Todas las campañas tienen sus situaciones inesperadas y las autonómicas gallegas no iban a ser menos. Desde el mismo momento de la convocatoria del adelanto electoral –con apagón informativo incluido– hasta el cierre, en la conmemoración del venres negro número 300.
Por el medio, la crisis de los pellets, un tren que traía cuatro en lugar de tres Reyes Magos, o la red de bots informáticos denunciada pero nunca probada por el PP, fueron marcando el camino hacia las urnas. Los debates –con y sin Alfonso Rueda–, la elección de Lugo para desvelar el cambio de estrategia del PP sobre Catalunya, o los esfuerzos por fusionar a Ana Pontón y Arnaldo Otegi han sido otros de los hitos de este camino que finaliza el domingo 18. Aquí, hemos elegido 11.
21 de diciembre: El adelanto
En realidad, empezamos 24 horas antes, cuando Alfonso Rueda contestó en el Parlamento “vamos a seguir trabajando”, a una oposición que le decía “convoque ya y nos vemos en las urnas”. Al día siguiente, víspera del sorteo de la Lotería de Navidad, el presidente de la Xunta empezaba su comparecencia tras la reunión semanal del gobierno de una forma poco habitual. “Voy a hacer una reflexión algo diferente”. Tras semanas mareando la perdiz, Rueda desvelaba por fin la fecha –18 de febrero– de unos comicios que, por primera vez en mucho tiempo, no esperarían a los vascos. La idea era aprovechar la ola de la negociación de la Ley de Amnistía y darle a Feijóo un premio de consolación tras el 23J. Para ello, era necesario no agitar demasiado las aguas: convocatoria antes de Navidad y campaña en pleno Entroido. Para demostrar que había entendido el mensaje, la TVG tardó setenta minutos en dar la noticia. Sin embargo, la carga de un contenedor perdido una semana antes frente a las costas de Portugal tenía otros planes... Pero, antes de contaros esta historia, llegan los Magos de Oriente.
Víspera de Reyes: Melchor, Gaspar, Baltasar... y Óscar Puente
El ministro de Transportes había dicho en una entrevista que el AVE a Vigo era la carta a los Reyes Magos y el PP le llamó de todo menos guapo, así que Óscar Puente decidió ejercer de Óscar Puente. Sin incluirlo en su agenda oficial, aprovechó un viaje de prueba del tren Avril para plantarse en la ciudad olívica acompañando a Melchor, Gaspar y Baltasar. De la emoción, el candidato socialista, Gómez Besteiro, hasta besó la locomotora –hubo quien dijo que era la reacción habitual de alguien de Lugo, donde ven tan pocos ferrocarriles que son casi como unicornios– pero la Junta Electoral decidió traerles carbón: no se creyó que un ministro, un aspirante a la Xunta y el alcalde Abel Caballero se encontrasen allí de forma “casual” ni que Puente anunciase la llegada de los trenes en marzo de forma “espontánea”.
Primer fin de semana de enero: La marea de plástico
Los gallegos descubrieron por las malas que pellets no eran sólo esos pequeños cilindros que abastecen las estufas, sino también unas minúsculas bolas blancas que se esparcieron por las playas mientras cambiaban el calendario. La gestión de la Xunta, minimizando el problema y negándose a activar el nivel de emergencia que garantizaría ayuda del Estado, reavivó la memoria de la gestión errática del Prestige y obligó a Rueda a cambiar la agenda de temas. Su conselleira de Medio Ambiente, rostro de la Xunta durante la crisis, calificó la actuación como “de 10, por no decir de matrícula de honor”. Del responsable de Mar, que para algo es veterinario, quedará para la historia su mensaje tranquilizador para fomentar el consumo de pescado: “los plásticos entran como salen”. La labor de los voluntarios –alguno llegó a retirar él solo una tonelada de plásticos– y de los ayuntamientos fue clave ante el apagón informativo de los medios públicos... hasta que tocó girar. La historia del saco de pellets flotando en el mar es el mejor ejemplo de cómo fusionar el relato de TVG y PP, un partido que, sin embargo, se sentía víctima de los bulos.
17 de enero: bots, la amenaza fantasma
En plena crisis de los pellets, la número dos del PP gallego compareció en la sede del partido, convertida en una especie de situation room, para anunciar que Galicia estaba bajo ataque. En concreto, de una red de malvados bots que, desde los lugares más dispares del mundo –Rusia, China, Filipinas... todos esos sitios que asociamos a las fuerzas del mal– lanzaban una ofensiva de bulos contra Rueda para tratar de beneficiar a la oposición. ¿Las pruebas? 15 pantallazos de otros tantos usuarios de la red X (antes Twitter), que resultaron ser un tuitero ourensano, un jubilado catalán o un “currante gallego”, que tan sólo exigían su derecho a la crítica. Sintiéndose señalados, exigieron a los populares disculpas que nunca recibieron. Tampoco el PP trasladó la denuncia a la Fiscalía, tal y como había anunciado. Lo que presentaron a bombo y platillo como un “botafumeiro de mentiras” se diluyó como lo que fue en todo momento: humo.
5 de febrero: “No me votes”
El único debate electoral en el que participó Alfonso Rueda –que esta vez ni dio la espantada ni se refugió tras su portavoz parlamentario– fue el que la TVG diseñó a su medida. El PP frente a cuatro fuerzas de izquierda era un escenario perfecto para visibilizar su mantra: o nosotros o el caos, representado por el barullo de un multipartito. Sin embargo, aquel plan aparentemente perfecto no salió bien. La izquierda dio más sensación de entenderse que de discutir y, por encima, emergió la figura de Ana Pontón como alternativa al candidato del PP. El minuto de cierre se convirtió en carne de meme: un Rueda circunspecto –como había estado todo el debate– se dirigió a la cámara: “Si quieres un presidente que te engañe, no me votes”. Borrado oportunamente el arranque de la argumentación, la segunda parte causó furor en las redes sociales.
Medianoche del 10 al 11 de febrero: la fuente “al más alto nivel”
Durante la primera semana de campaña, mientras Alfonso Rueda gritaba a los cuatro vientos que su rival en las elecciones era Pedro Sánchez, las negociaciones del PSOE y Junts por la Ley de Amnistía y los desesperados intentos del juez García Castellón de ver terrorismo en un infarto, marcaron la estrategia del PP. Sin embargo, en plena gala de los Premios Goya, un inesperado giro de guión dio al traste con toda esa estrategia. En un restaurante lucense –para comer, Lugo, como todo el mundo sabe– una fuente del PP al más alto nivel anunciaba, entre otras sorpresas, que no verían mal un indulto condicionado a Puigdemont. Escuchando a los tertulianos de la Radio Galega, uno pensaría que esa fuente popular era en realidad Pedro Sánchez disfrazado. Fuese como fuese, Catalunya desapareció del argumentario –también de los medios públicos– y fue sustituida por Barbate. Mientras, el PP se marcaba un nuevo objetivo...
14 de febrero (por la mañana): Ana Otegi o Arnaldo Pontón
Como en el clásico Lluvia de estrellas, la cuenta oficial del PP en X (antes Twitter) ejerció de Bertín Osborne: “entra Ana Pontón y sale Arnaldo Otegi”. La transformación de una foto en blanco y negro de la candidata del Bloque en el rostro del líder de Bildu era el colofón a un vídeo en el que los populares llevaban al extremo la identificación entre los nacionalistas gallegos y los independentistas vascos, colando a ETA de rondón. La TVG, ese subordinado entusiasta al que cuando le dices “salta” responde “¿a qué altura?” todavía fue un paso más allá y consiguió trazar una línea entre las víctimas del terrorismo y los familiares de los guardias civiles arrollados por una narcolancha en Barbate. Como había sucedido antes con el Bildugá de Federico Jiménez Losantos, el último fotograma del vídeo del PP, el lobo con piel de cordero, ya forma parte de la estética del nacionalismo.
14 de febrero (por la noche): el candidato ausente
Como el debate de TVG no le salió como esperaba, el PP –igual que Feijóo antes del 23J, pero sin lumbalgia de por medio– decidió no acudir al de TVE. Y eso que habían asegurado que no se esconderían e irían a todos aquellos lugares a los que los invitasen. En la SER, Rueda había tenido su propio Karanka, Alberto Pazos, pero esta vez, directamente, no hubo presencia de ningún representante del partido. En plató, Ana Pontón y Besteiro dejaron clara su predisposición a un pacto mientras hacían causa común contra el “candidato ausente”, metáfora del “gobierno ausente” de la Xunta. Si los populares confiaban en el escaso tirón que tendría un cara a cara entre dos personas abocadas a entenderse, se equivocaron: el espacio fue líder de audiencia en Galicia y se quedó a apenas 5.000 espectadores de los 345.000 que había conseguido TVG.
15 de febrero: los eucaliptos de Ayuso
A Ana Pontón no le quedó más remedio que grabar su entrevista electoral en TVG porque se la pusieron a la misma hora que el debate de TVE. La del día siguiente con Alfonso Rueda también estaba grabada, pero porque él estaba en Vigo con Ayuso. Mientras insistía en el canal público en que defiende las campañas limpias –debe de haber olvidado la que dirigió en 2009 contra el bipartito–, la aún presidenta del PP de Vigo –el primer día de campaña anunció que dimitiría después del 18F– la recibía al grito de “nos gusta la fruta”, es decir: “Pedro Sánchez, hijo de puta”. Ayuso, quizá pensando en Otis Redding, convirtió la ría de Vigo en una bahía y evocó “el inmenso placer de pasear entre los eucaliptos”, esos árboles que muchos consideran una plaga. Que defendiese que el AVE desde Lisboa se dirigiese a Madrid y no hacia la ciudad en la que mitineaba enfervorecidamente, sólo pareció molestar a un Rueda que la escuchaba con la sonrisa congelada.
16 de febrero: 300 venres negros
Al igual que la gran manifestación en defensa de la sanidad pública, convocada antes de que Rueda adelantase las elecciones y se supiese que ése iba a ser el primer domingo de campaña, el venres negro número 300 cayó en el último día, dos antes de la cita con las urnas. La deriva partidista de los medios públicos, que ya en precampaña el comité intercentros calificaba de “delirio”, se hizo más y más profunda según se iba acercando la cita con las urnas. El plan de cobertura de la CRTVG intentó adaptarse al perfil bajo decretado por el PP hasta que la Junta Electoral ordenó recuperar los tiempos de 2020. Aún así, el bloque de campaña se enviaba a la recta final de los informativos –escondido entre la amnistía, los sucesos de Barbate o la actividad de los conselleiros–, se minimizaban encuestas que no garantizasen la mayoría absoluta del PP, como la del CIS, y la contienda desaparecía de los tiempos de opinión de la radio, donde los boletines informativos se reducían a la mínima expresión.
Cualquier día a cualquier hora: el bono descuento
La primera vez que Fraga llegó a uno de los puertos afectados por la catástrofe del Prestige, aseguró: “Eu veño con cartos” (“Yo vengo con dinero”). Ése parece ser el espíritu que ha marcado la acción de Alfonso Rueda y también sus promesas electorales. A su medida estrella, la gratuidad de las matrículas universitarias, se había opuesto por última vez todavía en octubre. Pero, junto a ese descuento, hay muchos más, que llegan por tierra, mar y aire. No es una exageración: además del transporte gratuito en autobús para mayores de 65 años, tanto ellos como los usuarios del Carné Xove tendrán descuentos en cruceros –la conselleira del ramo se fue a firmarlo a Génova: el puerto italiano, no la calle de Madrid– y los menores de 30 pagarán un 10% por ciento menos en Iberia. Y como los niños escasean, Rueda ha creado el bonoperro, con chips y vacunas gratis para las mascotas. ¡Guau!
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