Un equipo internacional de investigadores ha logrado identificar, utilizando modernas tecnologías, los restos del obispo Teodomiro de Iria Flavia, descubridor en el siglo IX de la supuesta tumba del apóstol Santiago, el evento con el que se dio pie a que, años después, comenzase la peregrinación que conduce todavía hoy a la ciudad. Coordinados por el investigador Patxi Pérez Ramallo, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, y en colaboración con instituciones como el Instituto Max Planck de Geoantropología y la Universidad de Estocolmo, los científicos han realizado un exhaustivo análisis de los restos hallados y han aportado nuevos y más certeros datos, informa EFE. Las conclusiones de su trabajo han sido adelantadas por el diario El País.
Patxi Pérez ha confirmado a EFE los descubrimientos y, aunque ha subrayado que, desde el punto de vista científico, “nunca” se va a tener la certeza absoluta de esa identificación, ha asegurado que las probabilidades de que los restos correspondan al obispo Teodomiro son “muy, muy elevadas”.
“La ciencia es siempre muy conservadora”, ha explicado el investigador, y ha observado que no existe ningún descendiente o pariente conocido del obispo con el que contrastar los restos de ADN que se han identificado, pero que el contexto histórico y arqueológico es “muy claro” y apunta que los restos se corresponden con los del obispo.
Las pruebas de carbono 14, que permiten una datación de los restos inequívoca, la dieta, el origen geográfico, el ADN -que confirma que son los restos de un hombre-, y otras comprobaciones y análisis de los investigadores han permitido a los científicos concluir que son sus restos.
La leyenda cuenta que entre los años 820 y 830 un ermitaño llamado Pelayo presenció una lluvia de estrellas que descendía sobre un campo y al seguir su rastro descubrió un antiguo mausoleo e informó al obispo Teodomiro de Iria Flavia (hoy Padrón) y que éste, tras varios días de meditación y ayuno, tuvo “una revelación” y descubrió que el mausoleo contenía los restos del apóstol Santiago y de dos de sus discípulos.
Comunicó esa noticia al rey Alfonso II de Asturias, que ordenó la construcción de una iglesia alrededor de la tumba y se desplazó al lugar. Ese acontecimiento marcó el inicio de la tradicional peregrinación que sigue en la actualidad atrayendo a millones de peregrinos y visitantes a la catedral de Santiago.
El investigador señala que, a pesar de la importancia de esta leyenda, se sabía muy poco del obispo Teodomiro y que incluso su existencia se llegó a poner en duda hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando se descubrió una lápida en la catedral que marcaba su muerte en el año 847. Bajo esa lápida se encontraron restos que, en un principio, se identificaron como pertenecientes a un varón de edad avanzada, pero un nuevo examen a mediados de los años ochenta sugirió que los restos eran de una mujer, lo que generó dudas sobre su conexión con el obispo.
La nueva investigación, cuyos resultados se publican hoy en la revista Antiquity, aporta nuevos datos sobre la identidad del individuo, y confirma que la tumba contenía los huesos de un solo individuo, un varón adulto de más de 45 años. La datación por radiocarbono concuerda con una muerte en el año 847, y otros análisis de isótopos estables de oxígeno sugieren que el individuo vivió cerca de la costa, coincidiendo con la ubicación de Iria Flavia, señala la misma nota.
El estudio arqueogenético, realizado en la Universidad de Estocolmo, reveló que el perfil genético del individuo se desviaba ligeramente del de los europeos modernos, mostrando afinidades más estrechas con los íberos romanos, los visigodos del sur de Iberia y las poblaciones islámicas ibéricas, lo que concuerda con alguien que vivió en España hace 1.200 años.
Estos resultados también coinciden con estudios anteriores que muestran patrones migratorios en respuesta a la conquista de la Península Ibérica por el Califato Omeya en el siglo VIII.
Aunque es difícil autenticar la identidad de alguien de hace 1.200 años, los investigadores han determinado que este trabajo presenta pruebas que concuerdan con la identidad del obispo Teodomiro, y sus hallazgos sugieren que estos restos le podrían pertenecer, lo que los convertiría en el personaje histórico identificado más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa. Patxi Pérez ha explicado que las pruebas de análisis y de estudio de las que se disponían entre los años 1950 y 1980 del siglo pasado -cuando se hicieron varios estudios sobre los mismos restos- y las que se han utilizado ahora son muy diferentes.
A su juicio, es normal la controversia y el debate que durante las últimas décadas ha existido sobre la identidad de esos restos, una controversia que no da por cerrada, porque además de los criterios y de las aportaciones científicas “se mezclan otras de tipo religioso o político”. Sí da por cerrada la controversia científica, y ha anunciado que las investigaciones van a continuar y en los próximos trabajos quieren profundizar en el conocimiento del ADN de los restos y hasta en la recreación del aspecto físico de los restos del obispo Teodomiro.