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Bloquear al necio

twitter revolution

Tomás Martín Tamayo

Las redes sociales, como la vida misma, ofertan un ramillete variopinto de situaciones y personajes que generalmente no aportan nada, pero a veces, entre tanta maleza que no sirve ni para paja de adobes, surge el ingenio, la chispa, un fogonazo aislado que compensa la espera y el ojeo de tanta idiotez y tanta pasarela. Hace poco seguí una discusión en Twitter entre dos. Uno, columnista y contertulio y otro, periodista titulado y en paro. Según sus entendederas, hay mucho intrusismo y son los periodistas los que deben opinar en los medios, tertulias y redes. El columnista concluyó la diatriba de forma espectacular: “Mira, afamado, periodista, te, lo voy, a escribir, con las comas, mal, puestas, para, que, al leerlo, te creas, que, eres, Jesús, Hermida”. Se acabó la discusión.

Por Face aparece con frecuencia una lucecilla admirable, Magdalena de la Fuente, que regala píldoras como estas: “Al nacer lloramos mientras nuestra familia sonríe a nuestro lado, tal vez sonreímos al morir y nadie se da cuenta porque todos están llorando”. O esta: “Hoy me van a mirar los ojos y la cabeza por dentro, qué susto se van a llevar como encuentren la carpeta donde guardo lo que pienso”. Estas espigas sueltas justifican la permanencia.

Pero las propias redes, que conocen lo que circula por sus venas, facilitan al usuario una herramienta “antinecios” muy eficaz: el bloqueo. Reconozco que me he resistido a utilizarla durante mucho tiempo, pero comencé a usarla en contadas ocasiones, hasta que le he cogido gusto a la teclita y ya no hay gilipolla que me dure dos días. No discuto, doy un aviso suave y el bloqueo inmediato me ahorra todo lo demás. Ya sé que los necios siguen ahí, que como no tienen nada que ofertar aúllan a la luna y que, con absoluta seguridad, seguirán echando espumarajos por la boca, pero el bloqueo es tan eficaz que en un segundo dejan de existir y se convierten en gritos en el desierto. Hoy he repasado a mis 108 bloqueados y con algunos he tenido que hacer un esfuerzo para acordarme porqué acabaron en el cajón negro, que así de eficaz es el invento. Ahora llevo meses bloqueando, casi a diario, a gilis de una opción política concreta, que confunden el diagnóstico con la enfermedad. Es como el enfermo que se cabrea con el médico porque le dice que tiene cáncer.

Mis opiniones, que son públicas, están a disposición del que quiera seguirlas, incluso a toro pasado, porque yo mismo ofrezco en mi blog la hemeroteca abierta para que se comprueben mis aciertos y mis errores, que son muchos. Si digo que va a llover y acierto en la predicción del tiempo, es poco sensato que se enfaden conmigo los que se van a la playa y no puedan salir del apartamento. ¿Soy yo el culpable de que llueva? Tampoco si alguno se queda en casa porque habiendo dicho que va a llover, sale el día soleado… ¿Que a qué viene todo esto? Intentaré explicarlo. Anímense porque comenzar a bloquear es como empezar a comer pipas.

Al inicio de la legislatura, me pareció valiente la decisión de IU de ponerse de perfil y dejar que gobernara la lista más votada. Y así lo escribí en cinco artículos consecutivos. Pero, pasado un tiempo, se comprobó que, además de lo aparentemente sensato de dejar gobernar al más votado, estaban, por acción u omisión, apoyando a Monago en decisiones aberrantes, guardando silencios, justificando políticas vomitivas y permitiendo que se gastaran en juerga lo que se necesitaba para pan. Y los doce “mandamientos” consensuados entre PP/IU se redujeron a uno: “vamos a pasarlo bien y el que venga detrás que se joda”.

Uno, Víctor Casco, ha sido un quiero y no puedo; el jovenzuelo Escobar en plan divo (guitarra incluida), frívolo hasta la risa, degustando con glotonería sus momentos de gloria mediática… ¡Cómo se gusta el figura! Y el tercero, Nogales, – ¡qué decepción!- dirigiendo la orquesta y haciendo figuritas de Monago junto a Cristina Jejeje, para adornar el portalito, mientras ocultaba los privilegios fachas de sus deudas con una entidad financiera. La compenetración entre PP/IU (léase con una sonrisa), amigovios según la RAE, ha sido tal que lo que comenzó siendo una posición neutra, concluyó en pareja de hecho, facilitando al PP una mayoría absoluta de 35 diputados. El propio Monago lo agradeció públicamente: “Gracias a IU nunca me he visto en minoría absoluta”. ¡Otra más del duende escribidor de ocurrencias!.

Ahora, porque vengo avisando de que esta singular deriva arruinará cualquier posibilidad electoral de IU, el clan y aledaños se sienten perseguidos y me odian sin tapujos. Para no oírlos, los he encerrado en la habitación oscura, adelantándome al bloqueo que les va a dar el electorado en las urnas dentro de unos meses. ¡Igual tengo yo la culpa de que ellos tengan la brújula escacharrada! ¿Que siguen chillando? Sí, pero yo no los oigo.

Este y otros artículos de Tomás Martín Tamayo los puede leer también en su blog 'Cuentos del día a día'

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