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ENTREVISTA

Carlos Díez de Lastra: “No pueden venir buenos profesionales turísticos a Balears cuando los salarios no cubren el coste de la vida”

Carlos Díez de Lastra, director general de Les Roches

Pablo Sierra del Sol

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Carlos Díez de la Lastra Buigues (Madrid, 1970) es el máximo responsable de Les Roches, una de las escuelas de hotelería más prestigiosas (y exclusivas) del planeta. Fundada en Suiza, este centro privado cuenta con campus en el país helvético, China, Emiratos Árabes Unidos, la India y, también, en la Costa del Sol española. Díez de la Lastra dirige este conglomerado desde hace dos años después de haber pasado ocho cursos (2014-2022) al frente de la delegación de Marbella y formar parte, anteriormente, del comité de dirección de la Universidad Europea de Madrid. Su visión global del sector turístico le llevó a moderar hace unos días en Palma un debate en el que participaron representantes de las principales empresas hoteleras de Balears sobre el futuro del principal motor económico de las islas, organizado por el Grupo Vía. Pese a contar ya con la planta hotelera más alta de España, Díez de la Lastra considera necesario crecer “en calidad” (lujo) y no en “cantidad” (número de turistas). También apunta que “el gran hándicap” como destino turístico de estas islas es la falta de centros de formación “que retengan talento internacional”.

¿Cree que en Balears ha habido una temporada atípica o irregular, como dicen algunas voces del sector?

–Ahora mismo, en Balears, seguimos con un nivel de crecimiento turístico. Muchos hoteles han reconocido que están cerrando una temporada de récord. Los datos son mejores que antes de la pandemia y, ahora, el crecimiento está siendo más orgánico. Pero se percibe un poco de ralentización en el crecimiento en cuanto a número de turistas. Eso no preocupa demasiado porque se ha visto que aumenta el gasto medio por turista. Casi todo el sector quiere más valor añadido en las islas: el turismo balear tiene capacidad para competir en el segmento de productos de mayor calidad. Yo no estaría preocupado, Balears sigue aceptando un aumento de precios que no parecía posible en el pasado.

¿Cómo condiciona el carácter de un destino que existan centros de estudios especializados en formación turística?

–Consigues que haya una cantidad de talento bien formado que se quede en la región. En Les Roches tenemos un 80 por ciento de alumnado extranjero. Vienen con la idea de dirigir un hotel de lujo, pero es cierto que las prácticas y las primeras experiencias laborales que tienen en empresas situadas cerca del campus les llevan a decidir apostar por ofertas en la zona donde se han formado. La calidad de los hoteles siempre es superior cuando están cerca de un buen centro de formación.

¿Balears cuenta con suficientes centros de formación? ¿Lo ve como un hándicap?

–Es cierto que Balears cuenta con centros de formación equiparables a los de otras provincias donde hay zonas turísticas, pero no tiene un campus top. Es el gran hándicap, sobre todo a nivel internacional.

Es cierto que Balears cuenta con centros de formación equiparables a los de otras provincias donde hay zonas turísticas, pero no tiene un campus top. Es el gran hándicap, sobre todo a nivel internacional

Carlos Díez de Lastra Director general de Les Roches

En Eivissa, el primer centro público de formación hotelera acaba de empezar a funcionar. En 2024, más de seis décadas después de que empezara el boom turístico en la isla. ¿Le sorprende?

–No conozco particularmente el caso de Eivissa y no me puedo arriesgar a decir algo en concreto, pero sí puedo apuntar que la educación es estratégica. Un centro como el nuestro, Les Roches, es una unidad de negocio, una empresa. No puede apostar por todos los destinos por igual: ya tenemos dos campus en Europa, y son más que suficientes. Pero cuando un gobierno apuesta por la formación tiene que mirar a largo plazo, y muchas veces no tienen mirada a largo plazo para apostar por una oferta educativa relacionada con el turismo. También he visto centros públicos que se politizan mucho, se vuelven endogámicos y no se preocupan por lo que las empresas turísticas demandan.

Una oferta pública hace accesible la formación turística a los estudiantes de cualquier clase social. Les Roches goza de un gran prestigio, pero el coste de las matrículas es altísimo (de 25 a 60 mil euros por curso).

–Un 30 por ciento de nuestros alumnos tienen algún tipo de becas; aun así, con ese apoyo, hay que reconocer que nuestra escuela es muy exclusiva. Hace falta un nivel económico bastante alto para poder acceder a nuestros programas. Pero Les Roches está para cumplir la función de formar a un tipo muy determinado de directivo con alumnos que están dispuestos a cumplir esa función. El sector [turístico] no puede depender de escuelas como la nuestra. El Estado debería invertir pensando en todo el escalafón de posiciones y, sobre todo, pensando en darle la oportunidad a personas que quieren convertirse en profesionales y no pueden acceder a un centro privado.

Les Roches está para cumplir la función de formar a un tipo muy determinado de directivo con alumnos que están dispuestos a cumplir esa función. El sector [turístico] no puede depender de escuelas como la nuestra. El Estado debería invertir pensando en todo el escalafón de posiciones y, sobre todo, pensando en darle la oportunidad a personas que quieren convertirse en profesionales y no pueden acceder a un centro privado

Carlos Díez de Lastra Director general de Les Roches

En la última lista de los ciento cincuenta profesionales más influyentes del sector turístico español, elaborada por Exceltur, aparecían varios nombres de personas dedicadas a la formación. Entre ellos, el suyo. ¿Empieza a estar reconocida la figura del docente?

–Es verdad que somos personas que pueden influir porque estamos en medio de la industria y el talento que viene, pero no veo una gran diferencia entre los últimos años y ahora. La Educación tiene escasa importancia en el valor que le aporta un país. Si vemos lo que está sucediendo en Corea del Sur o incluso en Arabia Saudí o Emiratos, vemos que están invirtiendo muy fuerte en formación para crecer como destino turístico. Si miras las estrategias españolas, no hay inversiones educativas. ¿Por qué no se apoyan proyectos público-privados para que haya más centros de inmersión en el sector turístico? No hay incentivos. Desde los gobiernos no hay una estrategia para prestigiar la formación turística. Me siento con mucha frecuencia con ministros de Turismo y Educación para ver cómo podemos mejorar la educación. Nunca he recibido una invitación de un ministro español, y eso que tenemos la sede más grande de Les Roches en Marbella. España es un país con una necesidad brutal de talento bien formado. Y no creo que no sólo no se sienten a hablar con los centros privados, tampoco con los públicos.

En Balears, y especialmente en Eivissa y Formentera, cuesta más cada temporada turística completar plantillas. No hay profesionales cualificados y la turistificación ha elevado mucho el coste de la vida. El talento se marcha a otros destinos.

–Es una de las cuestiones que más preocupan al sector balear porque la lucha por el talento se da en todo el mundo. Eso es una realidad, y la particularidad de la insularidad (población cautiva, falta de espacio físico para construir más casas) hace que la gente no quiera venir aquí porque se lo gasta todo en la vivienda. No se puede conseguir que vengan buenos profesionales a Balears cuando en todo el mundo están como locos para atraerlos y en estas islas los salarios no llegan a cubrir el coste de la vida.

Hablaba del Golfo Pérsico, y en Asia, hay otros países que están apostando muy fuertemente por convertirse en destinos turísticos. Por ejemplo, China, donde ustedes tienen un campus, en Shanghái. ¿Van a ser una competencia clara para el turismo español?

–Quieren el trono, llegar a ser los países más importantes del mundo a nivel de turismo. España está a la cabeza en volumen de turistas. Estamos demasiado tranquilos cuando todo el mundo te dice que falta talento y, encima, estamos queriendo enfocarnos al lujo y a productos más premium.

En un reportaje que publicó El Mundo hace unos años sobre los campus que dirige decía que una de las premisas que se les inculca a los alumnos es la empatía con el cliente. En estos últimos años la pérdida constatada de la calidad de vida entre los habitantes de los destinos turísticos –sobre todo los enfocados al lujo–, ¿han introducido en sus cursos la empatía que debería tener el empresario o el ejecutivo de un hotel con el residente?

–Si trabajas en el sector servicios no puedes desentenderte del valor que tiene ayudar a la gente. Por los precios que tiene nuestra escuela puedes imaginar que el nivel socioeconómico de la mayoría de nuestros alumnos es muy alto: han llevado una vida que suele ser muy cómoda y aspiran a ser directores de grandes hoteles. Por eso, lo primero que hacemos es introducirlos en un modelo, duro y exigente, que les enseña humildad. ¿Qué se consigue? Que cuando trabajen en un hotel sea más sensible, no sólo con lo que ocurre en el hotel sino con todas las necesidades que hay alrededor, a nivel social. En Les Roches incluimos período de voluntariado social para que los alumnos tengan esa voluntad de ayudar. Consiguiendo que tenga esa actitud, todo lo que ocurra en torno a su trabajo estará impregnado por una mayor sensibilidad social, ambiental y de las necesidades de sus empleados.

Si trabajas en el sector servicios no puedes desentenderte del valor que tiene ayudar a la gente. Por los precios que tiene nuestra escuela puedes imaginar que el nivel socioeconómico de la mayoría de nuestros alumnos es muy alto: han llevado una vida que suele ser muy cómoda y aspiran a ser directores de grandes hoteles. Por eso, lo primero que hacemos es introducirlos en un modelo, duro y exigente, que les enseña humildad

Carlos Díez de Lastra Director general de Les Roches

Y, pese a los indicadores y datos que demuestran ese encarecimiento de la vida que aleja o expulsa a los buenos profesionales de estas islas, ¿puede seguir creciendo el segmento del lujo?

–Tiene que seguir creciendo. Un negocio que no crece es un negocio donde los inversores acaban marchándose a otros destinos. En el caso balear, como son islas no se puede crecer por volumen. La presión logística para dar espacio a ese mayor número de turistas sería inviable. La única alternativa es incrementar la calidad. Mientras suba el gasto medio por cliente, estamos en buena línea: quiere decir que las empresas turísticas están mejorando sus servicios y los clientes los están comprando.

En una ciudad como Palma uno de los productos turísticos que más malestar genera es el crucero. En su escuela imparten formación específica para dirigir estos hoteles flotantes. Supongo que no le parecerán tan dañinos.

–Hay muchos tipos diferentes de crucero. Algunos, cuando llegan a puerto, aportan un valor añadido porque suponen un alto gasto medio por pasajero cuando desembarcan en la ciudad. Otros, no. Incluyen paquetes de todo incluido y el impacto en la economía local es mínimo. Si metes 2 mil personas en una ciudad o una isla ya saturada, y no gastan, van a colapsar aún más el destino. Quizás lo interesante sea atraer cruceros con 200 pasajeros pero que gasten, por cabeza, diez veces más que los turistas que vienen con los grandes cruceros. Elegir un producto u otro forma parte de la estrategia que elija un destino. El sector público debería decidir, eso sí, no sólo por presión social, debe mirar cómo afectan los cruceros al resto del ecosistema.

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