Borrell se sacude Abengoa, Iberdrola, Cuba y Venezuela en tres horas de examen ante la Eurocámara
Tres horas de preguntas. Podría haber sido un tercer grado sobre sus asuntos más polémicos. Pero no lo ha sido. El examen de Josep Borrell ante la comisión de Asuntos Exteriores de la Eurocámara, paso previo para ser ratificado jefe de la diplomacia europea, ha sido más tranquilo de lo previsto y ha terminado con el aplauso de los principales grupos. No en vano, el cargo de Borrell fue pactado el 2 de julio por los jefes de Gobierno de la UE en un Consejo Europeo en el que se repartieron los cargos los 27 tras tres días y tres noches encerrados a puerta cerrada.
Del mismo modo que el jueves pasado el griego Margaritis Schinas tuvo que fajarse de principio a fin para defender la cartera de Protección del estilo de vida europeo ante la oposición mayoritaria a ese título, Borrell sólo ha tenido una repregunta sobre Abengoa, de una eurodiputada alemana del PPE, Sandra Kalniete, por “una cuestión de integridad” ya que “en su cargo tendrá acceso a información privilegiada”. Y, también, por la eurodiputada verde Markéta Gregorová.
“Siempre he rechazado haber hecho uso de información privilegiada”, ha respondido Borrell a Kalniete: “Era una operación por 9.000 euros, el 7% de mi cartera. El resto, lo mantuve hasta que perdió su valor, 300.000 euros. ¿Cree que quien tiene información privilegiada vende el 7% y pierde el 93%? Fue una operación hecha en un momento inapropiado. Además, ni siquiera era mi cartera, era de mi exesposa, y perdió el 80% de su valor”.
“Si tenía información privilegiada, era un estúpido. Una de dos”, ha dicho Borrell a Gregorová: “Nunca he aceptado haber hecho uso de información privilegiada. Se lo estoy explicando”.
Por aquella operación, Borrell ha sido sancionado con 30.000 euros por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Abengoa no volvió a salir en el examen, y eso que tuvo que dimitir como presidente del Instituto Universitario Europeo –puesto que Borrell le ganó por la mano a Enrique Barón– por haber ocultado que al mismo tiempo cobraba 300.000 euros al año como consejero de Abengoa: suponía un conflicto de intereses irresoluble. Y Borrell prefirió dimitir del Instituto Universitario en lugar de dimitir del consejo de la sociedad.
La eurodiputada verde también le ha preguntado por sus acciones en cotizadas, en concreto, las de Iberdrola, que generó debate en la comisión de Asuntos Legales, zanjado por populares, socialistas y liberales sin la exigencia de que las vendiera: “Sé que ha sido una cuestión que ha preocupado en la comisión Juri. Y ha añadido con vehemencia: ”Si tanto les preocupa, mañana voy a dar orden de que se vendan. No creo que sean un problema, pero si creen que lo es, mañana lo voy a zanjar“.
Cuba y Venezuela
“Al menos en Cuba no hay condenas a muerte ni las aplican por crucifixión”, ha afirmado Borrell ante las preguntas del popular alemán Michael Gahler. Cuba también fue parte del debate con Hermann Terstch, eurodiputado de Vox, quien le ha pedido dureza contra “la última dictadura comunista, que controla Venezuela”. Algo que el futuro jefe de la diplomacia europea ha matizado: “Una vez me dijo Raúl Castro: tráteme como si fuera vietnamita, saudí o chino. En efecto, Cuba no es el único país sin las libertades que querríamos, pero el aislamiento ya ha demostrado que no consigue nada, y por Cuba han pasado el presidente francés y el Papa, ha ido casi todo el mundo menos el jefe del Estado español [el rey Felipe; quien sí ha ido ha sido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez]”.
El debate con Terstch abundó en algo que había dicho antes Borrell a Tono López-Istúriz (PP): “Estoy a favor de las sanciones en Venezuela a las personas concretas, pero no sanciones que puedan afectar a una población ya empobrecida, que supongan más problemas para que encuentren alimentos o medicinas”.
Borrell, en todo caso, avisó: “Yo ahora, si gano la confianza de la Cámara, no estaré para opinar sobre la política interior de los países”. Y añadió, en alusión a uno de sus principales ejes políticos en los últimos tiempos, Catalunya: “No opinaré de la política interior de ningún país, incluido el mío”.
El aún ministro de Exteriores en funciones –la votación de la nueva Comisión Europea está prevista para el próximo 23 de octubre, en Estrasburgo–, fue despedido con una felicitación por el presidente de la comisión de Exteriores, el popular alemán David McAllister, y con un aplauso de los principales grupos de la Cámara, recibido con alivio por el examinado.
Borrell intervino fundamentalmente en castellano, pero también usó el inglés –en las exposiciones iniciales y finales–; francés –para responder a preguntas formuladas en este idioma– y el italiano –en alguna ocasión en su intervención final–. Así, en español respondió a Idoia Villanueva (Podemos), quien le afeó la venta de armas a Arabia Saudí: “Nosotros cumplimos con los compromisos del Gobierno anterior, pero no hemos hecho ninguna venta más”.
Otro español que le preguntó fue el eurodiputado de IU, Manu Pineda, quien lo hizo sobre Palestina y hasta qué punto iba a avanzarse en la consecución del Estado propio previsto en los acuerdos de Oslo. Ahí, Borrell evasivo, y afirmó: “A mí me acusan de ser antipalestino y anti-isrealí, pero hay que ver dónde están los blancos y los negros para encontrar acuerdos”.
Si Borrell casi anticipó una noticia con la verde que le preguntó por sus acciones de Iberdrola –“si tanto problema hay, mañana lo soluciono”–, a quien sí que se la dio fue a la popular Sandra Kalniete, quien le preguntó por su actitud como mediador en los Balcanes en tanto que miembro de un país que no ha reconocido a Kosovo: “El reconocimiento de Kosovo es una competencia de los Estados miembros”, ha dicho Borrell: “Kosovo y Serbia tienen que alcanzar un acuerdo. Y haré lo que esté en mi mano. Mi primera visita va a ser a Pristina, conozco bien Serbia, pero mi primer viaje va a ser a Pristina. Es prioritario mejorar la relación Kosovo-Serbia”.
“No es el mundo que la UE quiere, pero estoy convencido que tenemos lo que hace falta para afrontar los desafíos”, dijo Borrell en su primera intervención, en la que recordó que en breve “se celebrará el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín, un aniversario de la libertad”. Y entre esos desafíos, el que salió repetidas veces fue la tensión comercial con China, “la incertidumbre de EEUU” y la relación con Rusia, afectada por sanciones comunitarias por anexionarse Crimea y partes de Ucrania: “Hay que seguir con las sanciones”, dijo Borrell varias veces, “pero teniendo en cuenta que la energía de Europa viene de allí”. A raíz de Rusia, Thierry Mariani, eurodiputado de Reagrupación Nacional (Marine Le Pen), le preguntó por lo que dijo en una entrevista con El Periódico de Catalunya: “Tenemos un nuevo mundo que no habríamos podido imaginar hace cinco años. Trump no era presidente, no había Brexit, no habíamos tenido la crisis de los inmigrantes, la guerra de Siria... Han cambiado muchas cosas. Nuestro aliado nos da la espalda. Nuestro viejo enemigo, Rusia, vuelve a decir ‘aquí estoy yo’, y vuelve a ser una amenaza; y China aparece como un rival”. A raíz de eso, la cancillería rusa citó al embajador español en Rusia, Fernando Valderrama, para expresarle su “sorpresa y decepción” por unas declaraciones de Borrell que consideró “inamistosas”.
“Hubo un poco de sobreactuación”, ha dicho este lunes Borrell: “Yo también llamé al embajador ruso para decírselo, porque se me acusaba de haber dicho algo que no dije”.
No fueron las únicas declaraciones polémicas que se han revisado en el examen de la Eurocámara. El eurodiputado ecologista Reinhard Bütikofer le ha preguntado por la vez en la que dijo que “Estados Unidos tiene muy poca historia detrás. Nacieron a la independencia prácticamente sin historia, lo único que habían hecho era matar a cuatro indios”. Borrell lo dijo durante un acto en la Universidad Complutense de Madrid. “Fue una declaración desafortunada y pedí disculpas”, ha reconocido este lunes Borrell. “Lo que quería decir es que tenemos una historia demasiado grande de enfrentamiento entre nosotros como para avanzar hacia los Estados unidos de Europa”.
A Borrell le preguntaron por las relaciones con Asia, con Oriente Próximo, con América, los mares y océanos, el norte de África, la desinformación, la defensa europea de la mano de la OTAN y el papel de los derechos humanos en la política exterior europea. Y terminó diciendo: “Me van a acabar convenciendo de que lo mío es una misión imposible”.