Luis Tosar: “La presencia de la ultraderecha en algunos estamentos es muy preocupante”
Un teléfono se descuelga en la Consellería de Cultura y un asesor se pone a la tarea de conseguir el número de Luis Tosar. Para ello llaman a una de las responsables de la productora Vaca Films y le piden el contacto. Como en la Xunta nada sucede a un ritmo trepidante, Tosar se entera del movimiento y sabe que alguien le va a llamar. Ahí, la primera pista de lo que sucedería poco después: el conselleiro comunica al actor que ha sido elegido para recibir la Medalla de Ouro de Galicia, el máximo galardón que concede la comunidad autónoma con motivo de la celebración, el próximo 25 de julio, del Día de Galicia.
En conversación telemática con esta redacción, Luis Tosar (Lugo, 1971) asegura que su premio lo es para toda una generación que hace casi tres décadas empezó a construir la base de una estructura que ha situado a actores y técnicos gallegos en lo alto del escalafón de la industria audiovisual en España.
¿Cómo te enteraste de que te daban la Medalla de Ouro de Galicia?
La primera sospecha de que me la iban a dar fue a través de Emma Lustres, la productora de Vaca Films, a la que pidieron mi contacto desde la Consellería. Luego hablé con el conselleiro y me preguntó si aceptaba este galardón. Se dio la posibilidad de que, por temas de agenda, sí podía. La verdad es que la recibo con mucha alegría. Tengo la sensación de que hay un reconocimiento al trabajo del audiovisual gallego en general.
La Xunta dice que el premio reconoce todo ese trabajo de los cineastas gallegos que empezó a despuntar cuando tú eras muy joven. Un trabajo pionero que cambió muchas cosas y a muchos amigos...
Cuando yo empecé había una efervescencia total en el mundo del audiovisual en Galicia y es cierto que se estaba pasando de un modelo que partía de una televisión autonómica que empezó a generar ficción cuando antes no lo hacía y ahí empezó a generarse algo. La gente que empezamos a meternos en el mundo del cortometraje, algunos logrando llegar hasta el largo, y haciendo nuestros pinitos en series de televisión... Ahí empezó lo que ahora vemos: un audiovisual estructuralmente muy bien formado, tanto a nivel artístico como técnico. Se construyó algo sólido que, con el tiempo, se acabó convirtiendo en un referente a nivel nacional. Eso es uno de los mayores logros para estar orgullosos; hay mucha mirada del centro, de Madrid, hacia Galicia. Esa referencia que en su día estuvo en Euskadi yo diría que ahora está en Galicia.
'O que arde', 'O corno', 'Matria', películas que han triunfado en festivales como Cannes o San Sebastián y en las que pasa algo que antes no era habitual y ahora sí lo es: sus personajes hablan en gallego...
Ha habido una lucha por la normalización lingüística que al final ha dado sus frutos. Estas películas que has nombrado son claramente una reivindicación del idioma como un pilar fundamental de nuestra cultura. Antes había mucho complejo con respecto a esto. Al principio había manifestaciones puramente gallegas que se miraban en el ámbito autonómico o, en el mundo de la música como el folk, tenían éxito en Galicia y fuera de España. Eran productos que podían tener éxito en Galicia y en Japón, pero que era difícil que triunfasen en Galicia y en Valladolid. Eso con el cine hemos logrado traspasarlo.
¿Qué diferencias ves en este cine gallego de ahora y aquel en el que tú arrancaste tu carrera?
Yo he tenido contacto con las nuevas figuras del cine que vienen de Galicia hace años. Con Jaione Camborda colaboré hace muchos años trabajando guiones. Es gente que yo he observado cómo han evolucionado a lo largo de estos años pero es cierto que yo ahora no soy una parte tan activa de ese audiovisual gallego por la distancia.
Yo soy, inevitablemente, de otra generación. Pero ojalá pueda colaborar con ellos próximamente. Pero ahora mismo mi relación con eso es muy tangencial y la que tengo con Jaione, por ejemplo, pertenece al pasado.
Hace años que vives fuera de Galicia...
En este mundo siempre hay un efecto generacional. Es difícil que uno entre en otra generación aunque se puede producir. Ahí está el ejemplo de José Sacristán; en su amplísima carrera tuvo una vuelta al cine indie y empezó a trabajar con una serie de realizadores independientes y desconocidos para el gran público.
Mucha gente no sabe que esa generación de la que hablas era un grupo de amigos que los viernes se veían en El Atlántico, un bar de Santiago, para tomar una cerveza...
Es una cosa que me llama la atención últimamente. Cuando le cuento a alguien algo de Luis Zahera me preguntan si le conozco y si somos amigos y me resulta extrañísimo que me lo pregunten porque pensé que era algo que caía de cajón. Somos una camada de actores, directores y otros oficios que nos juntábamos en ese bar, que era un lugar de creadores y gente con inquietudes en el arte. Fue un caldo de cultivo muy interesante que provocó muchas sinergias. Surgieron muchas cosas mixtas y relaciones que acaban con situaciones como que Jorge Coira acabe haciendo la versión cinematográfica de Eroski Paraíso, de Teatro Chévere.
En aquellos años trabajaste en una serie, “Mareas Vivas”, que fue casi un acontecimiento social que ofrecía la pantalla de la Televisión de Galicia. ¿No ha vuelto a pasar algo igual en la tele pública gallega?
Como lo que pasó con “Mareas Vivas”, seguramente no. Ese fenómeno tenía un factor muy importante que fue el uso de las variantes dialectales. Fue la primera serie en la que se empezó a usar la lengua de una manera realista. Eso influyó para que el público conectase de una manera más directa con la serie porque había un reconocimiento de personajes que hablaban de verdad, de la misma manera que la gente escuchaba en la calle. Y también había personajes muy carismáticos; el personaje de Currás, que interpretaba Miguel de Lira, ha pasado a la historia del imaginario colectivo como algo que trasciende al icono cultural. Eso no es fácil que ocurra.
Vuelvo sobre el tema del idioma. Ahora triunfan películas que se hacen en gallego y algunas dirigidas por directores que no lo son, como es el caso de “As Bestas” y Rodrigo Sorogoyen. Todo esto mientras la política parece que da pasos en sentido diferente . ¿Que una peli en gallego se pueda ver en Salamanca sin ningún problema le puede estar dando algún tipo de lección a aquellos que todavía tienen temores por defender un idioma?
Yo creo que es una llamada de atención y una oportunidad para entender lo poco que dificulta que hagamos las cosas en nuestro idioma.
¿Qué hubiera pasado si a Sorogoyen se le hubiera ocurrido rodar “As bestas” en castellano?
Es muy difícil saberlo pero yo creo que buena parte del éxito de la película reside en el componente identitario que tiene. Recuerdo que cuando se hizo “Mar adentro” se buscó una visión de Galicia muy realista y un acercamiento de los actores a los acentos reales. En aquella época incluso algunas personas vinculadas al ámbito más nacionalista me decían: “Habla con tus amigos porque esa no es la Galicia que queremos exportar”.
¿En tu discurso de aceptación de la medalla hablarás de esto?
No tengo la cosa muy armada todavía. Creo que va a ser un compendio de esto que estamos hablando; la importancia de que un sector como el nuestro tenga la protección de las instituciones, sobre todo en películas con un corte mucho más independiente como estas que hemos citado. El cine independiente necesita que las instituciones no se despisten porque los reconocimientos están muy bien pero la solidez y la estructura necesita un apoyo firme y continuado.
¿Con qué estás ahora, en qué proyectos andas metido?
Ahora estoy rodando una colaboración muy pequeñita en una serie que se llama “Matices” y en septiembre empiezo una serie que se llama “Salvador” con Daniel Calparsoro en la dirección.
Además del placer de haber rodado con tus amigos, en estos años has estado a las órdenes de directores como Jim Jarmusch o Michael Mann. ¿Hay algún director con el que te gustaría rodar de manera especial?
Yo hubiera dado medio brazo por rodar con Scorsese. He tenido tanta adoración por sus películas y sus actores (Pesci, De Niro, Liotta...) que me hubiera encantado poder compartir medio minuto de una escena con cualquiera de ellos.
¿Cómo crees que están cambiando las plataformas el mundo del cine y su relación de los espectadores?
Ayer estaba en la cola de la compra y me encontré con una pareja de señores que me felicitaron y me dijeron que les gustaban mucho mis pelis pero me admitieron que hacía muchísimo tiempo que no iban al cine. Yo creo que la pandemia lo cambió todo y mucha gente perdió la costumbre de ir a las salas. En ese momento las plataformas empezaban a introducirse de una manera muy notable; fue el momento perfecto para las plataformas y el momento terrible para las salas de cine.
El consumo ha cambiado; la gente consume más contenido y eso provoca cierto colapso en la industria que se está empezando a notar. En los próximos años veremos cuál es la situación real después de esa sobredosis absoluta.
A lo largo de tu carrera te hemos visto dando un paso al frente para decir lo que piensas sobre determinadas situaciones sociales y políticas. ¿Cómo ves lo que está pasando en Europa y en el mundo con el avance de la ultraderecha?
La presencia de la ultraderecha en algunos estamentos es muy preocupante. En algunos lugares se les ha dado una capacidad de gobernar que nos afecta directamente al mundo de la cultura. Y está claro que el mundo de la cultura como yo la entiendo y la ultraderecha no cuadran. Tengo la sensación de que en los últimos tiempos ha habido un poco de contención con ellos. Espera, discúlpame un momento.
[momentáneamente se interrumpe la entrevista]
Es que se me estaba quemando el pollo, perdón. Ya estoy.
¿A qué te refieres con que ha habido contención?
Creo que ha habido un dique de contención. Yo tengo cierta sensación de descanso después del 23J con todo esto. Parece que venían muy fuerte y la cosa se ha relajado un poco. Me preocupan cosas como lo que representa Alvise Pérez. Creo que es un fenómeno absolutamente absurdo; una persona que se presenta sin un programa, que se ríe de los periodistas cuando le preguntan. Es algo que no puedo explicar. Votar a una persona así está tan lejos de mi manera de entender la política y la sociedad...Pero claro, yo no puedo despreciar el voto de otro ciudadano. La gente entiendo que vota en pleno uso de su raciocinio pero soy incapaz de comprenderlo, sinceramente.
¿Volver al teatro está en tu radar?
El teatro siempre está en mi radar. Estoy en una etapa en la que el teatro me complica la crianza. En otro momento los horarios me preocupaban menos pero ahora, con mis hijos, es una de mis prioridades. El audiovisual me ofrece una conciliación que el teatro me complica. Lo de tener que marcharte de casa cuando tus hijos están llegando y aparecer de madrugada cuando ya duermen...
Para lo que sí encuentras tiempo es para tu colaboración con la ONG “Uno entre cien mil”, ¿qué trabajo haces con ellos?
Al principio fue una colaboración para hacer un cortometraje que elucubraba con la idea de que se encontraba una cura contra la leucemia infantil y yo aportaba lo que podía en campañas que lo que buscaban era captar socios para sostener su trabajo. “Uno entre cien mil” es una fundación dedicada a la investigación para la lucha contra el cáncer infantil. Ahora estamos preparando una nueva campaña que se lanzará en septiembre.
Me he quedado con una curiosidad que te planteo como cierre. Cuéntame la receta de ese pollo que dices que se te ha estado quemando mientras hablábamos.
Es pollo a la cerveza. Con eso te digo todo.
No sé si preguntar la marca de cerveza con la que preparas el pollo a la cerveza...
No preguntes (risas).
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