Cuando la universidad se vuelve 'friki': internet y la cultura 'pop' invaden las aulas

En uno de los capítulos de la decimotercera temporada de Los Simpson, Lisa se hace pasar por universitaria. Durante su periplo como estudiante ficticia en la Universidad de Springfield, acude a una clase en la que los alumnos ven ‘Rasca y Pica’ para el curso ‘Análisis Pasivo de Iconografía Visual’. Como en muchos otros aspectos de la vida, los guionistas de la serie animada dieron en el clavo.

Tyler Shores recuerda esta parte del episodio porque tiene mucho que ver con la metodología de la asignatura que impartió en la Universidad de Berkeley entre 2003 y 2006: ‘Los Simpson y la Filosofía’, se titulaba. “La premisa era que siempre estamos haciendo filosofía, nos demos cuenta o no, y si los alumnos entendían ciertas cuestiones mientras veían la serie se daban cuenta de que estaban presentes también en otras áreas de su vida”, explica a HojaDeRouter.com este experto en cultura digital.

Su idea tuvo mucho éxito entre los estudiantes (congregó a 500 ya en la primera edición), lo que al principio le sorprendió porque pensaba ofrecer el curso una sola vez. “La demanda fue tan grande que se convirtió en una especie de tradición en Berkeley”, asegura. Por eso tuvieron que repetirlo cada semestre durante varios años.

Para que nos hagamos una idea de lo que uno podía encontrarse en sus clases, cita un capítulo de la quinta temporada en el que todos los habitantes de Springfield actúan guiados por su ‘niño interior’, de acuerdo a lo que sienten en cada momento. “Está directamente relacionado con el imperativo categórico de Immanuel Kant y la teoría del contrato social de Rousseau”, aclara Shores.

Además de los dibujos animados, la ciencia ficción también sirve para ilustrar algunas cuestiones filosóficas en clase. Un ejemplo es la dualidad cerebro-alma, un tema tratado ampliamente por distintos teóricos como Descartes (que diferenciaba entre el espíritu y la materia). ¿Es el alma algo físico y tangible?

En el último capítulo de la serie original de ‘Star Trek’, la doctora Janet Lester usa una máquina para intercambiar su cuerpo con el del capitán Kirk. “Su mente y alma pasan al envoltorio físico de Kirk”, describe Linda Wetzel, docente del curso ‘Filosofía y Star Trek’ en la Universidad de Gerogetown. Según la profesora, esta aventura sirve para tratar el tema del dualismo, al igual que otro de los episodios, ‘El cerebro de Kirk’, en el que “vemos ilustrada la teoría de la identidad, que afirma que el alma y la mente están en el cerebro y son materiales; no hay ninguna parte etérea”.

Estudiar filosofía nunca es tarea fácil

“Crecí viendo ‘Star Trek’. Me gusta porque es muy conceptual, te hace pensar”, nos cuenta Wetzel. Comenzó a servirse de las imágenes de la ficción en sus primeras clases de filosofía, aunque esperó a contar con un poco de antigüedad para comenzar con un curso cuyo nombre aludiera directamente al título de la serie. “Podía haber gente que pensara erróneamente que era una asignatura fácil sobre cultura 'pop'”, señala. Como no quiere confusiones, esta fue su primera aclaración nada más contactar con ella: “No se trata de un curso sobre ‘Star Trek’: es metafísica”.

A pesar de que atrajo a un gran número de alumnos desde el primer momento, la investigadora creyó que su popularidad se esfumaría cuando se dieran cuenta del grado de dificultad que implicaba. No fue así. “Para mi sorpresa, a los estudiantes les gusta y siempre hay una lista muy larga para matricularse en las clases”.

La filosofía es muy abstracta, y los escritos de sus autores tampoco resultan fácilmente comprensibles, por eso los ejemplos visuales representan una ayuda muy útil. “Podemos ver una situación en vez de simplemente describirla”, afirma Wetzel. Pone otro ejemplo ajeno a la vida en el Enterprise. “Me costaba muchísimo que los alumnos se tomaran en serio una de las afirmaciones de Descartes: que puede que vivamos engañados y que no existe una realidad física”. En 1999, durante una de sus explicaciones, alguien dijo: “Sí, claro, ¿cómo sabemos que no vivimos en Matrix?”. “Lo habían entendido, así de fácil”, afirma la educadora.

Wetzel dice que no ha recibido ninguna opinión negativa por parte de quienes le importan (profesores, alumnos y demás miembros de la universidad). “Las únicas críticas vienen de los medios de la derecha política, que lo ven como un curso intrascendente donde los alumnos aprenden a hablar klingon o algo así”, asegura.

A Lisa Woolfork tampoco le han llovido las objeciones. Si el título de la asignatura de Wetzel corría el riesgo de ser controvertido, esta profesora de la Universidad de Virginia peca de temeraria con su curso sobre ‘Juego de Tronos’. Por si cabe alguna duda sobre su dificultad, Wookfork también lo deja claro: “Los alumnos que creían que bastaba con ver los episodios de la serie se dieron cuenta de que aprobar requería mucho más trabajo”.

La investigadora del departamento de Literatura Inglesa cree que, cuando se estudian con detenimiento y rigor académico los libros y la producción audiovisual, salen a la luz muchos aspectos que suelen pasar desapercibidos incluso para los fanáticos de la historia. “Tanto los cinco volúmenes de George R. R. Martin, como la serie de la HBO no son solo éxitos populares; se han convertido en un fenómeno cultural”, sostiene.

Los textos y su versión en forma de imágenes dan pie a una interpretación mucho más profunda por la cantidad de temas que tratan. “Es un trabajo de ficción basado en universo confeccionado con tal delicadeza, diligencia y complejidad que no solo ha cruzado los límites de género literario, sino que su adaptación a la pantalla ha forjado una conexión entre lectores, espectadores, estudiosos, artistas y productores”, explica con afán Wookfork.

El curso va por su segunda edición. Se impartió por primera vez en 2014, y la profesora planea retomarlo este verano si sigue teniendo tanta demanda como el año anterior. En sus clases se tratan también aspectos relacionados con la cultura de las series en general, como el fenómeno ‘spoiler’, un tema que plantea una interesante cuestión: “¿Qué es más importante, el camino o el destino final?”.

Una investigación de un grupo de estudiantes de Wookfork reveló que los ‘spoilers’ no importan tanto a aquellas personas más activas en la lectura o en el visionado de los capítulos. “Enseñamos a los alumnos a apreciar lo que ocurre en una historia, pero también por qué y cómo suceden los acontecimientos”, aclara.

Una historia para educarlos a todos

Otro relato que ha servido como telón de fondo para el desarrollo de un curso ha sido ‘El Señor de los Anillos’. Si algo caracteriza a los libros de J.R.R. Tolkien y su versión cinematográfica, es la pluriculturalidad (será por criaturas), una variedad que aprovecharon en la Universidad de Valencia para impartir la asignatura ‘Iluminando la alteridad a través de El Señor de los Anillos’ como parte de la Cátedra en Dirección, Gobierno, Confianza y Alteridad - según la RAE, “condición de ser otro”.

“Las relaciones entre los personajes, algunos de razas distintas y no precisamente bien avenidas, proporcionan una narrativa en la que sobresalen los conceptos de alteridad y confianza”, explica Tomás Baviera, profesor de la única edición del programa hasta la fecha.

Según Baviera, eligió un libro como ‘El Señor de los Anillos’ por su carácter popular, “porque buena parte de los universitarios conocen la historia”, lo que fomentó la participación del alumnado. “El cuso quería ser una formación basada en grandes libros, un método pedagógico más desarrollado en algunas universidades norteamericanas”, explica. En este tipo de esquemas educativos, el conocimiento compartido del argumento y personajes facilita la reflexión y la comprensión de conceptos que aparecen en la historia.

También de criaturas trata el curso ‘Uso de los zombis en la cultura popular’, impartido en 2010 en la Universidad de Baltimore. Estos seres pueden encontrarse en incontables películas, series, videojuegos, canciones (recordemos el famoso ‘Thriller’ de Michael Jackson) y libros de todos los tiempos. Además de su recurrencia como personajes, en la cultura occidental funcionan como una alegoría de la falta de pensamiento propio, del automatismo y de una manera de vivir ajena a lo que ocurre en la sociedad.

“Es parte de la mentalidad estadounidense”, considera Arnold T. Blumberg, docente del programa. “Los zombis funcionan como una representación de todas las cosas que tienen lugar en el país, desde la amenaza comunista durante la Guerra Fría a nuestros miedos sobre el bioterrorismo”, continúa. En su opinión, “es relativamente fácil asociar el concepto de zombi con lo que ocurre en la cultura”.

Ni siquiera los mayores fanáticos de los muertos vivientes “invierten tiempo en buscar el significado oculto de estos monstruos”, sostiene Blumberg. Hacen falta análisis y estudio para entender lo que una película o un libro está queriendo decir al incluir estas criaturas entre sus personajes. En las clases se trataba tanto su papel en la película ‘28 días después’ como en ‘La noche de los muertos vivientes’ de George Romero, llegando a sus orígenes: el primer filme en el que apareció un zombi fue en ‘La legión de los hombres sin alma’, de 1932.

Este año, Blumberg está enfrascado en otro proyecto: durante este semestre imparte el curso ‘El universo narrativo cinematográfico, perspectiva de las películas de Marvel’, en el que analiza el argumento de los largometrajes sacados de los cómics de la editorial y productora Marvel. Entre sus filas se encuentran ‘Iron Man’, ‘Thor’, ‘El Capitán América’, ‘Los Vengadores’ y ‘Los Guardianes de la Galaxia’. “La mitología mediática de cada generación sirve de marco para el entretenimiento, pero también para educarles sobre ética, moralidad y cuestiones relacionadas con la raza, género y clase social”, indica el docente e investigador.

Educación para la vida digital

Entre las nuevas temáticas relacionadas con la cultura popular que incluyen muchos cursos universitarios no podían faltar alusiones al mundo ‘online’. “'Internet Resistance' es tanto un seminario sobre las claves de la cibercultura como un estudio transmedia para desarrollar ideas dirigidas a una sociedad conectada”, reza la presentación de una nueva asignatura en la Escuela de Arte de la Universidad Carnegie Mellon.

Los alumnos se comunican a través de un grupo de Facebook y comparten muchos de sus trabajos a través de Tumblr. Tienen que realizar tareas como buscar en la Red un elemento de la cultura digital cuyo significado deben explicar al resto de la clase (quienes presenten algo conocido suspenden automáticamente), crear un 'meme' en cualquier formato (se evalúa según el número de visitas y uso), analizar un algoritmo que afecte en nuestro día a día y desarrollar un proyecto para ganar dinero en internet (y llevarlo a la práctica con éxito).

En el City Lit College de Reino Unido los alumnos pueden asistir al curso ‘El arte del autorretrato’, donde abordan los ‘selfies’ como algo más que un fenómeno del ‘social media’. Aprenden a expresarse con su cuerpo y a mejorar sus aptitudes con la cámara, además de estudiar cuestiones relacionadas con la identidad y el autoconocimiento.

“¿Podríamos construir nuestra biografía solo utilizando Facebook? ¿Y escribir una novela eligiendo las mejores frases de nuestro ‘feed’ en Twitter?”, plantea el programa de la asignatura ‘Perdiendo el tiempo en internet’ de la Universidad de Pensilvania. Los materiales requeridos son una conexión a la Red y un portátil con el que trabajar para reconvertir las largas horas que los alumnos pasan navegando en creaciones literarias.

Lo hemos comprobado: la cultura popular está sustituyendo a los polvorientos libros y las interminables diapositivas de Power Point en muchas aulas universitarias. Al fin y al cabo, ¿quién no había pensado alguna vez que 'Los Simpson' están plagados de enseñanzas filosóficas?

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