“Incredulidad, indignación y tristeza” en el pueblo de Lugo que protesta contra una sentencia mínima por violar a una niña
Los hechos probados resultan espantosos. Dos adultos abusaron sexualmente de una niña cuando esta tenía entre siete y 13 años de edad. Su hermana mayor fue la mediadora necesaria para que sucediese: los abusadores eran la pareja de la hermana y su cuñado y ella fue la que insistió a la menor para que accediese. Así lo recoge la sentencia emitida esta semana por la Audiencia Provincial de Lugo y que condena a las tres personas a tres años de prisión “por abuso sexual continuado a menor de 16 años”. El fallo ha levantado a la gente de Baleira, el pequeño pueblo en las estribaciones de la montaña oriental gallega donde sucedieron los hechos. “Incredulidad, indignación, tristeza”, es el mantra de las conversaciones en el lugar. Para los consultados en este reportaje, la pena es mínima a la luz de la gravedad de lo sucedido.
Fue en 2016 cuando los servicios sociales intervinieron y el caso llegó a la Justicia. La víctima, entonces de 13 años, acababa de dar a luz a un bebé, como consecuencia de las repetidas violaciones. “La menor llevó adelante el embarazo en total soledad, sin apoyo familiar y entregando al menor en adopción”, asegura el dictamen judicial. Que tardó siete años en producirse. “¿Cómo pudo haber pasado todo ese tiempo en un cajón? Cuando se retomó, la tardanza fue un argumento para la defensa”, explica a elDiario.es Ana Torrón, de la Plataforma Feminista de Lugo. La entidad ha convocado una concentración ante los juzgados de la ciudad con el lema Contra a xustiza patriarcal [Contra la justicia patriarcal] el próximo 2 de febrero.
No será la primera protesta. El propio Ayuntamiento de Baleira, gobernado por el Partido Popular, llamó a sus vecinos a expresar su rechazo a lo acontecido el sábado 21 de enero. Acudieron cientos de personas en un municipio que no alcanza los 1.200 habitantes. El manifiesto concluía exigiendo a “las administraciones públicas y la propia justicia que se haga uso de la ley y del poder y se condene con penas máximas a todo tipo de maltratador”. Tres días después, el alcalde, Ángel Martínez, habla para este periódico de la incredulidad generalizada. “Nadie sospechaba algo así”, dice, y se resigna a “acatar la sentencia” pese a no entenderla y avisar de que se “informará bien para ver qué se puede hacer”. Las dilaciones indebidas y el haber pagado la indemnización supusieron la rebaja de la condena. La Fiscalía había solicitado 11 años de cárcel para cada uno.
“En riesgo” la vida social y educativa del lugar
“Nosotros solo queremos mostrar todo el apoyo que pueda necesitar la víctima y toda la condena y la repulsa a los autores de estos hechos”, añade Martínez. Ella, que ahora tiene 22 años, hace tiempo que no vive en Baleira. Allí asistió al colegio. Fue durante la época en la que los dos hermanos, en colaboración con su propia hermana, la violaron repetidamente. “Se supo que había tenido un hijo y que le habían retirado la custodia a los padres, pero en absoluto se conocían los detalles ni semejante aberración. Este es un concello rural, sin una vida social muy activa. No puedes saber lo que sucede en cada casa”, busca una explicación Laura Burgué, presidenta del AMPA (asociación de madres y padres de alumnos) de la escuela y concejal socialista. Pero si algo la escandaliza en todo este asunto es la demora en el proceso judicial.
“¿Cómo pueden pasar siete años de instrucción?”, se pregunta. No le valen ni la pandemia ni las huelgas judiciales, que han sido utilizadas como pretexto. “Para este tipo de actos no se puede permitir ese retraso”, dice, “que ha beneficiado a los culpables”. Y ha “puesto en riesgo la vida social y educativa” de Baleira. Se refiere a la hermana de la niña, quien según la sentencia era la que “propiciaba los encuentros con su cuñado” y, por lo tanto, las violaciones. La mujer formaba parte del AMPA –era su representante en el Consello Escolar, órgano de gobierno del centro educativo– y trabajaba en el comedor con menores hasta hace apenas dos años. Madre de dos hijos, la víctima convivió con ella en el mismo domicilio familiar. “Era conocedora de los abusos a los que era sometida por su cuñado y la incitaba a tener relaciones sexuales con él”, afirma el fallo. Eso fue las primeras veces. Después, la pareja de la hermana también lo hizo.
En el colegio de Baleira hay 44 niños matriculados. “En una comunidad tan pequeña, todos los niños interactúan unos con otros. Son amigos de amigos. Imagine cómo estarán”, señala Burgué.
“Mayor maltrato, impensable”
Ana Torrón, de la Plataforma Feminista de Lugo, también se muestra muy crítica con la labor judicial. “¿En qué cabeza cabe tener un caso como este parado durante años?”, se pregunta, y lamenta lo que considera bajas penas de prisión: “¿Siete años de abuso, tres de cárcel?”. No ahorra calificativos –“salvaje, película de miedo”– y define la situación como un infierno. “Es impensable mayor maltrato”, asegura. Según ella, lo más terrible fue la “connivencia de los familiares”. “Y saber que vivía en un entorno: iba al colegio, al pediatra... ¿nadie se dio cuenta?”, concluye.
Además de tres años de prisión y un resarcimiento por 50.000 euros, la condena –aceptada por los tres acusados, lo que supone la admisión de los hechos– incluye privación del sufragio pasivo, la prohibición de acercarse a menos de 500 metros de la víctima y de comunicarse con ella durante seis años, y libertad vigilada durante otros cinco.
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