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Erdogan, de mayor carcelero de periodistas del mundo a “conciencia de la humanidad” tras el caso Khashoggi

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante la sesión ante el Parlamento celebrada este martes.

Javier Biosca Azcoiti

Recep Tayyip Erdogan está utilizando la gestión del caso Jamal Khashoggi en su propio beneficio. El mundo tiene los ojos puestos en Arabia Saudí por un asesinato que tiene a todos en vilo y el presidente de Turquía no ha dudado en alzarse como el “representante de la conciencia de la humanidad”. Tras años de críticas constantes por sus violaciones de derechos humanos, por fin el mundo cierra la boca y confía en Erdogan como garante justicia.

“Jamal Khashoggi era saudí, pero además era un periodista internacionalmente reconocido y esto, por supuesto, nos confiere una responsabilidad internacional”, ha afirmado Erdogan este martes durante su discurso ante el Parlamento. El mismo Erdogan que ha acabado con prácticamente todos los medios críticos y que mantiene a día de hoy a 237 periodistas entre rejas, convirtiéndose en el país con más periodistas encarcelados de todo el mundo. “Turquía será persistente en el seguimiento de este incidente en nombre de la comunidad internacional y como representante de la conciencia de la humanidad”, ha añadido.

“Es repugnante oírle hablar de la conciencia de la humanidad cuando su gobierno ha encerrado a unas 60.000 personas solo en los últimos años bajo acusaciones falsas”, señala a eldiario.es Abdullah Bozkurt, periodista turco exiliado en Suecia y fundador del Stockholm Center for Freedom. “Está soltando grandes lágrimas de cocodrilo por el asesinato de un periodista e intenta manipular el caso en beneficio político y para mejorar su imagen. Antes de reivindicar credibilidad en materia de libertad de expresión y de prensa debería limpiar su propia casa”, añade.

El matrimonio Güven conoce muy bien la persecución de Erdogan a los periodistas. Cevheri Güven fue director de la prestigiosa revista política Nokta, de tendencia progresista, y su esposa, Tuba Güven, trabajó durante 10 años como periodista en la televisión pública, TRT. La noche del intento de golpe de Estado en julio de 2016, cuentas de redes sociales relacionadas con la inteligencia difundieron el nombre de Cevheri en una especie de lista negra. Cevheri tuvo que salir de su casa y esconderse en la de amigos. “Dos semanas después, me echaron de mi trabajo sin ninguna explicación”, cuenta Tuba a eldiario.es.

“La policía vino a casa dos veces. Registraron todo, pero no pudieron encontrar nada y se llevaron mi teléfono, el de mi marido y mi ordenador. Un mes después empezaron a encarcelar a gente como rehenes cuando buscaban a alguien y no lo encontraban, especialmente familiares. Por eso me escondí durante un mes en otra ciudad de Turquía con mis hijos”, recuerda Tuba. Entonces el matrimonio decidió salir del país de manera ilegal. La situación era insostenible, “alguien tenía que trabajar para mantener a la familia”. Fueron a la frontera, pagaron 15.000 euros a los traficantes por toda la familia y cruzaron el río Evros, frontera entre ambos países, en un pequeño bote de madera. Apenas fueron dos minutos de trayecto.

Entonces caminaron media hora hasta llegar a la primera comisaría y pidieron asilo. “Nos investigaron mucho porque estos casos de turcos entrando ilegalmente a Grecia eran nuevos para ellos”, cuenta Tuba. Un año y medio después, Cevheri encontró trabajo en Alemania y dejó Grecia, donde se quedaron Tuba y sus dos hijos. “Yo no he ido porque mi marido ha viajado otra vez de forma ilegal porque no tenemos pasaporte y no podía ir legalmente. Para mí es suficiente y es demasiado riesgo, pero mi marido tenía que ir, alguien tiene que trabajar y mantener a la familia. Las condiciones en Grecia son muy difíciles y no hay ayuda a los refugiados”, afirma Tuba, que trabaja como freelance.

“El discurso de Erdogan me produce risa... ojalá yo fuese una periodista internacionalmente reconocida para vivir mi vida y pensar o hablar libremente. En Turquía hay centenares de periodistas en prisiones en condiciones inhumanas, me pregunto de qué tipo de conciencia habla Erdogan”, señala Tuba. “Turquía ahora es como el consulado saudí, porque nunca puedes estar segura de si seguirás con vida. Han muerto decenas de personas torturadas y bajo custodia”, añade.

“Si Turquía representa la conciencia de la humanidad, ¿por qué estamos nosotros aquí? ¿Por qué la gente toma la arriesgada decisión de huir? ¿Por qué estamos en el exilio? ¿Por qué hay muchas familias separadas? ¿Por qué hay niños que han perdido a su madre o a su padre? ¿Por qué?”, se pregunta.

Bozkurt, que conoció personalmente a Khashoggi y que recuerda que defendía en algunos aspectos el régimen de Erdogan, asegura que “aunque el presidente intente reconstruir su imagen sobre la libertad de prensa, será una misión imposible porque los números hablan por sí solos”. “Haga lo que haga respecto al caso Khashoggi, es muy difícil que cambie su imagen como el peor carcelero de periodistas del mundo. Si quisiese cambiar su imagen, pondría en libertad a todos los periodistas y volvería a abrir los 180 medios que ha cerrado su gobierno”.

“El cadáver de Khashoggi es una baza negociadora”

Erdogan controla la investigación, los tiempos y las noticias que salen. Aunque ha afirmado que su investigación es justa e imparcial, los relatores especiales de la ONU en libertad de expresión y en desapariciones forzadas han solicitado una “investigación independiente e internacional”También lo han hecho diversas ONG como Reporteros sin Fronteras, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y The Committee to Protect Journalists.

“Es preocupante que uno de los periódicos progubernamentales que ha publicado tantas historias falsas en el pasado ahora se está citando por todo el mundo sin contrastar su información”, afirma Bozkurt. Día tras día, medios cercanos al Gobierno han publicado detalles de la investigación turca y sus informaciones han sido replicadas por todo el mundo. “En los últimos años he leído tantas acusaciones, especialmente contra periodistas, basadas en pruebas falsas y fabricadas que es muy difícil pensar que pueden investigar este caso con integridad. El Gobierno no tiene credibilidad”, añade.

“Erdogan tiene una ventaja porque controla el territorio y puede filtrar la información que le interesa y manipular a la opinión pública. Así fortalece su posición en la mesa negociadora con los saudíes y los estadounidenses y utiliza la muerte de este pobre hombre como arma para ganar algún tipo de concesión de gobiernos extranjeros”, añade. Bozkurt cree que el objetivo de Erdogan es aislar al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, del rey Abdulaziz y del resto de la corona y romper la línea de sucesión, porque ve a Bin Salmán como una amenaza a los intereses de Turquía.

Cevheri Güven coincide con Bozkurt. “De los mensajes que ha dado hasta ahora, entendemos que Erdogan intenta hacer del caso Khashoggi un asunto de negociación entre Turquía, Arabia Saudí y EEUU. Para él, el cuerpo sin vida del periodista saudí Jamal Khasoggi no es nada más que una baza negociadora”.

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