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Y Feijóo, a por uvas

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en la Asamblea de Madrid
7 de octubre de 2024 22:01 h

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Llamamos memoria selectiva a la excepcional capacidad que tienen algunas personas para recordar aquella información que les interesa y olvidar otra que le resulte incómoda. Y nada mejor que la hemeroteca para refrescar la retentiva.

Hecho: durante los meses más duros de la pandemia, murieron 9.468 ancianos que vivían en residencias de la Comunidad de Madrid. Al 77% de ellos -7.291- se les negó asistencia médica al no ser trasladados a un hospital por los llamados protocolos de la vergüenza del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.

Hecho: Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso, dio un pelotazo de 2 millones de euros en 2020 como comisionista de la compra de mascarillas en lo peor de la pandemia. 

Hecho: desde que comenzó la relación de la pareja, el grupo Quirón, el mayor proveedor de sanidad privada de la Comunidad de Madrid, multiplicó por cuatro los pagos al novio de la presidenta madrileña, que reconoció haber cometido dos delitos de fraude fiscal y uno de falsedad documental mediante una trama de facturas falsas y testaferros para no pagar los impuestos que debía.

Hecho: el directivo de Quirón Fernando Camino administraba la empresa que compró las mascarillas del pelotazo y fue también uno de los fundadores de la empresa pantalla que González Amador utilizó un año después para ocultar parte del fraude.

Hecho: la pareja de Ayuso reconoció por escrito ante la Fiscalía los dos delitos fiscales de los que estaba acusado y propuso ser condenado a ocho meses de prisión. 

Pero Ayuso no habla jamás ni de los ancianos muertos en las residencias, ni de los protocolos de la vergüenza, ni del pelotazo o los delitos cometidos por su pareja. Claro que tampoco lo hace del deterioro de la sanidad pública, ni de las listas de espera, ni de la educación, ni de la vivienda, ni de nada que tenga que ver con la gestión de su gobierno.

La presidenta de la Comunidad de Madrid es más de pontificar sobre el Gobierno de España, sobre Venezuela, sobre Israel, sobre ETA, sobre una presunta socialización de las drogas que al parecer persigue Pedro Sánchez y sobre Begoña Gómez. 

Ahora, ha decidido llamar a la mujer del presidente del Gobierno a comparecer en la primera sesión de la comisión de la Asamblea de Madrid que busca “limpiar el buen nombre” de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) al entender que las noticias conocidas sobre la cátedra dirigida por la mujer del presidente dañan su reputación. 

No es que a Ayuso le interese lo más mínimo la reputación de la UCM, tampoco que los universitarios madrileños paguen las tasas más altas de España, mucho menos que en su región ya haya más universidades privadas que públicas…  Lo que pretende, además de montar un nuevo espectáculo para su habitual circo político-mediático, es hacerse con las riendas de la ofensiva popular contra la esposa del presidente del Gobierno y tomar la delantera a Alberto Núñez Feijóo también en lo que respecta a este asunto. 

Si en algún momento la dirección nacional pensó que era el momento de introducir la agenda social en su estrategia de oposición, ahí está la inquilina de Sol para recordar que de eso nada, que donde esté ETA, la unidad de España, la amnistía o Begoña Gómez que se quite la vivienda, la conciliación laboral y otras zarandajas que no sirvan para mantener viva la llama de la confrontación política.

“Vox apunta, Ayuso dispara y Feijóo, a por uvas”, ha dicho con acierto el secretario general de los socialistas madrileños, Juan Lobato, tras cuestionar la utilidad de una comisión parlamentaria que a todas luces sólo busca el enfrentamiento y la provocación, que es, en definitiva, con lo que Ayuso ha construido su imagen pública.

Pues eso: Feijóo, a por uvas. Cuando no es Ayuso, es Aznar o es la AVT con los 44 etarras que se beneficiarán de una reforma de la ley sobre antecedentes penales y que el PP también votó a favor ya que es la consecuencia de una directiva europea. Entre los hunos y los hotros, que decía Unamuno, no hay forma de que aterrice en la moderación.

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