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“Nadie debe hacer tantos kilómetros; el aborto tiene que regularse y asegurarse en la sanidad pública”

Clínica Isadora, en Madrid

Miguel Pardo

La polémica por el tratamiento de los abortos eugenésicos en Galicia ha sacado a la luz varios testimonios de mujeres relatando sus difíciles experiencias. La Plataforma Galega polo Dereito ao Aborto (PGDA) ha advertido que en varios hospitales públicos gallegos -por lo menos en A Coruña y Ferrol- no se garantiza la asistencia necesaria, ni la de una matrona ni la del personal médico idóneo, o que incluso las pacientes deben expulsar el feto en solitario en un baño. Y algunas afectadas lo han contado. La alternativa que da el Sergas para garantizar una asistencia médica completa y el acompañamiento continuo de la mujer es acudir la una clínica privada en Madrid, donde el trato es el idóneo, y con todos los gastos pagados. Aurora González, de Ribadeo, decidió también relatar su experiencia, en este caso censurando que tuviera que trasladarse a la capital del Estado estando gestante de 19 semanas sin que la Xunta le diese otra alternativa. Allí, según dijo, la atención no fue la que ella esperaba, a pesar de que la clínica Isadora goza del prestigio de ser el primer centro español con una vocación social para atender mujeres para la interrupción del embarazo y ha sido reconocida por su atención exquisita a las pacientes.

Sorprendidos por las críticas, responsables de la clínica Isadora dan su versión. “Quedamos sorprendidísimos; si en algo pudimos errar, lo sentimos muchísimo y le pedimos perdón a la afectada en el caso de que fuese así”, explica Empar Pineda. Reconocida activista feminista y a favor del derecho al aborto, fue responsable del centro desde su fundación hace más de veinte años y sufrió, al igual que la propia clínica, el acoso, las presiones y las denuncias de los movimientos antiabortistas más retrógrados. Por todo esto, rechaza que se pueda ni tan siquiera pensar que el trato a la mujer en el centro no sea el idóneo. Y lo dice ella, que ahora jubilada explica cuál es el protocolo a seguir después de pelear toda la vida por las mujeres.

Aurora aseguró que en Isadora no se había tenido “la más mínima empatía” con ella. Pineda aclara que “si por algo se caracteriza” la clínica es “por la formación en empatía que se le da a todos los trabajadores”. “Somos muy conscientes de lo que significa detener un embarazo, y más cuando es debido a una malformación o por problemas de salud y viéndose obligadas a desplazarse”, explica tras recordar que “el equipo médico es el primero que empezó haciendo abortos en España”.

Pineda insiste en que “el trato es el más exquisito” y que a cada mujer se le proporciona “una habitación con dos camas” para que pueda estar siempre con su acompañante. “Tanto el personal médico como el de enfermería están pendientes de ellas permanentemente, día y noche... De lo contrario, el propio Sergas nos habría llamado la atención”, continúa quien advierte de la cantidad de testimonios y cartas de agradecimiento que reciben en la clínica por la atención recibida. “Cada mujer es un mundo y las expectativas con las que vienen suelen ser diferentes, pero si por algo destaca el centro es por el tratamiento a las pacientes”, añade. La Xunta lleva más de veinte años con un acuerdo con este centro, a donde envía las mujeres a los que no puede asegurar una asistencia completa en Galicia superadas las 14 semanas de embarazo.

La mujer de Ribadeo que dio su testimonio denuncia que le hicieron un legrado en lugar de inducirle el parto. Pineda asegura que cuando una mujer llega con los problemas como los de esta afectada, “se le explican las opciones y eligen entre la inducción o un aborto más rápido que les permite irse el mismo día”. “El 95% de ellas eligen esta segunda opción”, advierte, aunque no puede dar detalles del caso de la gallega, que empezó su relato denunciando que ningún hospital gallego le ofreciese la atención necesaria ni le permitiera interrumpir su embarazo.

Y ahí, Empar Pineda coincide. “Desde nuestro punto de vista, ojalá ninguna mujer tuviese que hacer esa cantidad de kilómetros... Por si fuera poco del sufrimiento, tener que salir de su entorno y viajar no es lo más idóneo”, asegura. Preguntada por si los casos de estos abortos deberían estar garantizados en los sistemas sanitarios públicos, también es clara: “Por supuesto que debería estar regulado y asegurado en la sanidad pública”.

En el fondo, como denuncian la PGDA y las mujeres afectadas por la nula o precaria asistencia en sus abortos, el problema es que el sistema sanitario público en Galicia no garantice la atención médica completa y continua para estos casos. O viajan a Madrid para garantizar unas condiciones idóneas -cómo a las que se le reconocieron tantas veces a la clínica Isadora- o son atendidas en algún hospital público gallego, de los que se denunciaron múltiples errores y carencias. La Xunta, mientras, mantiene que no cambiará el protocolo pero que investigará los posibles problemas. Y al tiempo, los testimonios sobre precarias condiciones en el Sergas continúan llegando.

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