Manuel Fraga, atornillado a la alameda de su pueblo por 7.200 euros
“La calle es mía” es una frase que se atribuye a Manuel Fraga de la época en que fue ministro de Gobernación, en 1976. Cuatro décadas después la que vuelve a ser suya es la alameda de Vilalba (Lugo), en la que luce nuevamente un busto suyo de bronce después de que el anterior, instalado allí, frente a su casa natal, en 1970, desapareciese el pasado noviembre y, al contrario que en ocasiones anteriores, en que era habitual encontrarlo en el río, nunca más se supiese de él. Medio año después, el gobierno local del PP acaba de colocar uno nuevo con un coste de 7.200 euros, decisión que la oposición critica por tomarse de manera unilateral sin consultar con el resto de grupos. El nuevo busto, destacan en la villa, ha sido atornillado aún más fuertemente que el anterior para evitar nuevos robos.
Porque la desaparición del busto de Fraga en noviembre no fue la primera, y por eso mismo no sorprendió a los vecinos, que tampoco descartan que se vuelva a producir. “Estará en el río”, es la frase que se repite en Vilalba cada vez que la efigie desaparece de la alameda, porque allí fue donde apareció a los pocos días en varias ocasiones anteriores. Pero en esta ocasión el propio alcalde, el popular Agustín Baamonde, tenía dudas. “Esta vez no parece una gamberrada, no lo tumbaron o arrancaron, quitaron limpiamente los tornillos, hicieron un trabajo quirúrgico, profesional”, contaba a este diario el regidor, que aventuraba un pronóstico: “Esta vez, es una opinión personal, no aparece”.
Con ese temor, el propio alcalde avanzaba ya entonces que, si no aparecía en un tiempo prudencial, su gobierno preveía encargar un nuevo busto de bronce a partir del molde original que aún se conserva, “y los que hagan falta, porque fue una figura política reconocida que siempre hizo gala de ser de Vilalba”.
Y así fue. Esta semana un nuevo busto de bronce apareció en la alameda y, con él, las críticas de la oposición, que lamenta que el alcalde tomase unilateralmente la decisión sin consultar con el resto de grupos municipales de un gasto que cuantifican en 7.200 euros. La portavoz municipal del grupo mayoritario de la oposición, el PSdeG, Elba Veleiro, recuerda que a finales del pasado año, tras la desaparición del anterior busto, el propio alcalde secundó verbalmente en un Pleno la postura socialista de analizar si la alameda sigue siendo el mejor lugar para la efigie. Tras una moción de otro grupo, Vilalba Aberta, más crítica con Fraga, la socialista argumentó la complejidad de su figura, ministro de Franco pero posteriormente presidente de la Xunta durante cuatro legislaturas con mayoría absoluta, para concluir que los vilalbeses de hoy debían poder opinar sobre un monumento colocado en 1970. “Pedíamos primero estudiar si era preciso hacer otro busto y después qué emplazamiento darle”, dice Veleiro, que destaca que el alcalde hizo suya la postura socialista pero que ahora acaba de reponer el busto sin consultarlo con nadie.
El busto de Fraga en la alameda de Vilalba data de 1970, cuando ya había dejado de ser ministro de Información y Turismo de Franco (1962-69), cargo en el que impulsó la construcción en su villa natal de un Parador de Turismo. Y allí siguió el busto mientras Fraga, presidente de la Xunta entre 1990 y 2005, dejaba en Vilalba también un auditorio que lleva el nombre de su esposa, Carmen Estévez, y conseguía que la Autovía del Cantábrico (A-8) pase por allí a pesar de estar a 60 kilómetros de la costa.
Fue a partir del retorno de Fraga a Galicia en los años noventa cuando aumentaron los ataques contra su efigie. Las pintadas con alusiones políticas eran otra cosa, pero que el busto apareciese en el río Madalena, a un kilómetro escaso de la alameda, era visto como una recurrente gamberrada estival que permanece en el imaginario colectivo de la villa. Ahora el nuevo busto, sea para evitar gamberradas o robos “profesionales”, acaba de ser atornillado aún mejor que el anterior para que la alameda de Vilalba siga siendo de Fraga.