Cuando Tellado ensayó en Galicia el despropósito de ETA y relacionó al BNG con el Comando Barcelona
Miguel Tellado, ahora portavoz del Partido Popular en el Congreso, nunca ha mostrado demasiado reparo por los límites. Ni del decoro parlamentario, ni de la realidad de los hechos. Lo saben quienes atendían a su desempeño en el Parlamento de Galicia, donde fue durante años uno de los hombres de confianza de Alberto Núñez Feijóo, entonces presidente de la Xunta. Mucho antes de desaforadas intervenciones como las de esta semana a propósito de la trasposición de la directiva europea sobre conmutación de penas, Tellado ya ensayaba tono y melodía en la Cámara autonómica. En septiembre de 2021 no dudó en relacionar al BNG con el Comando Barcelona de ETA. Ni lo retiró del diario de sesiones ni pidió disculpas. Se quedó tan ancho, sus compañeros lo aplaudieron.
Bien es cierto que el arbitraje en el Hemiciclo gallego suele favorecer, en el control de tiempos o en la manga ancha para ceñirse o no a la cuestión, al grupo parlamentario mayoritario, el PP. No por casualidad lo presiden miembros de esa formación desde 2009, cuando Feijóo obtuvo la primera de sus cuatro mayoría absolutas en la comunidad autónoma. Así las condiciones del terreno de juego, aquel día de septiembre de 2021 el presidente, Miguel Santalices, no lo apercibió. Y eso que su discurso consistió básicamente en una lista de infundios que culminó con la mención al Comando Barcelona: “Ana Pontón felicita la Navidad a Otegi en castellano. 'Feliz Navidad, Arnaldo, y dale recuerdos al Comando Barcelona”. Antes había pronunciado sonoras mentiras, como la de que el BNG se “negaba a condenar la violencia como herramienta política”.
El debate lo había propuesto el propio PP. Se trataba de una de esas iniciativas sobre defensa de la Constitución que en realidad solo buscaba hurgar en las supuestas contradicciones de la oposición, en este caso el BNG. “Los forzaremos a explicar si quieren o no la independencia de Galicia”, había avisado la derecha, como si el carácter nacionalista de los nacionalistas gallegos de izquierdas no fuese de dominio público. Pero Tellado, siempre irrefrenable, o sin frenos retóricos, dedicó sus discursos a arremeter aparatosamente contra el Bloque. Se arrogó para los populares un papel histórico en defensa “de la libertad y el autogobierno” que obviaba la genética franquista de Alianza Popular. Las anteriores siglas del PP nacieron enraizadas en los sectores inmovilistas de la dictadura y la formación llegó dividida al referéndum constitucional de 1978. Tampoco fue entusiasta de la descentralización política y administrativa, aunque finalmente sí subió a la ola autonomista gallega. La verdad histórica no se encuentra desde luego entre las preocupaciones de Miguel Tellado.
Porque el diputado había subido a la tribuna a otra cosa. Además del embuste sobre el BNG y la violencia política y la impresentable mención al Comando Barcelona, Tellado desgranaba como novedosas y presuntamente condenables las alianzas del nacionalismo gallego con la izquierda abertzale -solo retomadas una vez desapareció ETA- o Esquerra Republicana, su participación en actos de protesta contra el bloqueo estadounidense a Cuba o -esto resultó estrambótico incluso para el rasero de Tellado- su voto negativo a los presupuestos del gabinete de Feijóo. La réplica la enunció en aquella ocasión Olalla Rodil, viceportavoz del BNG. Su ironía fue demoledora -“sí, señor Tellado, lo pusimos en el nombre. Somos un Bloque, somos nacionalistas y somos gallegas”. Tellado permaneció impasible. Tampoco se caracteriza, como parlamentario, ni por la sutileza ni por el humor.
Su inquina contra el BNG podría estar relacionada con lo que el tópico denomina “furia del converso”. En sus tiempos de universitario formó en las filas del efímero Movemento Estudantil Universitario (MEU), una escisión de los desaparecidos Comités Abertos de Facultade (CAF), el sindicato más próximo al Bloque. Un compañero de entonces, hoy en sus antípodas ideológicas, lo definía en un perfil publicado por este periódico como “un muchacho muy espabilado y de mente abierta”. Ahora vocifera en el Congreso de los Diputados por deseo expreso de Alberto Núñez Feijóo. Pero esta vez el irrefrenable Tellado puede haberse pasado de frenada. Las risas de Macarena Montesinos mientras el portavoz agitaba fotos de cargos socialistas asesinados por ETA lo han colocado en el centro de todas las críticas. También de los familiares de las víctimas.
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