Un blog sobre leyes y tecnología por y para iLetrados digitales. Derecho para todos los públicos de la mano de Jorge Campanillas, Marina Franganillo, Miriam García, David Maeztu, Jorge Morell, Andy Ramos, Ruth Sala, Alejandro Sánchez, Alejandro Touriño y Roberto Yanguas.
Guerra por la Fórmula 1 en Twitter: ¿abuso de una marca registrada o libertad de expresión?
Si algo tienen los aficionados a un deporte es sensación de pertenencia: sienten los colores y defienden el nombre de su club como nadie. Se sienten atacados cuando un fan de otra disciplina descalifica, con razón o sin ella, las cualidades que dignifican al deporte de sus amores, o ponen el dedo en la llaga más dolorosa, en su pasión.
Un ejemplo son los aficionados al ciclismo que se sienten dolidos con las insinuaciones a cuenta del dopaje. Aunque conozcan las situaciones y sean ellos mismos los primeros que rechacen esa práctica, siempre duele más cuando la acusación viene de fuera.
Este bien intangible es lo que hace tan especial al deporte, y clubs e instituciones se benefician de que marcas, colores y escudos traspasen fronteras.
Normalmente, el uso de este intangible se desarrolla en un marco de convivencia entre las marcas, el mercado, la afición y el negocio. El aficionado compra los productos de 'merchandising', pero también realiza usos personales de las marcas que le vuelven loco. La pregunta es: ¿cuándo abusa un aficionado de esas marcas registradas? ¿Dónde se sitúa la delgada línea roja?¿Dónde se sitúa la delgada línea roja?
Estas preguntas vienen a colación de la polémica surgida en Twitter tras conocerse, gracias a un estimable compañero tuitero, que la empresa que gestiona los derechos de la Fórmula 1 solicita el cierre de todas aquellas cuentas que tangan en sus nombres la denominación F1, Fórmula1 u otras que son marcas registradas de dicha empresa.
Los usuarios de Twitter se alzaron en pie de guerra (un 'efecto Streisand' de manual), y comenzaron a emplear el 'hashtag' #SiALaF1EnTwitter para poner de manifiesto su rechazo a tal medida.
¿Puede un aficionado utilizar una marca registrada?
Primeramente, como es lógico, el titular puede tomar las acciones de defensa que estime oportunas para sus intereses, siempre y cuando cumpla con la normativa marcaria y la jurisprudencia existente.
Otra cuestión es si le interesa cargar contra sus propios seguidores y fans, que son los que realmente engrandecen el deporte más allá de los intereses económicos. Sin fans, seguidores que quieran ser el Fernando Alonso del futuro, su negocio se vería abocado a la desaparición. La toma de ese tipo de medidas debe realizarse, por tanto, calibrando muy bien contra quién se están dirigiendo, qué finalidad tienen y si no van a generar más daño a la marca del que están tratando de evitar.
Además, hay que recordar que existen unos usos inocuos permitidos por la legislación y la jurisprudencia, imprescindibles para que se puedan usar marcas sin infringir derechos de sus titulares. Si no, por ejemplo, ¿cómo hablaríamos de la Fórmula 1? ¿Tendríamos que pedir permiso cada vez que quisiéramos citar esa competición de coches rápidos en la que participan unos que son rojos y muy famosos? ¿Estaríamos dispuestos a decir que somos del club de fútbol de nuestra ciudad que juega en una competición con nombre de banco?
Desde el punto de vista del negocio, quizá esa sea la meta, pero afortunadamente la normativa lo impide. Existen usos inocuos que están permitidos, entre otras cosas porque prohibir el uso de una marca puede vulnerar incluso nuestra propia libertad de expresión.
Lo que no se permite es la utilización de marcas registradas de terceros en ámbitos mercantiles, para la comercialización de productos o servicios. Para ello, hay que solicitar la autorización pertinente. Si lo que se pretende es hacerse pasar por un tercero y vender productos sin licencia, la marca se podrá negar y solicitar todo aquello que en derecho se le permita.
En resumen, tomar medidas contra tus propios seguidores no suele ser una buena solución, sobre todo si la empresa quiere que su marca se comunique, sea viral y recibida de forma positiva a nivel mundial. Alcanzar el equilibrio no suele ser fácil, pero seguramente sí lo será diferenciar entre una actividad económica que requiere autorización y un aficionado realizando usos inocuos, permitidos por la propia legislación, o incluso ejerciendo su libertad de expresión o información.
Uso, pero no abuso, tanto por parte de los fans como de los titulares de las marcas. Justo equilibrio por el bien de la sociedad y el deporte. Ese debería ser el objetivo de ambas partes.
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