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Los desencuentros entre Macron y Scholz debilitan el eje franco-alemán en la UE

El presidente francés, Emmanuel Macron, recibe al canciller de Alemania, Olaf Scholz, en el Palacio del Elíseo este miércoles.

Amado Herrero

París (Francia) —
27 de octubre de 2022 22:59 h

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Los desacuerdos han llegado en un mal momento. Con la invasión rusa de Ucrania y la crisis energética como telón de fondo, las diferencias entre París y Berlín han aumentado en los últimos meses, hasta el punto de que el Consejo de Ministros franco-alemán que debía celebrarse esta semana en Fontainebleau tuvo que ser cancelado. “Las cosas son no fáciles ahora mismo entre los dos países”, reconocía hace unos días el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire. “Esto debe llevarnos a una redefinición estratégica de las relaciones, a un reseteo en una serie de puntos”.

Como primer paso para ese reinicio, Emmanuel Macron y Olaf Scholz se reunieron este miércoles en el Palacio del Elíseo, en un almuerzo de trabajo calificado de “muy constructivo” por el servicio de comunicación de la presidencia francesa.

No obstante, el hecho de que la reunión no estuviera seguida de una rueda de prensa conjunta es una señal de la falta de avances concretos. Olaf Scholz se limitó a asegurar en Twitter que Francia y Alemania “siguen siendo muy cercanos y que continúan afrontando los retos juntos”. La presidencia alemana anunció que los dos líderes continuarán “intercambiando opiniones” antes y después de la próxima visita a China del canciller alemán y del viaje a Estados Unidos del presidente francés.

Defensa y energía

En el centro de los desacuerdos entre Francia y Alemania hay dos temas cruciales: defensa y energía. La creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros destinado a modernizar el Ejército alemán, anunciada por Scholz días después de la invasión rusa fue inicialmente bien recibida por Macron, defensor de la “soberanía europea” desde su llegada al poder. Sin embargo, desde entonces, el canciller alemán ha mostrado su preferencia por los proyectos de Estados Unidos, como los cazas F-35 o su iniciativa de crear un nuevo sistema europeo de defensa antiaérea, apodada escudo antimisiles (al que se han sumado varios países de la OTAN, pero no Francia), en detrimento de las iniciativas comunitarias, como el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS) o el Tanque de batalla principal europeo.

“Alemania no ha respondido a las ofertas políticas de Emmanuel Macron desde 2017”, escribe Frank Baasner, director del Instituto Franco-Alemán de Ludwigsburg, en una tribuna publicada en Le Monde. “Lo cierto es que, desde la caída del Muro de Berlín, hemos tomado una serie de decisiones fundamentales en Europa, pero sin revisar el planteamiento general ni dar suficiente impulso a la Unión Europea. Y ahora los dos sistemas económicos y financieros, tanto en Francia como en Alemania, se esfuerzan por adaptarse a las exigencias actuales”.

En cuanto a la energía, París, como la mayoría de capitales europeas, lamentó no haber sido informada del paquete de ayudas para responder al alza de los precios energéticos desplegado por el Gobierno alemán, con un valor de 200.000 millones de euros, anunciado a finales de septiembre. La medida fue criticada por sus socios europeos, que abogaban por un esfuerzo solidario para amortiguar la crisis de los precios y que temen que la medida suponga un desequilibrio competitivo para el mercado interior.

Arrogancia

“Espero que Alemania entienda que somos 27 estados miembros y que, si cada uno piensa sólo en sí mismo, la Unión en su conjunto saldrá perdiendo”, dijo la primera ministra estonia, Kaja Kallas, antes del último Consejo Europeo. “Alemania ya había mostrado su arrogancia dando lecciones a los demás durante la crisis financiera [de 2008] y la crisis de la COVID-19”, dijo el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. “Hoy, el mismo país utiliza la formidable fuerza de su economía para movilizar enormes recursos con el único fin de ayudar a su propia industria”. 

Por otro lado, los Estados bálticos han criticado cada vez más abiertamente las posiciones de Alemania –aunque también de Francia–, las cuales consideran demasiado complacientes con Vladímir Putin. Denuncian que la entrega de armas a Kiev no ha sido lo suficientemente ambiciosa, al igual que el apoyo a la candidatura ucraniana para formar parte de la UE.

“El aislamiento de Alemania no es una buena noticia ni para Europa ni para Alemania”, se limitó a decir entonces Emmanuel Macron, que también ha señalado la política interna y la nueva coalición de Gobierno alemana, como dificultad añadida para llegar a acuerdos. “Alemania se encuentra en un momento de cambio de modelo, cuyo carácter desestabilizador no debe subestimarse”, dijo recientemente Macron en una entrevista con el diario Les Échos.

“Una crisis de identidad”

Las discusiones sobre las infraestructuras también han puesto de relieve en los últimos meses la falta de sintonía entre Macron y Scholz. Francia bloqueó la ampliación del gasoducto MidCat a través de los Pirineos, un proyecto defendido por Alemania y España, para después acordar con Pedro Sánchez y el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, la construcción de una alternativa entre Barcelona y Marsella.

Por otro lado, Alemania acaba de autorizar la participación del grupo naviero chino Cosco en el puerto de Hamburgo –ciudad de la que Scholz fue alcalde–, una decisión criticada en Bruselas, que considera a Pekín como “competidor feroz”.

“El conflicto [de Ucrania] también ha desencadenado una crisis de identidad política en Alemania”, dijo el politólogo Ivan Kratsev, director del Centro de Estrategias Liberales en Sofía, en un reciente encuentro en el Institut Montaigne. “Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la política de Alemania se ha basado en confiar en Estados Unidos para la seguridad, en preservar su competitividad mediante el gas ruso a bajo coste y en centrarse en China como su principal mercado de exportación: Estos tres ejes se han roto”.

Un elemento adicional de la política exterior de Olaf Scholz preocupa especialmente en Francia. “Una UE con 30 o 36 estados miembros tendrá un aspecto diferente al de la actual”, dijo el canciller alemán en su discurso en la última cumbre de Praga impulsada por Macron, en relación a una ampliación de la Unión. “El eje de Europa se desplaza hacia el este y Alemania, como país situado en el corazón del continente, hará todo lo posible para unir el este y el oeste, el norte y el sur de Europa”. Un cambio de equilibrio en la UE en el que, según algunos analistas, Berlín podría dejar de mirar hacia París y centrarse más en su relación con los Estados balcánicos y los países del este.  

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