Europa no es Silicon Valley (ni falta que hace): presente y futuro del panorama 'startup' en el Viejo Continente

Europa está preocupada. Hoy la Comisión Europea abre el plazo para repartir 10 millones de euros entre las aceleradoras, incubadoras y proyectos que fomenten la creación de 'startups'. El pasado mes de julio anunció otros 100 millones que iban directos a compañías “altamente innovadoras” que desarrollaran 'apps' y servicios digitales. Todo es parte del plan Startup Europe, que quiere “acelerar, conectar y celebrar los ecosistemas emprendedores europeos para que las 'startups' tecnológicas no sólo empiecen en Europa, sino que se queden”.

Vamos, que en la administrativa y burócrata Bruselas se han dado cuenta de que las empresas que lideran internet no son de aquí (piensa en las más conocidas, Google, Facebook o Amazon, y en otras que no lo son tanto pero que completan los rankings, como las chinas Baidu, Tencent o Alibaba) y que muchas de las que nacen se quedan en los mercados locales y no llegan a despegar internacionalmente. Y en plena crisis y con el paro casi por las nubes, montar 'startups', que tienen un coste de entrada es bajo y si crecen crean puestos de trabajo, podría ser una solución. O al menos es parte de la teoría que se reproduce una y otra y otra vez en convenciones políticas: nuestro continente necesita un cambio de mentalidad, arriesgar, innovar, emprender y más gente que funde más 'startups'.

Así que en la Comisión empezaron a preguntarse “¿qué tenemos que hacer para ser Silicon Valley?”. Montaron eventos y competiciones, escribieron documentos con recomendaciones y hasta un manifiesto y seleccionaron a líderes y expertos que les asesoraran. Y más o menos todos les decían lo mismo. No se trata de que Europa sea una réplica de Silicon Valley sino de mejorar las condiciones para que la innovación también suceda aquí. Y cuando decimos aquí decimos a lo largo y ancho del continente. De Portugal a Estonia pasando por Alemania, España, Reino Unido, Holanda, Finlandia...

“Podemos hacerlo nosotros mismos. Organicé la conferencia sobre 'startups' Slush, vino mucha gente y no era ni en Silicon Valley ni estaba organizado por el Gobierno, ¿Por qué no podemos ser incluso mejores que el valle?”, se preguntaba Peter Vesterbacka, CMO de Rovio (los creadores de Angry Birds y una de las compañías parte del club de líderes de la UE), en un reciente debate sobre emprendimiento en Europa.

El debate, que tuvo lugar en la Asamblea Europea de la Pyme, se preguntaba si “Europa necesita más emprendedores de éxito. ¿Qué necesitamos para ser uno? ¿Es el trabajajo, la determinación y la creatividad suficiente? ¿O necesitan los gobiernos echar una mano?”. Aunque el ganador fue el equipo que decía que esa “mano” no era necesaria (lo formban Vesterbacka y Madi Sharma, fundadora de Madi Group), en Bruselas han querido echarla. “Definitivamente ha sido tema de agenda durante los dos últimos años”, afirma Kumardev Chatterjee, fundador del Foro de Jóvenes Europeos Innovadores, que trabaja directamente con la Comisión. “Silicon Valley es un gran ejemplo, un modelo a seguir, pero no es necesariamente replicable. Hay que aprender, coger lo mejor y transferirlo a un contexto europeo. No creo que se trate de crear nuevos Silicon Valleys en Europa, sino de crear 'hubs' donde se innove”.

¿Cuáles son?

Los 'top hottest european startup hubs', o ciudades 'startuperas' más calientes de 2013 son según la revista Wired, además de la prácticamente obvia Londres, Estocolmo, París, Tel Aviv (¿?), Amsterdam, Barcelona, Moscú, Berlín, París, Estambul y Helsinki. Hay más. “Han surgido un montón de 'hubs'”, apunta Chatterjee. “Barcelona, Lisboa, no sólo en términos de dinero sino de actividad. En Alemania, además de Berlín, Hamburgo y Munich. Hungría es buena zona, con Budapest. En Reino Unido además de Londres tienes Bristol; en el norte, además de Estocolmo, hay muchas cosas pasando en Finlandia, Dinamarca, Suecia (en Malmo). Estuve en Dublín para el Websummit y Dublín, que fue un gigante tecnológico durante un tiempo, ha acelerado su actividad después de la crisis inmobiliaria y se ha unido al mapa de 'startups'. En Francia, París. No he oído mucho de Austria, pero tienen un festival y están intentándolo. En Lituania también están haciéndolo bien y Estonia ha sido un éxito”.

Álex Barrera, cofundador de Press 42 y de Tech.eu, añade que hay muchos proyectos innovadores en el este de Europa. “De las cosas más flipantes que veo: Polonia, Estonia, Rumanía, Hungría... Desde el punto de vista de innovación son proyectos espectaculares, pero no están trabajados a nivel comercial”. En el momento de tener esta conversación, Barrera citaba como ejemplo Plumbr, una startup estona que predice fallos de 'software' y que acababa de recibir un millón de euros en financiación. Estonia es, de hecho, una de las potencias tecnológicas del mundo.

En cualquier caso, “hay un fuerte efecto clúster en Londres y Berlín”, concluye Jumardev. “De forma natural la gente emigra allí. Los gobiernos han promovido una cultura 'startup' y están atrayendo lo mejor. Es bueno, pero no creo que necesariamente tengas que mirar sólo a Londres. Necesitas una mezcla de políticas efectivas y cultura. Así es como creas un ecosistema y en Bruselas están trabajando duro en ello”.

¿Cultura? ¿Políticas? ¿Bruselas trabajando duro? Además de cuestiones que tienen que ver con la privacidad (las políticas de protección de datos) y las empresas de telecomunicaciones (el dichoso 'roaming'), hay varios temas que traen de cabeza a nuestros eurofuncionarios y a los líderes de 'startups' y que son, en fin, 'los necesarios' para crear una Europa más 'startupera'. Hagamos un repaso:

Aversión al riesgo: háblanos de aquella receta que se te quemó al horno

La idea es bastante recurrente: fui a la Universidad / pregunté cuántos querían querían montar su propia empresa y nadie levantó la mano / pregunté cuántos querían ser funcionarios y todos lo hicieron. No es un poema, es lo que llevan muchos años contando personas que dan charlas sobre emprendimiento en institutos y universidades. Es la famosa aversión al riesgo y el mapa muestra cómo varía de unos países a otros y aumenta en el sur.

En cuestión de educación, los líderes del manifiesto sugieren que “en Estados Unidos, muchos estudiantes empiezan sus negocios incluso antes de graduarse. Las universidades deben crear más programas de emprendimiento y una red de centros e incubadoras, con 'partnerships' si es necesario, que den a los estudiantes apoyo y dinero para trasladar sus ideas a la realidad”. Por poner otro ejemplo cercano, la Ley de Emprendedores en España lleva un capítulo para incorporar contenidos de creación y gestión empresarial desde la primaria. Y para acabar con el estigma del fracaso, otra de las políticas que impulsa Europa es la de la 'segunda oportunidad': que si fracasas con tu aventura emprendedora aprendas de ello en lugar de abandonar. En Finlandia, cuenta Vesterbacka, han creado el Día Nacional del Fracaso para animar a la gente a contar historias de final no tan feliz: aquella cita en la que todo salió mal, el pollo que se te quemó en el horno o, claro, un emprendimiento fallido.

Con este tipo de ejemplos es como muchos de estos líderes quieren fomentar la asunción de riesgos. “Hay una compañía que empezó desarrollando juegos y falló, falló, falló y falló 51 veces. Imagina cuál fue el juego 52: Angry Birds”, continúa Jumardev. Justo ellos están entre los que han impulsado del Día Nacional del Fracaso finlandés.

Talento (y acceso a él)

“Una debilidad las 'startups' es que tardan bastante tiempo en encontrar programadores e ingenieros”, reconoce Javier Santiso, de Telefónica. ¿No hay? No necesariamente. O no tienen las habilidades que necesitan las 'startups' o, en según qué ciudades, el talento se va a las grandes empresas, que además compiten con mejores sueldos.

¿Cómo afecta esto por 'hubs'? “Un parámetro interesante es el ratio entre gente con más' soft skills' [habilidades sociales] y gente muy técnica. Te pongo un ejemplo: hay una diferencia inmensa entre Barcelona y Madrid. En Barcelona hay un perfil más técnico, donde el producto está muy trabajado pero falta la pata social y hay empresas muy buenas de las que nadie ha oído hablar. En Madrid tienes el opuesto: gente que está todo el día comiendo cacahuetes y no tanto detrás porque es más difícil encontrar personal técnico o ingenieros. No porque no haya, sino porque hay menos acceso. La gente técnica prefiere irse a una constructora, telefónica o algo así. La economía de cada ciudad hace que la mezcla sea diferente. Kiev, por ejemplo, hace mucho 'software' y 'outsourcing'. Aunque tienen mucho talento técnico, no tienen muchas 'startups'”, continúa Barrera.

Además de la agilidad para contratar y despedir, que no es exclusiva del mundo tecnológico, otras de las cosas que piden en el manifiesto 'startup' son: a) que sea más fácil contratar a gente fuera de la UE (nunca tuvo tanto sentido aquello de 'por qué es más fácil contratar a un futbolista de fuera que a un ingeniero' por lo que protestan algunos CEOs) b) convertir a Europa en el lugar más fácil para crear una empresa mediante la visa startup paneuropea: un tipo de visado para emprendedores que algunos países, como el Reino Unido, ya han implantado.

Estrictamente, negocios

Exacto: la facilidad para crear una empresa y hacer negocios. El ranking que lo mide, Doing Business, sitúa a los países nórdicos y a Reino Unido a la cabeza de Europa. “¿Impide a la gente montar empresas? No. ¿Es un incordio? Sí”, concluye Barrera. La guerra de la simplificación y unificación de impuestos no es ni nueva ni exclusiva del sector tecnológico, pero las 'startups' insisten: “recomendamos la creación de un nuevo tipo de empresa con requerimentos unificados en toda la Unión y en 24 horas. No simplificará simplemente la creación, sino las inversiones de país a país”.

Y aunque Doing Business no lo diga, el coste de vida cuenta: si eres una 'startup', tienes que pagar sueldos e ingresas poco porque estás 'cogiendo tracción' (consiguiendo usuarios), el coste de vida y los sueldos del país te importan. “De hecho, te diré más: hay empresas que trabajan desde España o tienen equipo en España y no les importaría vivir en España. El coste de vida es importante y Londres es caro. Hace años hablaba con Techcity UK, el equivalente a Madrid Emprende o Barcelona Activa, y me decían que tenían un problema, que empezaban a plantearse pedir que se les permitiera tener sitios de 'housing' [alojamiento compartido] para emprendedores y que no tuviesen que pagar los alquileres que se pagan en Londres”, cuenta Barrera.

Por eso muchos artículos mencionan a Berlín como capital 'startup' europea (además de barata, es atractiva), por eso algunas empresas se fundan en Londres y funcionan en España, y por eso parte del dinero que llega a compañías europeas viene de fondos estadounidenses. Estonia es, de nuevo, un buen ejemplo.

'Ecosistemas': el boom de las aceleradoras

Los famosos ecosistemas no sólo se basan en ideas, talento y facilidad para hacer negocios. Si últimamente has oído hablar de algo llamado 'aceleradoras de empresas' no vas desencaminado: cada vez más programas acogen a nuevos proyectos y los “aceleran”, dándoles algo de financiación inicial, formación y poniéndoles en contacto con inversores. ¡Hasta Mercadona tiene una! Parte del presupuesto que te contábamos arriba va precisamente a este tipo de iniciativas. Algunas llevan años funcionando por amor al arte y a la Comisión le parece razonable que por fin se reconozca su trabajo (por eso les ha dado 10 millones).

A Telefónica le interesaba saber cuántas aceleradoras había en el continente para llevar su programa Talentum, que pone en contacto a estudiantes y startups. Javier Santiso dirigió un estudio sobre el tema en varios países europeos y sacó 260. “Hoy en día tienes más aceleradoras estructuradas en Europa que en todo Estados Unidos. Y en Europa, donde la gente piensa tradicionalmente en Londres y en Berlín, algunos mitos se destruyen. Londres domina pero hay sorpresas: España sale segundo por delante de Francia y de Alemania en número”. ¿Qué pasa, por cierto, en España, que hay tantas? “Somos un mercado emergente desde el punto de vista de 'startups' y 'venture capital' [capital riesgo]. Lo que es interesante es la vitalidad que está habiendo de manera contracíclica: precisamente cuando la economía se ha hundido ves mucha vitalidad en esta área, como si fuera la crisis un detonador, tanto en el número de aceleradoras como en los fondos de 'venture capital'”.

“A cualquier cosa se le llama aceleradora”, considera Barrera. Su recién lanzado medio tech.eu ha dedicado un artículo al tema, del que precisamente salen los datos de nuestro mapa. Siguiendo la definición de aceleradora (incubadoras con ánimo de lucro que atraen pequeños equipos y les dan capital semilla, mentorización y formación por un tiempo determinado) ellos identifican 100. Y aun así, titulan: 'Se masifica: con aproximadamente 100 aceleradoras en Europa, ¿cuántas son suficientes?'

Dinero

Que es, en fin, el quid de la cuestión. Para que te hagas una idea, y por comparar, Europa invirtió unos 5.700 millones de dólares frente a los 29.700 millones de Estados Unidos (datos de Dow Jones) en capital riesgo, la financiación a la que acceden las 'startups' cuando están despegando y después de haber conseguido dinero de a) un 'business angel' (un inversor que entra en las primeras etapas de la empresa) o b) sus 'friends, family and fools' (los conocidos que dejan dinero al principio). Reino Unido, Alemania, Francia y los países escandinavos se llevan la palma (en el mapa destaca el este porque los datos están sobre porcentaje del PIB, y allí el PIB es menor).

“Si presentas ante inversores en Europa, te llevas 100.000 euros. Con la misma presentación en Estados Unidos, un millón”, considera Chatterje. ¿Es un millón la solución? “Es la clave cuando empiezas, te estableces y quieres crecer”, continúa. “En Estados Unidos se pueden permitir el lujo de, en lugar de invertir de veinte mil en veinte mil, invertir de medio millón en medio millón. Eso supone dos cosas: las pérdidas son más grandes, cuando hay pérdidas, pero cuando una sale bien triunfas. La escala del tamaño de inversión no tiene color. Es un tema de números. Lógicamente, la empresa no compite en igualdad de condiciones”, explica Barrera.

Como los inversores europeos no arriesgan tanto, Europa se planteó echar una mano: los 100 millones de los que hablábamos al principio son parte de la llamada PPP, un acuerdo público-privado que los deja en manos de 'ecosistemas' (aceleradoras, plataformas de 'crowdfunding' o espacios de trabajo colectivo, organizaciones regionales y de pymes o inversores) para que los inviertan ellos, que son los que saben dónde poner el dinero.

Esos 100 millones europeos son poco comparados con las inversiones de este tipo que están haciendo otros sitios. Sin ir más lejos, España ha aprobado hace poco 1.200 millones para financiar 'startups', en una colaboración público-privada similar. En vez de ejecutarse a través de los bancos, como hasta ahora, se ejecuta a través de fondos de capital riesgo. Por cada euro que ponga uno de estos fondos, el Estado pone otro.

740 millones de dinero público no van a servir para nada

“Zaryn Dentzel, fundador de Tuenti, es especialmente crítico con los planes españoles de gastar 1.200 millones de dinero público para ayudar al ecosistema 'startup' español (...) El 62% de las inversiones europeas de capital riesgo fallan. Asumiendo que la estrategia de inversión española sea como la europea, 740 de esos 1200 millones van a perderse antes de tener éxito. El capital riesgo es a largo plazo, mientras que la política lo es a corto. ¿Están los votantes españoles preparados para aceptar tal riesgo?”.

La cita es de una columna reciente de The Washington Post. Habla de 'wannapreneurs' y de lo poco que nos gusta el riesgo en Europa en comparación con Estados Unidos.

¿Vivimos un 'boom'? Más allá de que al gobierno le interese que nos hagamos emprendedores, por lo que se ahorra en desempleo y se lleva en impuestos, ¿nos vamos a hartar de la promoción en todos los ámbitos (de la escuela a la televisión pública) y del dinero público invertido? En materia educativa, por ejemplo, Verónica del Carpio, abogada y profesora de Derecho en la UNED, considera “inaceptable” que no haya habido debate público al introducir el “tan cacareado espíritu emprendedor” en la primaria. Es lo que ella llama una “moda jurídica interesada”: una tendencia a legislar de acuerdo a un planteamiento que los políticos no te van a contar. En este caso, considera, “el de la precariedad: olvídese de encontrar trabajo estable en una empresa, que no lo va a haber, y o usted se busca un autoempleo asumiendo costes y riesgos o lo lleva claro”.

“Los jóvenes europeos se están concienciando de que la respuesta a la economía no puede venir sólo del Gobierno y las grandes empresas. Muchos se dan cuenta de que necesitan asumir riesgos, crear nuevas oportunidades... Programas como la Garantía Juvenil Europea no crean nueva demanda, sino más dependencia del Estado. Creo que los jóvenes europeos deben cambiar su mentalidad y llevarla al riesgo, innovación, emprendimiento, transformar sus ideas, talento y energía en proyectos, negocios, productos y servicios para crear nuevos empleos que hagan crecer la demanda”, escribía uno de los consultados para este reportaje, Kumardev Chatterjee, en una columna para The New York Times.

“Se está cocinando una tormenta que va a estallar. Creo que va a ser inevitable”, considera Barrera. “Cuando llevas tanto tiempo como yo llevo haciendo esto, al final de lo que te das cuenta es de que son ciclos. Pero es lógico, de repente hay una reacción por miedo... Y 'hay que innovar, los emprendedores van a generar empleo'. Que es cierto hasta un punto, pero de poca cultura económica, porque una empresa necesita clientes y si los clientes no tienen poder adquisitivo yo no puedo pagar a la gente y no puedo generar empleo. Se ha cogido a los emprendedores como abanderados y ha habido una atención desproporcionada. Y dentro de dos o tres años empezaremos a ver lo que queda (…) Pero la experiencia me dice que de toda esta tormenta, cuando pase, el residuo de lo que quede será mejor que lo que teníamos antes. Se crea una cultura de que sí que se pueden hacer cosas, de que hay otras opciones. Está habiendo un cambio generacional. Ahora hay gente joven que no se plantea un empleo fijo, sino que se plantea esto más como yo lo intento, apuesto y si esto no funciona pruebo otra cosa. Y se ve en Europa. La gente se está empezando a dar cuenta de que las reglas han cambiado. Además, en Estados Unidos, cuéntame, hace 70 años, ¿qué tenían?”.

Y al fin y al cabo, si miramos más allá de Silicon Valley, en Estados Unidos el Gobierno también “celebra, inspira y acelera el emprendimiento en la nación”. Justo como en Europa.