Feijóo lleva la campaña a su “aldea”, donde no ha terminado el puente que prometió en 2010
“Aquí comencé a tener conciencia de ser gallego”, ha dicho este viernes Feijóo frente a su casa natal de O Peares, donde ha asegurado que “el motor identitario y emocional para la mayoría de los gallegos está en las aldeas”. Allí él, obviando su licenciatura en Derecho, lo aprendió “todo”, frente a otros, en referencia velada a sus contrincantes, que lo hicieron “en las universidades”. Así lo ha dicho en el acto que el candidato del PP considera “más importante” de su campaña para su tercera investidura como presidente de la Xunta, en su “aldea”, donde aún se están finalizando ahora las obras del puente que en 2010 había prometido a sus convecinos que haría en dos años.
La visita de Feijóo a Os Peares estaba prevista para el pasado viernes, primer día de campaña, pero el accidente de tren de O Porriño la impidió. A pesar de eso, el PP no ha querido prescindir de ella, y el nuevo puente sobre el Miño viene a reforzar el simbolismo que el PP y el propio candidato le dan a Os Peares como origen del presidente Feijóo en esta campaña suya tan personalista. En ese lugar donde se juntan los ríos Miño, Sil y Bubal, que a su vez establecen las fronteras administrativas pero no sociales de los ayuntamientos de Carballedo y Pantón en la provincia de Lugo y de A Peroxa y Nogueira de Ramuín en la de Ourense, es donde Feijóo nació en 1961 y vivió hasta que lo enviaron estudiar fuera. Aquel “niño de aldea”, como se presenta, llegó en 2009 a presidente de la Xunta y, un mes después de su victoria electoral, la celebró en Os Peares.
Aquel día de fiesta Feijóo estuvo acompañado por el hoy condenado por prevaricación y entonces presidente de la Diputación de Ourense y del PP provincial, José Luis Baltar Pumar (alcalde entre 1976 y 1995 de Nogueira, el ayuntamiento al que pertenece la parte de Os Peares en la que nació), y por su hijo y heredero en ambos cargos, José Manuel Baltar Blanco, ahora también imputado por prevaricación y soborno. Con el segundo como acompañante se ha presentado Feijóo este viernes en su casa natal, que ya no está en manos de su familia, y ha hecho el discurso más personal de los que se le recuerdan, en el “punto del mapa más importante del mundo”, donde ha enumerado parte de ese “todo” que dice que aprendió allí, emocionándose en varias ocasiones y vinculando su trayectoria vital con la profesional.
En el pueblo de los cuatro ayuntamientos y tres ríos, Feijóo dice que conoció desde las dificultades de la orografía y de las divisiones administrativas gallegas que lo llevarían a trabajar por una “Galicia única”, hasta el desempleo que sufrió su padre, fallecido el pasado julio. También aprendió que, a pesar de que el motor económico de Galicia está en el ámbito urbano, “el motor social, identitario y emocional para la mayoría de los gallegos está en las aldeas”. “Quien lo olvide, no conoce Galicia”, ha añadido, en referencia al supuesto interés que atribuye a sus contrincantes en captar el voto urbano por su mayor volumen.
Y ha seguido. “Aquí aprendí lo importante que es llevar bien el dinero” y cumplir el déficit para que “no nos señalasen por tener deudas”, dijo sobre uno de los ejes de sus políticas en la Xunta desde 2009, la austeridad, recordando al tiempo que su abuela, “la señora Eladia”, regentaba un ultramarinos, próximo a otro, “el del alpargateiro”, cuyo perro no aguantaba a Feijóo por ser “de la competencia”. “Aquí aprendí a hablar gallego, sin profesora, con la abuela, la tía Rosalía y la tía Celia, lista como un allo, es cierto que no aprendí gallego normativizado, aprendí el que se mama”, ha añadido sobre otra de las cuestiones, la de la lengua, que le echan en cara otros partidos. E incluso sobre las infraestructuras, área de la que fue conselleiro con Fraga, ha dicho que en Os Peares aprendió algo: cómo no hacer un puente con tanto impacto ambiental como el de la N-120 que sobrevuela su casa.
Un nuevo puente para Os Peares, con menos impacto, fue lo que prometió Feijóo el 14 de mayo de 2010, un año y un mes después de tomar posesión como presidente de la Xunta. El viaducto, junto a la que había sido su casa, se finalizaría en 2012 tras una inversión de 1,7 millones de euros. Este viernes, cuatro años después de lo prometido y con un coste elevado a cerca de 2,8 millones, los trabajadores estaban aún realizando las pruebas de carga del puente, que los vecinos ya cruzan saltando el vallado de obras a pesar de que aun no está rematado del todo. Lo hacen porque evitan así tener que pasar por los municipios lucenses de Carballedo y Pantón en un rodeo de más de cinco kilómetros para los vehículos o de un kilómetro para los peatones, obligados a emplear una estrecha pasarela de la línea ferroviaria que también atraviesa el pueblo. Este viernes Feijóo no se ha referido al puente en su discurso ante sus vecinos. No hace falta. Todos saben en Os Peares que el puente lo ha hecho “el nieto de Eladia, el hijo de Sira y Saturnino”