Justo cuando se va a cumplir un año de la invasión rusa de Ucrania, el principal asesor de política exterior del presidente chino Xi Jinping, Wang Yi, ha aterrizado en Moscú en la primera visita a Rusia de un alto cargo del país oriental desde que comenzó la guerra. Además, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha anunciado este miércoles una futura visita de Xi a Rusia y ha señalado que las relaciones bilaterales entre ambos países han alcanzado “nuevas fronteras”. El encuentro se ha producido pocos días después de que EEUU sugiriese que China podría entregar armamento a Rusia, algo que Pekín ha negado rotundamente.
Un año después, Occidente sigue haciéndose la misma pregunta: ¿cuál es la posición de China en Ucrania? Pekín ha guardado una cuidadosa ambigüedad que obedece a un fuerte pragmatismo. En el comunicado conjunto posterior al encuentro entre Wang Yi y el presidente del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, se dice que ambos líderes han “intercambiado sus opiniones” sobre el conflicto en Ucrania, pero no ofrece más detalle.
Por un lado, China ha tratado de mantener una postura neutral en el conflicto. Ha evitado tomar partido por cualquiera de las partes y sus funcionarios y diplomáticos han pedido una resolución pacífica. Por otro lado, China ha desarrollado relaciones económicas cada vez más estrechas con Rusia. En 2014, ambos países firmaron un acuerdo de suministro de gas por 400.000 millones de dólares, el mayor acuerdo de este tipo jamás firmado. Desde esa fecha los vínculos comerciales, diplomáticos y políticos no han dejado de estrecharse.
Durante su viaje, Wang Yi ha pedido un acuerdo negociado entre Ucrania y Rusia y ha señalado un plan de paz que se espera sea anunciado esta semana. “Independientemente de cómo cambie la situación internacional, China ha estado y sigue estando comprometida, junto con Rusia, a esforzarse por preservar la tendencia positiva en el desarrollo de las relaciones entre las grandes potencias”, ha señalado el asesor.
Una nota de Xinhua, uno de los medios oficiales del Gobierno, publicada en chino este lunes dice: “En el ámbito político, Rusia y China han estado trabajando juntos en un número de temas, como la defensa de sus intereses en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la lucha contra el terrorismo y el separatismo en Asia Central y la protección de sus respectivas soberanías y fronteras. Además, Rusia y China han mostrado una postura similar en temas globales como la soberanía de los Estados, la no interferencia en los asuntos internos de otros países y la oposición al unilateralismo. China debe mantener las buenas relaciones con Moscú más allá de las maliciosas intenciones de Washington”. Dado que el medio está directamente auditado por el Ministerio de Propaganda del partido, debe entenderse que China está lejos de romper relaciones con el país en contienda.
Al tiempo que sus diplomáticos repetían que querían “una resolución diplomática del conflicto” y que “esta guerra no es algo que China desea ver”, el Gobierno intensificó el comercio con Rusia y, en particular, ha sido un comprador voluntario de las exportaciones energéticas rusas, proporcionando un salvavidas a la economía de ese país, golpeada por las sanciones. China ha absorbido las importaciones de petróleo ruso con un precio por debajo del punto de referencia mundial, con un aumento promedio diario de las importaciones de Rusia en aproximadamente un 45% en valor desde el período posterior a la invasión hasta diciembre.
La guerra ha intensificado la dependencia rusa de China, convirtiendo cada vez más a Moscú en el socio menor y fortaleciendo el liderazgo de Pekín entre los países emergentes en oposición al orden posterior a la Segunda Guerra Mundial liderado por Estados Unidos. “China está en esto por interés propio, punto. Una Rusia más débil es probablemente una Rusia que puede hacer más para servir a sus intereses”, dijo Alexander Gabuev, investigador principal del think tank estadounidense Carnegie Endowment for International Peace.
China ha tratado de evitar brindar un apoyo claro a Rusia que invitaría a sanciones y a enemistarse con los países occidentales que actualmente siguen siendo sus principales socios comerciales, y gracias a los cuales ha logrado en parte su impresionante crecimiento económico de las últimas décadas.
Pekín también ha tratado de poner cierta distancia retórica con Moscú para evitar un daño irreparable a las relaciones con Occidente. El ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, instó el martes a “algunos países” a “dejar de promocionar [la idea de] 'hoy Ucrania, mañana Taiwán'”, en un mensaje hacia Estados Unidos.
El ministro también ha acusado a Estados Unidos de echarle la culpa de la guerra de Ucrania, en un aparente rechazo a las advertencias de Washington de que China está considerando suministrar armas a Rusia. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, declaró que China “nunca aceptará que Estados Unidos señale con el dedo o incluso coaccione”. “Es Estados Unidos y no China quien envía armas sin cesar al campo de batalla”, afirmó Wang. “Instamos a Estados Unidos a reflexionar seriamente sobre sus propias acciones y hacer más para aliviar la situación, promover la paz y el diálogo y dejar de echar culpas y difundir información falsa”, añadió.
Qin Gang dijo el martes durante el lanzamiento de un documento del Gobierno chino sobre su iniciativa de seguridad global que China está “profundamente preocupada” por la escalada de la guerra en Ucrania y por dirigirse a una situación “fuera de control”.
Una historia compleja
La relación entre estas dos enormes naciones ha sido siempre compleja. Ya en tiempos de la dinastía Qing había una intensa competencia con el Imperio ruso por el control de las estepas de Mongolia y del río Amur en el noreste de Asia. En 1689 se firmó el Tratado de Nerchinsk, el cual estableció la frontera entre los dos imperios.
Después de la Revolución Rusa de 1917, la relación entre China y Rusia se enfrió, ya que la Unión Soviética se centró en el apoyo a los comunistas chinos en su lucha contra la República de China. En 1924, los dos países establecieron relaciones diplomáticas, pero las tensiones continuaron. Durante la Segunda Guerra Mundial, China y la Unión Soviética lucharon juntas contra Japón.
Después de la victoria de Mao en China en 1949, las relaciones entre los dos países mejoraron, ya que compartían una ideología común. Sin embargo, la relación volvió a tensionarse, ya que las dos grandes potencias comunistas entraron en competencia.
A medida que Rusia se convirtió en una potencia más débil tras la caída del Muro en 1991, China comenzó a tener una mayor influencia en la relación. Desde entonces, los dos países han trabajado juntos en cuestiones económicas y de seguridad y han fortalecido su relación a través de instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghái o la creación conjunta de los BRICS.
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