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La mitad del poder local gallego se rebela ante la posibilidad de que Feijóo realice su sucesión por el método del dedazo

Feijóo, Rueda y Baltar en una imagen de archivo

Gonzalo Cortizo

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La decisión de Alberto Núñez Feijóo de marcharse a Madrid y dejar para el final la solución a su sucesión en Galicia está empezando a generar tensiones en el Partido Popular de Galicia. A la espera de su dimisión como presidente de la Xunta, para la que aún no hay fecha, Feijóo ya ha dimitido como presidente del PP gallego, obligado por las incompatibilidades que marcan los estatutos.

Las normas que rigen la vida del partido en Galicia dicen que su presidente es, de manera automática, el candidato a la Xunta. A día de hoy, el PP gallego no tiene presidente y Feijóo prevé solucionar ese vacío de poder con una decisión a dedo. La idea que baraja su cúpula es que el Comité Ejecutivo, un órgano controlado por la dirección, sea quien asuma la decisión sin necesidad de darle voz a la militancia. Los estatutos lo permiten pero el plan no gusta a los presidentes provinciales que ya han alzado la voz.

En medio de la tensión Alfonso Rueda, principal candidato al relevo, ha salido a la palestra este jueves para pedir calma a sus compañeros de partido e invitarles a no expresar en público discrepancias sobre el proceso para designar a un nuevo barón en Galicia. Su receta se basa en dos ejes: comportarse con “tranquilidad” y mantener las conversaciones “internamente”. Los trapos se lavan en casa. La petición de Rueda, que además de ser vicepresidente de la Xunta encabeza el PP de Pontevedra, se produce después de que los barones provinciales de Ourense, José Manuel Baltar, y A Coruña, Diego Calvo, hayan reclamado públicamente la celebración de un congreso para elegir al nuevo líder. Elena Candia, presidenta provincial del PP de Lugo, por el momento ha preferido guardar silencio y no posicionarse.

“Vamos a cumplir todos los plazos y haremos lo que digan los Estatutos del partido, que es lo que toca”, afirmó Feijóo este miércoles. El líder del PP asegura que no tiene “ninguna preocupación” por las declaraciones de los presidentes provinciales y advierte de que el congreso no es la única vía “democrática” para elegir un sucesor.

Más de un candidato

La gran diferencia entre nombrar al sucesor desde el Comité Ejecutivo o en un congreso es que en el primer modelo solo opina un órgano controlado por el poder orgánico y en el segundo tendrían que votar de alguna manera los militantes. Además, se abriría la posibilidad de que hubiese más de un candidato. La última vez que el PP de Galicia eligió a su líder en un congreso fue en 2006. Fraga acababa de perder las elecciones del año anterior y hasta un total de cuatro personas dieron el paso: Xosé Cuiña, Enrique López Veiga, Xosé Manuel Barreiro y Alberto Núñez Feijóo.

Los dos primeros quedaron descartados tras no conseguir los avales necesarios en aquel momento para defender una candidatura. Los dos que quedaban llegaron a un acuerdo, impulsado por Manuel Fraga, para repartirse cuotas de poder y fusionaron sus candidaturas: Feijóo la encabezó y ganó con el apoyo del 96% de los compromisarios. Todos esos trámites de pacto, acuerdo y reparto de poder es lo que el nuevo PP de Galicia podría ahorrarse ahora si no cede a la pretensión de dos de sus barones provinciales para abrir las urnas de la organización.

Diego Calvo, presidente del PP en la provincia de A Coruña, es partidario de que se convoque un congreso “pronto” y asegura que “sería bueno” que los militantes escojan al sucesor de Alberto Núñez Feijóo. José Manuel Baltar, presidente provincial del PP de Ourense, asegura que “un congreso extraordinario debe ser una solución normal como se hizo a nivel nacional y que, en esa andadura, el PP dará la mejor de las respuestas”.

Los dos dirigentes provinciales han sido aupados por Feijóo para puestos en la dirección del partido durante el congreso celebrado a principio de mes en Sevilla. Calvo, para presidir el Comité Electoral y Baltar como vocal en el Comité Ejecutivo de la formación, un cargo sin apenas relevancia real. A pesar de esos nombramientos en Galicia se están configurando como las dos voces más críticas ante la posibilidad de realizar una sucesión a dedo y sin reparto de cuotas de poder.

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