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Casi 4.000 mayores resisten en las residencias gallegas sin medidas de protección adecuadas ante el coronavirus

La conselleira de Política Social, Fabiola García, en una visita a un centro de mayores en Cabana de Bergantiños.

María Pampín / Daniel Salgado

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“En las residencias de mayores de Galicia no hay coronavirus porque aún no nos han hecho tests ni a los trabajadores ni a los internos”. El personal que trabaja día a día con la población más vulnerable al COVID-19 sabe que cuando entre el virus en algún centro será porque lo han llevado ellos. Con las visitas de familiares suspendidas y cinco días después de que comenzase el estado de alarma muchos siguen trabajando sin material de protección adecuado mientras observan las complicaciones que sufren otros centros en España.

Faltan, sobre todo, mascarillas y batas desechables pero también medidas que permitan mantener protocolos recomendados, como la distancia mínima entre personas. La Xunta tampoco ha activado ningún tipo de control médico sobre los trabajadores, que no se tienen que someter a las pruebas del coronavirus. En el centro de mayores de Ferrol tanto el director como una trabajadora del área de animación “están en cuarentena después de una excursión que hicieron el pasado lunes”, según aseguran desde el sindicato CIG. El Gobierno gallego informó el pasado martes de que la mayor parte de los nuevos contagios en Galicia se produjeron durante dos viajes en grupos de este tipo a Lloret de Mar y Benidorm.

“No se les hizo ningún test”, asegura Mar Peteira, presidenta del comité de empresa en la residencia de Volta do Castro, en Santiago, “y ellos estuvieron en contacto con más trabajadores”. La Consellería de Política Social afirma que no hay ningún positivo en la residencia e indica que están a la espera del ministerio para “decidir el criterio que se debe seguir a nivel nacional” al respecto de las pruebas a los empleados.

Por el momento, la Xunta solo confirma un caso en centros para la tercera edad, en una residencia privada en Caldas de Reis (Pontevedra). “Se mantiene en aislamiento. Cuando existen síntomas, de acuerdo al protocolo, la persona usuaria se traslada a un cuarto aislado y se siguen todas las indicaciones de las autoridades sanitarias”, explica la Consellería de Política Social.

En la residencia pública de Oleiros (A Coruña) viven 284 mayores. La mayoría de ellos sigue compartiendo comedor y actividades, como la de terapia ocupacional, cada día. “Para nosotros es imposible mantener la distancia”, explica una de las técnicos auxiliares de enfermería, “porque los aseamos, los vestimos y les damos de comer”. Y lo hacen muchas veces de dos en dos y sin mascarillas. “Las que trabajamos el sábado aún pudimos hacernos con las últimas. Pero llevo con ella cinco días. Una compañera usa la de su marido, que es pintor”, cuenta. En este centro de Oleiros solo el personal de la enfermería tiene la obligación de llevar la mascarilla. “Protestamos. Las mascarillas tienen que ser desechables y se tienen que cambiar cada día. Desde la dirección nos dijeron que no era necesario”, lamentan.

La situación es parecida en Volta do Castro, con más de 200 residentes. “Estamos sin mascarillas porque no las hay, pero sí tenemos guantes”, cuenta una de sus trabajadoras, que califica de “ridículas” las medidas de distanciamiento entre los residentes. “Qué más da que en las clases se separen si se meten cuatro o cinco mayores juntos en el ascensor o están todos sentados juntos en el comedor”, apunta. La presidenta del comité de personal recuerda también que los residentes salen del centro para ir al hospital y que viajan muchas veces en ambulancias. “Y vuelven al centro sin saber con quién han estado en contacto. No hay control”, recalca. Peteira insiste en que es imposible atender a un residente manteniendo la distancia por lo que reclama que la Xunta les facilite, al menos, material de protección.

La Xunta dice ser consciente de que es necesario proporcionar más mascarillas, guantes y batas y asegura que los reclama “día tras día” ao Gobierno central, que asumió el fin de semana el suministro centralizado de este material. “Si no tenemos EPI -equipos de protección individual- es porque no tuvieron la previsión de mandarlos antes. Que hasta hace tres días las competencias eran de la Xunta”, critica una empleada del centro. El Servizo Galego de Saúde (Sergas) anunció esta tarde que repartieron hoy 4.900 mascarillas en residencias sociosanitarias. En Volta do Castro, los empleados denuncian que la dirección mandó sacarse las mascarillas a trabajadores que las llevaron de sus casas.

Así, sin medidas de protección, sin control sobre los trabajadores y sin que se cumpla los protocolos de distanciamiento se encuentran casi 4.000 mayores que viven en las residencias públicas y gestionadas en concesión de Galicia, dependientes tanto de la Consellería de Política Social como del Consorcio de Benestar.

La inquietud también llega a sus familias. La hija de una de las residentes en Volta do Castro tuvo que pelearse con el teléfono para saber algo de su madre. “Conseguí hablar con la doctora porque fui muy insistente”, cuenta, “pero no entiendo que no puedas llamar para informarte, que no tengan un horario para que llamen los familiares o algo así”. Ella explica que la información se la dan a cuentagotas. “Me pregunto si alguien me llamará si pasa algo. Tengo una angustia brutal”, dice. Considera que la situación de la residencia es “precaria” en condiciones normales, con poco personal. “Y no me quiero imaginar ahora”, apunta.

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