Geografía Manuel Rivas: cinco libros para orientarse en la obra del último Premio Nacional de las Letras
En algún lugar entre el lirismo irónico de un Álvaro Cunqueiro y el respeto asombrado por cómo el ser humano construye el mundo de un John Berger podría operar Manuel Rivas. El final de la Europa campesina, animales que por supuesto piensan, cicatrices de la violencia histórica, las voces bajas y siempre un decir que remite en última instancia a lo poético. Al autor gallego le gusta hablar de realismo incierto, tal vez porque la realidad es borrosa, no se deja atrapar con facilidad, se resiste. “La imaginación ayuda a ver la realidad”, explicaba hace mes y medio en una entrevista con elDiario.es después de la salida de Tras do Ceo (Detrás del Cielo, Xerais en Gallego, Alfaguara en castellano), su novela más reciente.
Este martes, 29 de octubre, Manuel Rivas (A Coruña, 1957) se convertía en el primer escritor en lengua gallega en recibir el Premio Nacional de las Letras Españolas, otorgado por el Ministerio de Cultura. El jurado destacaba su “compromiso firme con el idioma” y su “reconocimiento a nivel mundial”, y relacionaba su escritura con la “agitación de conciencias”. Sus libros, los más traducidos de la literatura gallega, dibujan una geografía extensa y multiforme, en la que comparecen prácticamente todos los géneros. Y todos con un elevado grado de brillantez: poesía, relato corto, novela, periodismo. Pero Manuel Rivas no solo ha confeccionado una obra enraizada y universal que defiende el derecho a ser amables del que hablaba Bertolt Brecht. Su figura pública se ha convertido en referente intelectual de luchas ecologistas, sociales, políticas.
Era apenas un periodista precoz, solo había publicado los poemas de Libro do Entroido (1980), cuando se embarcó en el Xurelo, un barco de activistas que boicoteó el depósito de residuos nucleares en la Fosa Atlántica. Ni el periodismo, ni la poesía, ni el activismo ambiental se alejarían nunca de su trayectoria. Redactor de Teima, semanario modernista y pionero de la izquierda nacionalista gallega, contribuyó a fundar la revista Luzes en sus dos etapas. La segunda lleva ya 132 números mensuales. Para El País escribió artículos de opinión, reportajes y manifiestos, a menudo recopilados posteriormente en libros admirados en la profesión. También ha colaborado con este periódico.
Su voz fue la de Nunca Máis en la multitudinaria manifestación del 1 de diciembre contra la gestión política del accidente catastrófico del Prestige. Entonces ya había ganado el Premio Nacional de Narrativa por los cuentos de Que me queres amor? (1996), que incluye A lingua das bolboretas, transformada en célebre película por José Luis Cuerda. Pero en la Galicia del fraguismo implicarse en política, en el caso de Rivas desde la izquierda nacionalista, no resultaba inocuo. Su figura casi desapareció de las páginas de la prensa más afecta a la derecha, pese a la dimensión internacional que iba conquistando su literatura. Eso ha cambiado, a juzgar por las páginas y textos dedicados al galardón de este martes. No tanto lo político: el actual presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, no encontró un minuto para hacerse eco en sus redes sociales, raudas a la hora de homenajear al tenista Rafa Nadal cuando se retiró, de la primera vez que el Nacional de las Letras Españolas distinguía un autor en lengua gallega.
La vida nutre la obra. Quizás también a la inversa, no es seguro. Todo está, de una forma u otra, en sus libros. “Posiblemente la mejor herramienta de la que se ha dotado históricamente el ser humano sea la condición libertaria”, afirmaba en la mencionada conversación con elDiario.es, y añadía: “Creo que todo escritor o escritora tiene que ser anarquista en el momento en que escribe”. Sin fronteras, sin amos, la Geografía Rivas. He aquí un itinerario posible por ella.
Ningún cisne (Sotelo Blanco, 1989)
En el núcleo de todo lo que escribe Manuel Rivas se encuentra la poesía. En los diálogos de sus narraciones, en sus artículos de intervención en prensa, en sus manifiestos por causas diversas, en su literatura dirigida a los lectores más pequeños. La primera obra que publicó, Libro do Entroido, era de poemas. El penúltimo, O que fica fóra, también. Pero fue la línea clara y por momentos epigramática de Ningún cisne la que avanzó por territorios entonces poco transitados en la poesía gallega y años más tarde frecuentados. “A esa hora / naquela taberna, / todos os vellos parecían Samuel Beckett”, dice el poema Cultura. “El era forte e feble / como un marine ianqui. / Ela, fráxil e invencible / como unha guerrilleira do Vietcong”, dice en otro lugar. Do descoñecido ao descoñecido recoge todo lo que escribió en el género entre 1980 y 2003. Después publicó A desaparición da neve (2009), A boca da terra (2015) y el mencionado O que fica fóra.
Galicia, el bonsai atlántico (Agular, 1989)
El periodismo es un cuento (1997) fue quizás más celebrado fuera de Galicia: su reivindicación de que no existe separación entre el oficio de periodista y la literatura cautivó a no pocos juntaletras. Pero Galicia, el bonsai atlántico reveló no solo un reportero de envergadura, atento al ritmo de la prosa y a los detalles minúsculos de lo real, también retrató un país gallego ajeno a miradas exotizantes. Las experiencias culturales de vanguardia, el surgimiento y caída del independentismo armado, el contrabando justo en el momento anterior a derivar en narcotráfico o las convulsiones políticas durante el asentamiento de la autonomía tras la dictadura centraron algunas de las indagaciones periodísticas contenidas en el volumen. “Es un contrasentido que cuando se avanza en la unidad europea se mantenga ese muro berlinés en la frontera con Portugal”, reclamaba en la presentación del libro, según recoge la crónica de Xosé Hermida en El País. Los años pasaron y Rivas siguió publicando regularmente tomos con su producción para diarios y revistas: Galicia, Galicia (1999), Os Grouchos (2008), Contra todo isto (2018) o Zona a defender. A esperanza indócil (2020).
Os libros arden mal (Xerais, 2006)
Es su tour de force narrativo, narración esférica de más de 700 páginas, una de las principales novelas gallegas del siglo XXI y no únicamente del siglo XXI. Os libros arden mal cruza historias y géneros -el autor los enumeraba en su día: crónica, literatura popular, ensayo histórico, thriller- para relatar la gran herida de 1936, hacia atrás y hacia adelante. “Lo inexplicable. Eso no cambiará con el paso del tiempo”, escribía en uno de sus capítulos y, sin embargo, la apuesta del libro es encontrar una explicación al abismo. El expolio de la casa de Casares Quiroga en A Coruña, el paseo del alcalde galleguista de Santiago de Compostela Ánxel Casal o el vínculo del célebre jurista nazi Carl Schmitt con España durante la tenebrosa posguerra son episodios que coinciden con las vidas de personajes imaginados pero reales, o algo así es la literatura: el boxeador Arturo da Silva, Vicente Curtis, Hércules, Luís Terranova, que sabía cantar tangos. Todo gira alrededor de una imagen, esta sí real, tomada en 1936 en la Dársena coruñesa: falangistas quemando libros. Antes de Os libros arden mal, Rivas ya había abordado la Guerra Civil desde la perspectiva de los vencidos en el relato A lingua das bolboretas (1996) o en la novela O lapis do carpinteiro (1998, Antón Reixa dirigió su adaptación al cine). Después lo hizo en O último día de Terranova (2015).
As voces baixas (Xerais, 2012)
Antes de que la etiqueta autoficción, su apología pero también su crítica furibunda, se instalase en la conversación literaria, Rivas entregaba una obra delicada y emocionante en la que lo personal se cruzaba con lo colectivo y la propia familia, trabajadores llegados del rural al popular barrio coruñés de Monte Alto, servía para explicar el mundo. Publicada por entregas en la desaparecida edición gallega de El País, el libro resultante es perfectamente coherente con el interés de su autor por el reverso de lo oficial y al tiempo abría un camino por el que, de momento, no continuó. “Si las voces bajas de la historia han de ser escuchadas, eso solo se logrará interrumpiendo el hilo de la versión dominante, rompiendo su argumento y enredando su trama”, escribía Ranahit Guha, el historiador marxista indio que creó el concepto. As voces baixas de Rivas, una obra que quizás pasó más desapercibida de lo que merece, lo ratifica.
Tras do Ceo (Xerais, 2024)
El autor la califica de “novela negra radical” aunque en realidad su juego literario consiste en desbordar esa definición por todas las vías y costuras. Tras do Ceo es un trasunto de Galicia y la obra, primera pieza de un proyecto de escritura que llegó a superar las 2.000 páginas, busca difuminar la separación entre lo real y lo imaginario. Hay crimen pero también humorismo lírico, y la geografía tiene un papel central. La mirada ecologista a la que el Rivas ciudadano y periodista ha dedicado no pocos esfuerzos emerge en el libro a cada paso. “Es una novela en la que se habla mucho de extinciones: sería una novela negra de la naturaleza”, explicaba a elDiario.es el pasado septiembre. Una cuadrilla de cazadores persigue a O Solitario, un jabalí legendario con aires de Moby Dick, así arranca Tras do Ceo, en una montaña inundada de niebla. No es el único acercamiento de Rivas a algunos giros de la tradición noir -lo hizo en Todo é silencio (2010), que trata del narco, o en los relatos de Vivir sen permiso e outras historias de Oeste (2018)- pero sí el más heterodoxo.
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