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Feijóo se aferra a la crítica al Gobierno central y retrasa las medidas de la Xunta en una semana en que han muerto 99 personas

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

Daniel Salgado

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Galicia acaba de pasar una de las peores semanas de la epidemia de coronavirus que llegó a la comunidad entre finales de febrero y comienzos de marzo. La Xunta comunicó la muerte de 99 personas entre el 15 y el 21 de enero. Solo durante las tres semanas que separaron el 27 de marzo del 17 de abril de 2020 se registraron peores cifras. Y todo apunta, así lo dejó entrever este jueves el presidente gallego, que la situación puede todavía agravarse. Sin embargo, Feijóo ha optado por el estatismo: crítica con dureza al Gobierno central por su negativa a que las comunidades adelanten el toque de queda pero no agota todas las medidas de las que dispone en su ámbito competencial.

“Si el toque de queda funcionase a partir de las 20.00 horas, y después de trabajar todos nos recogiéramos en nuestras casas, probablemente las medidas de restricción podrían ser menores”, llegó a afirmar este viernes. Era el segundo día consecutivo en que arremetía contra el Ministerio de Sanidad, que el miércoles negó a las autonomías la posibilidad de controlar los horarios de recogida de la población más allá del arco que va de las 22.00 horas a las 00.00. Según Feijóo, eso le supondrá verse obligado a usar “otras herramientas para restringir que afecten aún más a la hostelería, a la práctica deportiva o al aislamiento de los ayuntamientos”. No desgranó cuáles, solo que las anunciará a comienzos de la próxima semana.

Los casos activos en la comunidad son 17.125, el máximo histórico y récord por noveno día consecutivo. La incidencia acumulada supera los 500 por 100.000 habitantes. El propio presidente mostró su preocupación por la “enorme tensión del sistema sanitario”: hay 137 pacientes en cuidados intensivos y 795 hospitalizados en planta. Solo entre el último tramo de marzo y el primero de abril fueron más. La tercera ola estalló justo después de una Navidad en la que Sanidade abrió la movilidad en Nochebuena, Fin de Año y Reyes y autorizó reuniones de dos unidades familiares compuestas por un máximo de seis adultos y cuatro menores de 10 años. Era la materialización del empeño de Feijóo por “salvar” las fiestas y hacer frente al “demoledor” estado de alarma. Cuando los hospitales comenzaron a sentir las consecuencias, culpó a la ciudadanía.

“Autoconfinamiento” recomendado

En la actualidad son tres los municipios en “nivel extremo de restricciones” -Arteixo, Xinzo de Limia y Viveiro-, lo que implica bares cerrados, comercio abierto hasta las 21.30 horas, reuniones de máximo cuatro no convivientes y perímetros cerrados excepto por causa justificada. Otros 116 se encuentran en “nivel máximo de restricciones”: la principal diferencia es que los bares pueden trabajar, pero solo en terraza y con su aforo al 50% y hasta las 18.00 horas. En los demás ayuntamientos no existe cierre perimetral y en la hostelería se permite una ocupación interior del 30%. El conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, llamó además al “autoconfinamiento” de la población, pero no ha insistido demasiado en la idea.

Su departamento no ha tomado, por el momento y pese al elevado número de muertes de esta semana, decisiones que son de su ámbito competencial. El cierre total de la hostelería, la reducción del horario comercial o la prohibición de reuniones de no convivientes son las que menciona la oposición. El BNG propone, desde el lunes, un confinamiento total de la población durante dos semanas y ampliables. Su líder Ana Pontón volvía este viernes sobre la idea, que remitía al Gobierno central y a la Xunta. Para ambos tenía reproches: “Espero que el Ejecutivo de Sánchez no esté condicionado por ningún proceso electoral, y que Feijóo deje de esconderse y se decida a tomar las medidas necesarias para controlar la pandemia”. También el propio Feijóo había vinculado la negativa del ministerio a adelantar el toque de queda con las elecciones en Catalunya.

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