Reginaldo Camilo dos Santos, uno de los principales correligionarios del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en el municipio de Jandira, en el estado de São Paulo, fue asesinado a tiros este viernes, apenas dos días antes de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas.
El político, conocido como 'Zezinho del PT', por las siglas del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva, fue tiroteado por un desconocido desde un vehículo que se le acercó cuando estaba próximo a su residencia en la tarde de este viernes, según han informado a EFE fuentes policiales.
Pese a que la Policía Civil de Sao Paulo aún no ha identificado a ningún sospechoso ni tiene pistas sobre los motivos del crimen, no descarta que pueda ser una represalia política debido a que “Zezinho del PT” venía denunciando diferentes corruptelas en Jandira, un municipio de la periferia de São Paulo, la mayor ciudad brasileña.
El dirigente del PT, de 51 años, fue concejal del municipio de Jandira hasta 2020, cuando hizo campaña para convertirse en alcalde de la ciudad en unas elecciones municipales en las que quedó en tercer lugar, con el 10% de los votos. En las elecciones legislativas del 2 de octubre pasado, Dos Santos había concurrido como candidato de diputado federal del PT; obtuvo 8.858 votos pero no consiguió la banca.
“Él había hecho muchas denuncias por corruptelas en Jandira y por eso ya entramos en contacto con la Policía Civil para que investigue las posibles motivaciones políticas del crimen”, afirmó tras conocer la noticia el diputado regional Emidio de Souza, uno de los principales dirigentes del PT en el estado de São Paulo. En el mismo sentido se han pronunciado varios dirigentes de formaciones progresistas que apoyan la candidatura de Lula.
“Otro crimen político. El compañero Zezinho del PT, líder de la izquierda en Jandira, fue asesinado frente a su casa. Pedimos que el Estado investigue con rapidez y localice a los criminales. Basta de violencia política”, afirmó el diputado electo Guilherme Boulos, presidente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y que fue el legislador más votado en las legislativas de este mes en el estado de São Paulo.
Una campaña violenta
Las elecciones presidenciales del domingo son las más polarizadas en los últimas décadas en Brasil. La tensión en los intercambios políticos ha bajado a las calles en forma de incidentes violentos entre algunos sectores. En la campaña ya han muerto asesinados tres militantes del PT. Hace poco más de un mes, un hombre entró en un bar de una localidad de la periferia de Fortaleza, al noreste de Brasil, y dijo: “¿Quién va a votar a Lula?”. Cuando un hombre se levantó para defender al candidato, el agresor lo acuchilló en el pecho, según los testigos. La víctima murió a los pocos minutos.
En julio, en la localidad de Foz de Iguazú, fronteriza con Argentina, el dirigente del PT Marcelo Arruda celebraba su cumpleaños cuando un funcionario de prisiones de la zona entró en la fiesta con un arma al grito de “aquí somos de Bolsonaro” y lo asesinó a tiros, según los testimonios de los presentes que recogió la prensa local.
La violencia contra políticos no es nueva en Brasil. En marzo de 2018, pocos meses antes de las presidenciales que encumbraron a Bolsonaro, un reducido grupo de personas comenzó una persecución sobre el coche en el que viajaba la concejala izquierdista de Río de Janeiro Marielle Franco. Cuando los atacantes alcanzaron el vehículo lanzaron trece disparos que acabaron con la vida de la líder y su conductor. Aunque la investigación no ha terminado, parece clara la motivación política del asesinato.
Medio año más tarde, en plena campaña electoral, el ahora presidente Jair Bolsonaro recibió una puñalada en el vientre cuando se dirigía a dar un mitin en la localidad de Juiz de Fora.