El Gobierno chino condena el asalto al Parlamento de Hong Kong y lo califica de “desafío descarado”
El Gobierno chino ha condenado este martes “enérgicamente” el asalto al Consejo Legislativo de Hong Kong protagonizado el lunes por cientos de manifestantes y ha reclamado que las autoridades locales “restauren el orden social normal lo antes posible”.
La Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao del Consejo de Estado (Ejecutivo) ha publicado un comunicado en el que califica la acción de “muy violenta”.
Asimismo, asegura que “algunos activistas extremistas, bajo el pretexto de oponerse a la enmienda de ciertas regulaciones del Gobierno hongkonés (el polémico proyecto de ley de extradición), han dañado voluntariamente las instalaciones del Consejo Legislativo”.
Pekín ha mostrado su “firme apoyo” a las autoridades de Hong Kong y a la Policía local para que “se encarguen del incidente con arreglo a la ley” e “investiguen la responsabilidad penal de los delincuentes violentos”.
Los actos, según la Oficina, “infringen el Estado de derecho, menoscaban el orden social y dañan los intereses fundamentales” de la excolonia británica, al tiempo que suponen un “desafío descarado” al principio de 'un país, dos sistemas' que rige la autonomía en ciertas áreas de la que disfruta Hong Kong.
El portavoz del organismo ha reiterado su apoyo a los líderes locales y a la Policía para que “cumplan sus tareas”, entre las que destaca “restaurar el orden social normal lo antes posible, salvaguardar la seguridad personal y de las propiedades de los ciudadanos, así como la prosperidad y estabilidad de Hong Kong”.
La manifestación del lunes se produjo en el mismo día en el que se celebraba el vigésimo segundo aniversario del traspaso de la soberanía de Hong Kong a China por el Reino Unido, y en ella participaron, según los organizadores, unas 550.000 personas.
Esta fue la última de varias manifestaciones realizadas en las últimas semanas para exigir la retirada del polémico proyecto de ley de extradición, que facilitaría la entrega de sospechosos a otras jurisdicciones, entre ellas a China continental.
Asimismo, reclaman la dimisión de la jefa del Ejecutivo local y principal impulsora del proyecto, Carrie Lam, y la liberación de los detenidos en protestas anteriores.
A pesar de que la manifestación del lunes, tras negociaciones con la Policía, no iba a pasar cerca de la zona de la sede parlamentaria, finalmente un nutrido grupo de manifestantes se dirigió hacia el citado edificio y durante horas reventó las puertas de acceso sin respuesta policial alguna.
Tras conseguir acceder al recinto, centenares de jóvenes ataviados con máscaras antigás y cascos recorrieron las estancias del edificio, incluido el hemiciclo donde se reúnen los diputados y destrozaron el mobiliario.
La respuesta de la jefa ejecutiva de Hong Kong
La jefa del Gobierno local de Hong Kong, Carrie Lam, ha condenado este martes el “extremo uso de la violencia y el vandalismo” por parte de los manifestantes que asaltaron la sede del Parlamento.
“El imperio de la ley es de una importancia capital”, ha señalado Lam, quien aseguró que “no es verdad” que su gobierno no haya atendido a las demandas que desde hace semanas le plantean los manifestantes.
Lam ha insistido en que ha dejado en suspenso el polémico proyecto de extradición a China, entre otros países, “sin ningún plan para retomarlo”.
Por su parte, el jefe de la policía, Stephen Lo, ha señalado que antes de la entrada al Parlamento “había muchos manifestantes utilizando tácticas violentas” y ha justificado que la policía no interviniese durante las más de cuatro horas que los manifestantes emplearon en derribar las puertas de la institución. “No podíamos usar la fuerza que habitualmente empleamos al aire libre”, ha afirmado.
El responsable policial ha asegurado, además, que poco antes de la entrada de los manifestantes al Parlamento apareció “un humo blanco” que pudo haberse tratado de un ataque tóxico“, y ante esa posibilidad la policía no tuvo otra opción que retirarse.
También ha explicado que temían que una carga policial provocase una “avalancha” entre la multitud congregada que causase mayores daños.