía, premeditación y, lo que es peor, con prepotencia clasista, envuelta en falsa sencillez. No ha habido coordinación ni frentes comunes para las verdaderas prioridades y han gastado cantidades millonarias en luminarias y Ceres, mientras aumentaban las colas de los comedores sociales y los parados alcanzaban dígitos históricos.
Monago ha sido un fiasco, una mala copia del fanfarrón barbado que se fue y no se ha ido, un desclasado pero porque no ha tenido clase alguna y su único afán ha sido buscar el trampolín más alto, compitiendo él solito en un ridículo “mira quien salta” para lucir su palmito. Su egolatría lo ha llenado todo y en venderlo han gastado a espuertas un dinero que no les dolía porque era nuestro. Gobernar es priorizar y ellos han priorizado, sostenidos incomprensiblemente por una IU con la boca abierta, como pajarillos que esperan la pitanza en el nido. Si Monago se conformó con poco, estos “rojos” de tintorería se han conformado con nada. Dos lombrices y unos granitos de cereal.
Ya es tarde para rectificar en tan poco tiempo tanto desatino. Y no han fracasado por haberse confundido sino porque ni siquiera lo intentaron. Desde el primer día, con la toma de posesión en el Museo Romano, ya comenzaron a imprimir una carta de presentación que ha devenido en patrañas y mentiras. La corrida acaba y ni se restituye la sangre que se fue a borbotones, ni existe moviola para que los toreros ensayen un arte que no tuvieron. La suerte está echada y todo el pescado está vendido. Mal que les pese.
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