El presidente de la Xunta se diluye entre una agenda desdibujada y su ligera acción de gobierno
En las fotografías de la cumbre hispano alemana de A Coruña hubo una notoria ausencia. Alfonso Rueda, desde mayo presidente de la Xunta de Galicia, no aparecía por ningún lado. Los retablos los formaban Sánchez, Olaf Scholz, el delegado del Gobierno José Miñones, la alcaldesa de la ciudad Inés Rey, un conselleiro de Facenda o algunos uniformados militares. Rueda no ofreció explicaciones públicas de su falta hasta que elDiario.es se interesó por ello. Su excusa, argumentaron fuentes de su equipo, era que había recibido la invitación solo dos días antes del evento. La oposición socialista no tardó en criticarlo por “no ser todavía consciente de que representa a Galicia”. La imagen del presidente gallego, criado políticamente a la sombra de Núñez Feijóo durante 16 años, parece desvanecerse en una agenda poblada –más que la de su antecesor– pero que evita temas espinosos, y en una acción de gobierno más bien ligera.
La actitud de Rueda contrasta con la de su mentor, quien, en 2014, se colocó a los pies de la escalerilla del avión en el aeropuerto de Lavacolla (Santiago de Compostela) para recibir, junto al entonces presidente español Mariano Rajoy, a Angela Merkel. Feijóo los acompañó, además, a la visita guiada por la catedral. Había mayor proximidad ideológica, es cierto, pero el acontecimiento era de menor nivel, ya que con Rajoy y Merkel no viajaron ministros. A A Coruña asistieron 15 ministros de ambos gabinetes. Alfonso Rueda optó por no acudir y la representación de la Autonomía recayó en el responsable de Facenda, Miguel Corgos.
No habían transcurrido ni dos días desde otro sonoro desencuentro protagonizado por Rueda. El jefe del ejecutivo gallego había sido incapaz de conseguir una reunión con el regidor de la ciudad más grande de Galicia, gobernada por el PSOE con 20 de 27 concejales. Rueda intentó imponer al alcalde Abel Caballero la presencia de una tercera, la delegada de la Xunta en Vigo, Marta Fernández–Tapias. Pero daba la casualidad de que Fernández–Tapias es además la candidata elegida por el PP para competir con Caballero en las elecciones municipales del próximo año. El gabinete de Rueda se ha esforzado en potenciar su figura, a la que ha cedido el foco en las presentaciones de los grandes conciertos del Xacobeo en la ciudad. Está en juego no solo mejorar el mediocre resultado del PP vigués, sino la Diputación de Pontevedra, desde 2015 en manos de una coalición de socialistas y BNG. Caballero se desentendió, criticó “las formas” de Rueda y lo acusó de generar un problema para no abordar “la desatención a Vigo” por parte del Gobierno gallego. No hubo reunión. Sí en las otras seis ciudades gallegas, pero en ninguna la figura del delegado de la Xunta coincide con la de candidato del PP.
Tampoco el veto de la Unión Europea a la pesca de fondo agitó demasiado la silla del presidente de la Xunta. No hizo acto de presencia en la manifestación convocada en Ribeira el pasado fin de semana a la que sí acudió su conselleira Rosa Quintana y otros cargos conservadores. Y mientras el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno, se desplazaba a Bruselas para pedir explicaciones al comisario europeo de pesca, el lituano Virginius Sinkevicius, Rueda se quedó en Galicia. Ante las críticas del Partido Socialista, se escudó en que prefiere que haya “una sola voz” en el conflicto. Y pese a que la comunidad concentra la mitad de la flota pesquera estatal y será de las zonas más afectadas por la decisión comunitaria, Moreno fue el que ocupó las fotos en la capital europea. Ese día, el presidente de la Xunta de Galicia optó por una visita de cortesía a la sede de la Real Academia Galega en A Coruña.
El presidente pixelado
Lo cierto es que la popularidad nunca fue el punto fuerte de Alfonso Rueda. Tras 13 años como conselleiro y vicepresidente en los gobiernos de Feijóo, dos meses antes de tomar su relevo solo lo conocían, según una encuesta de La Voz de Galicia, el 45% de la ciudadanía gallega. Ya presidente de la Xunta, la cobertura que la revista Lecturas hizo de la visita de los reyes a Santiago de Compostela por el 25 de julio –Día Nacional de Galicia– convertía esa circunstancia en anécdota y carne de meme. Una imagen de la infanta Sofía ilustraba la información del magacín sobre el acto. En ella aparecía escoltada por dos hombres cuyo rostro estaba pixelado. Uno de ellos era Alfonso Rueda, confundido por los redactores de Lecturas con el personal de seguridad de la infanta. La esperable mofa circuló por en las redes sociales.
Ni siquiera el inaudito acto que, a mediados de septiembre, organizó en la Cidade da Cultura parece cambiar el curso apagado de su presidencia. El día 19 reunió a todo su gobierno, jefes de gabinete, asesores, secretarios y directores generales –los tres primeros niveles de la Administración–, a una especie de mitin de apertura del curso político. El anuncio estrella fue la ayuda de 25 euros, que se suma a los 50 ya vigentes, para material escolar. La agenda le jugó una mala pasada. Ese mismo día, casi a la misma hora, Abel Caballero explicaba que el Concello de Vigo iba a sufragar los libros de texto de primaria y secundaria para todos los estudiantes vigueses. Preguntado en la comparecencia posterior a la reunión semanal de su gabinete, no se atrevió a cuestionar la medida de Caballero y dijo que le “parecía bien”.
Atrás quedaban los complicados meses de verano, en los que una descomunal ola de incendios arrasó más de 44.000 hectáreas. Oposición y afectados atacaron la falta de medios y descoordinación, además de un notable atraso en las medidas antiincendios de la Xunta. La Fiscalía ha incoado diligencias tras una denuncia de entidades ecologistas. Su agenda, mientras, parece más densa que la de Feijóo, quien solía librar la mayoría de fines de semana. Pero a menudo se trata de fiestas gastronómicas o actos relacionados con el Camiño de Santiago dirigidos a popularizar su figura. Esta semana, eso sí, ha realizado su primer viaje como presidente a Argentina y Uruguay. Tras la eliminación del voto rogado, allí se concentran enormes cantidades de potenciales votantes. Al contrario que a sus antecesores Emilio Pérez Touriño, del PSdeG, o Feijóo, recibidos por los sucesivos presidentes argentinos –Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Mauricio Macri–, Rueda se limitó a hablar con el jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, que es de la derecha macrista. La pieza del telediario de la Televisión de Galicia, cuyos reporteros viajan junto a él, fue una crónica contra el actual ejecutivo peronista de Alberto Fernández.
Aquel discurso del monte Gaiás antes sus altos cargos –no todos: los relevos y dimisiones en el Sergas o en la Dirección Xeral de FP llevaron al PSdeG a advertir de que Rueda “perdía las riendas” de su gabinete– fue también minuciosamente recogido y glosada por la televisión pública gallega. Y eso que sus informativos suelen ahora concentrarse en la política estatal, con una luz nada favorable a las políticas de PSOE y Unidas Podemos y sí a Feijóo, actual presidente del PP estatal. El sesgo del canal autonómico llegó al punto de que ni siquiera hubo conexión en directo con la cumbre hispano alemana de la que Rueda decidió ausentarse, a pesar de que discurría en A Coruña.
Nota: por error, en una primera versión esta información aseguraba que la reunión entre Alfonso Rueda y el jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires había sido por videconferencia. El encuentro fue presencial. Virtual había sido una conversación previa a mediados de septiembre para preparar el viaje.
5