En la víspera del primer año de una guerra que ha socavado el orden internacional, la Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado este jueves una resolución de condena de la invasión rusa de Ucrania, presentada por el país de Europa del Este, que ha obtenido el apoyo de 141 países y ha recibido 7 votos en contra (Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Malí, Eritrea y Siria) y 32 abstenciones (entre las que destacan las de China, India, Sudáfrica y Cuba). El resultado de esta resolución simbólica confirma el rechazo mayoritario de la comunidad internacional, aunque pierde dos votos respecto a la última resolución aprobada el 12 de octubre (entonces, 143 países votaron a favor y 5 en contra).
Esta resolución no tiene un carácter vinculante, pero sirve para medir el respaldo de la comunidad internacional a Ucrania o Rusia, así como para identificar los complicados equilibrios geopolíticos que navegan los países que se abstienen, la mayoría de ellos africanos. En esta ocasión, el bloque contrario a la resolución ha sumado los apoyos de Malí y Eritrea. El documento, que mantiene la forma de los aprobados en marzo y octubre del 2022, habla de la “necesidad de alcanzar una paz global, justa y duradera” y reitera la exigencia de que Rusia “respete la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania” y pide el “cese inmediato de los ataques contra las infraestructuras críticas de Ucrania y de cualquier ataque deliberado contra objetivos civiles”.
“Una afrenta a nuestra conciencia colectiva”
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó el miércoles -primer día de debate- la invasión, a la que calificó como “una afrenta a nuestra conciencia colectiva”, así como “una violación de la carta de Naciones Unidas y de la ley internacional”. El representante ucraniano, Dmytro Kuleba, se refirió a esta votación como “un momento decisivo para mostrar apoyo, unidad y solidaridad”. Según ha defendido, “nunca en la historia reciente la línea entre el bien y el mal ha estado tan clara. Un país quiere simplemente sobrevivir. El otro quiere matar y destruir”. “Hace un año, tomé la palabra aquí, 24 horas antes del primer bombardeo ruso de mi país”, recordó Kuleba, quien lamentó que “Rusia continúa buscando la destrucción de Ucrania como nación soberana”.
Por su parte, el embajador ruso, Vasili Nebenzia, cargó en su discurso contra el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y contra la Unión Europea en su conjunto. “Cuando los historiadores describan los años 2022 y 2023, en el capítulo dedicado a la Unión Europea, las palabras que probablemente usen más sean degradación, impotencia, miopía y rusofobia”, dijo acusando a los líderes europeos, así como a los “burócratas”, incluido “nuestro orador de hoy, el señor Borrell”.
El diplomático escenificó el deterioro que han tenido las relaciones entre Europa y Rusia, que si en la última reunión del Consejo “habían tocado fondo”, ahora la distancia entre ambas potencias es mucho mayor: “parece que debajo de ese fondo había un agujero”. En su discurso, Nebenzya criticó la pérdida de autonomía política de la UE, que “se está convirtiendo en un apéndice” de la OTAN y que está perjudicándose a si misma con las sanciones impuestas a Rusia: “La prosperidad y el poderío económico de Europa se basaba, en primer lugar y forzosamente, en el suministro de energía barata rusa, pero en cuanto dejó de existir (Europa) se convirtió en un coloso económico con pies de barro”.
Además, se refirió a “Occidente” como la suma de Estados Unidos, la UE y la OTAN, tres entidades que “se han quitado máscara” y que buscan “mantener en el mundo la hegemonía occidental”. A estas palabras, respondió Borrell que la guerra en Ucrania no equivale a “Occidente contra Rusia, sino que nos afecta a todos: el norte, el sur, Oriente y Occidente”. En este sentido, el jefe de la diplomacia europea dijo que “si no condenamos las acciones de Rusia en Ucrania hoy, esto incrementa los riesgos para otro país, en otra parte del mundo, de sufrir una agresión similar”.
China, que mantuvo el tono, centró las miradas del debate
En este debate, todos los ojos estaban puestos en la posición china, que en los últimos días ha mostrado un acercamiento a Moscú. En su tono habitual, el Gigante Asiático, que ha mantenido un equilibrio pragmático desde la invasión de Ucrania, ha reiterado por medio de su delegado, Dai Bing, que “debemos respetar la integridad territorial de los países” y “sus preocupaciones legítimas de seguridad”. Sin ninguna condena explícita, se ha limitado a decir que “hay que evitar atacar a los civiles y a las infraestructuras civiles”.
Para ello, ha prometido que divulgará una “solución política” entre Kiev y Moscú, ya que “los conflictos y las guerras no tienen ganadores”. “Independientemente de lo difícil que sea la puerta a una solución política, no puede cerrarse”, ha reiterado Dai. Un guante que ha recogido el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, desde Kiev, donde ha asegurado que “abre la puerta” a reunirse con Xi Jinping.
Por su parte, el principal asesor de política exterior del presidente chino, Wang Yi, aterrizó ayer en Moscú en la primera visita a Rusia de un alto cargo desde el inicio de la invasión, justo el día en que Putin anunció la futura visita de Xi a Rusia. Todo ello, pocos días después de que EEUU haya insinuado que China está dispuesta a entregar armamento a Rusia, algo que Pekín ha negado en todo momento.
Unidad de la UE, con la excepción de Hungría
La votación, apadrinada por los países de la UE, ha mostrado la unidad del bloque comunitario, que ha condenado sin titubeos la agresión rusa de hace un año, con la excepción de Hungría. Su ministro de exteriores, Peter Szijarto, se ha desmarcado de la condena unánime a Rusia y ha criticado la entrega de armas a Ucrania, pues “ni la entrega de armas ni las sanciones salvan vidas”, ha dicho. “Al contrario, contribuyen a la escalada y prolongación del conflicto y conllevan más sufrimiento”.
Por su parte, Bielorrusia, cuyo presidente, Aleksandr Lukashenko, es un gran aliado de Putin, ha presentado varias enmiendas a la Asamblea, pidiendo “el inicio inmediato de las negociaciones de paz” y retirando las referencias a una agresión rusa y a la exigencia de retirada de las fuerzas de Moscú, instando además a los estados miembros a “abstenerse de enviar armas a la zona de conflicto”. Estas enmiendas han sido rechazadas, la primera con 94 votos en contra, once votos a favor y 56 abstenciones, mientras que la segunda ha contado con 91 votos en contra, 15 votos a favor y 52 abstenciones.
Dado el bloqueo del Consejo de Seguridad, donde conviven las posturas encontradas de tres países con poder a veto (Rusia, Estados Unidos y China), la Asamblea General se ha convertido en el único órgano de la ONU capaz de tener una voz efectiva en esta guerra. Aunque sus resoluciones no han tenido ninguna influencia en la guerra, sí han servido de termómetro de la opinión internacional ante el conflicto, que de momento se encuentra lejos de una paz negociada.