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Análisis

Europa festeja a Joe Biden, pero la relación con EEUU sigue dañada

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en 2009.

Carlos Hernández-Echevarría

31 de enero de 2021 21:39 h

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Si el resto del mundo pudiera votar en las elecciones de Estados Unidos, los candidatos republicanos no lo tendrían fácil. Si la cosa dependiera de los europeos, directamente no ganarían nunca. En 2008 Obama reunió a 200.000 alemanes ante la Puerta de Brandeburgo cuando ni siquiera era presidente y en 2016 los europeos preferían hasta tal punto a Hillary Clinton que en varios países Trump no llegaba al 10% de apoyo. También ahora querían que ganara Biden, pero las encuestas muestran otras cifras que hacen pensar que lo que ha roto Trump no se recompondrá tan fácilmente.

No es que los europeos no crean que la relación con EEUU mejorará con el demócrata, es que parecen haber perdido la fe en EEUU como socio. Según un estudio reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) realizado en 11 países del continente, más de la mitad de los europeos creen que la victoria de Biden repercutirá positivamente en su país y en la UE, pero el 67% ya no se fía de que el país vaya a protegerlos militarmente y cree que Europa debe desarrollar sus propias capacidades para defenderse. España es uno de los más convencidos de ello, pero también llama la atención el resultado de un país como Alemania, donde la presencia de las tropas de EEUU ha sido constante: allí el 40% de la población ya no cree que el país necesite a Washington para evitar una invasión extranjera.

EEUU se va, China llega

Los europeos son enormemente críticos con el sistema político estadounidense. Un 60% considera que está roto y un tercio cree que no se puede confiar en los votantes de EEUU después de haber elegido a Trump. Solamente la mitad de los europeos encuestados cree que con Biden el país podrá superar sus divisiones internas y ocuparse de nuevo de los problemas mundiales. También parece que los europeos tienen claro quién se beneficiará de ese río revuelto: una China en ascenso. 

Casi el 60% de los consultados en Europa cree que China será más fuerte que EEUU en tan solo diez años y España es con diferencia el país más convencido de ello, con un casi un 80% de los ciudadanos apostando por Beijing como nueva primera potencia. Sin embargo, los europeos no quieren tomar partido en esa batalla. En todos los países encuestados más de la mitad de la población quiere que su gobierno se mantenga neutral en caso de conflicto entre EEUU y China, aunque los que querrían que su país se posicionase del lado de Beijing son muy pocos. 

El enfriamiento de las relaciones entre EEUU y Europa durante el mandato de Trump ha creado una oportunidad para China. A finales de 2020, la Unión Europea anunció un nuevo acuerdo comercial con Beijing, a pesar de que unos días antes el equipo de Biden pidió a sus socios europeos diálogo para una política común con respecto a China. Después de siete años de negociaciones y cuatro de tensiones comerciales con Trump, la UE hizo el anuncio. 

Esas ansias de neutralidad que mostraban los europeos en las encuestas con respecto a China llegan también a la relación con Rusia. En caso de conflicto entre Washington y Moscú, un 60% de los encuestados apuesta por la neutralidad de Europa. En palabras del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, la relación militar entre EEUU y Europa que venía de la Guerra Fría estaba pensada “como un matrimonio católico, que se supone monógamo y sin posibilidad de divorcio”. Después de cuatro años con Trump al frente del país, se parece más a una relación abierta, y no sólo del lado estadounidense: “Los europeos no se fían ya de América para defenderlos y expresarían poca solidaridad si EEUU se viera envuelta en un conflicto con otra gran potencia”.

Una reconciliación posible

Las heridas que han dejado los cuatro años de Trump son recientes y profundas, pero no tienen por qué ser imposibles de curar. Todas las encuestas indican una gran alegría en Europa por la victoria de Biden y una fuerte esperanza en mejorar las relaciones. Es difícil saber si la desconfianza se irá disipando o si el impulso hacia una Europa más neutral ha llegado para quedarse. 

No es la primera tormenta en la relación transatlántica. En los años 60, en plena Guerra Fría, la Francia de De Gaulle salió de la estructura militar de la OTAN dando un portazo. Entonces, obligó a EEUU a trasladar a Bélgica su cuartel general. En 2003, la negativa de Francia y Alemania a apoyar la invasión estadounidense de Irak provocó otro encontronazo. Sin embargo, EEUU y Europa han ido normalmente de la mano en muchos otros asuntos y han superado sus diferencias. Veremos si esta vez pueden sobreponerse al legado de Donald Trump.

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