La televisión cubana ha informado este lunes de que ha habido al menos diez víctimas mortales tras el paso del huracán Irma. Para Cuba, esta cifra es inusual. No por falta de huracanes (ellos los llaman ciclones). La media anual en la cuenca del Atlántico es de 12 tormentas tropicales y 6 huracanes de categorías entre 3 y 5. Aunque los cubanos están más cerca de la ruta del ciclón, en la isla caribeña casi nunca muere nadie.
La comparación con EEUU es notable: el año pasado, el huracán Matthew mató a 44 personas en EEUU y ninguna en Cuba. Lo mismo pasó con Katrina, que acabó con la vida de 1.836 estadounidenses. En lo que llevamos de siglo, Cuba ha sufrido el impacto de 29 ciclones tropicales de los cuales 10 han sido tormentas tropicales y 19 huracanes, nueve de gran intensidad. Hasta ayer, solo 54 personas perdieron la vida, en una isla de más de 11 millones de habitantes.
¿Cómo consigue una isla pequeña y pobre salvar más vidas que el país más poderoso del mundo? El presidente Raúl Castro alababa este lunes el espíritu de resistencia y de victoria del pueblo cubano. La razón es un sistema de cooperación masiva llamado la Defensa Civil cubana, un programa nacional de prevención, evacuación, salvamento y recuperación ejemplar en el que se implica toda la población.
Un ejército civil contra la catástrofe
Para empezar, el Instituto Nacional de Investigaciones Sismológicas cubano tiene 68 estaciones de vigilancia permanente, el sistema de alerta temprana que activa al cuerpo de Defensa Civil. Lo que sigue es un modelo extraordinario en el que la nación entera se arma contra un mal tiempo literalmente criminal.
“En Cuba el huracán es tratado como un enemigo imperialista -nos explica el comisario y ensayista cubano Iván de la Nuez. - Se lidia con él militarmente y Fidel Castro en persona se ponía al frente de la batalla”. Hoy hay un un jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil (el General de División Ramón Pardo Guerra) que gestiona la operación, pero la estructura está principalmente integrada por civiles. Hay responsables a nivel provincial, municipal y local, pero también en cada barrio, manzana y calle.
Es un ejército preparado: aunque se activa solo durante las crisis, se entrena constantemente. Cada año desde 1986, los ciudadanos cubanos de todas las edades se adiestran en el Ejercicio Meteoro, un programa de adiestramiento donde se activan las medidas de prevención y contención de peligros, y las maniobras de protección y evacuación de personas, bienes y recursos económicos. También se comprueban los sistemas de aviso, comunicaciones e información y, en general, se comprueba cada eslabón de la estructura con a nivel estatal.
El ejercicio tiene lugar justo antes de la temporada de huracanes. También se actualizan los sistemas sanitarios y se racionalizan los recursos, como el agua, la energía y la comida. Se organizan las labores de prevención directa, como la poda de árboles que pudieran ser peligrosos en el paso del ciclón, limpieza y desbroce de cuevas, protección de las cosechas, etc.
La comunidad como refugio: cooperación vecinal, prioridad del cuidado
Cuando se activa la Alerta Ciclónica, todo el mundo sabe cuál es su tarea, qué albergue le corresponde y con quién tiene que ir. Hasta los niños: tapar grietas en las ventanas, empaquetar comida, acumular mantas o ayudar a los más ancianos a proteger sus medicamentos. Unos cocinan, otros patrullan y otros cuidan de enfermos y mayores.
Los enfermos, impedidos y ancianos son evacuados primero, con la asesoría y colaboración de la comunidad médica. Los turistas son trasladados de su hotel o resort a otro hotel que quede fuera del área de peligro. Todos los animales son llevados a lugares seguros, con agua y comida suficiente. Los vecinos con refugios subterráneos acogen a sus vecinos. Nadie puede quedarse desamparado, ni desprotegido, aunque quiera. Durante las crisis, todos los cubanos son familia, y la prioridad es salvar vidas, por encima de cualquier otra consideración.
El sistema de comunicaciones emite boletines informativos sobre el ciclón y las instrucciones del jefe del Estado Mayor. Los jefes de cada distrito tienen todos los recursos del estado a su disposición. Una vez pasa el peligro, las tareas de recuperación incluyen análisis y reporte de daños, limpieza y reconstrucción, y un nuevo reparto de recursos para los más afectados. Los vecinos más afortunados ayudan a los menos afortunados.
“Cada uno de estos fenómenos deja una lección”
Todo empezó con la fatídica visita del huracán Flora, en 1963. El huracán de categoría 4 golpeó el extremo este de la isla con tanta violencia que murieron más de 1.500 personas. Esta fue la catástrofe que activó la Defensa Civil. Para entender la manera en que se afrontó el problema, es interesante escuchar la explicación de propio Castro en 1967.
En este discurso “a los Compañeros y compañeras de los Comités de Defensa de la Revolución”, explica que “esos fenómenos no ocurren con frecuencia, pero debemos estar preparados cada vez más y cada año más contra esos fenómenos naturales: sequías, ciclones, inundaciones. (...) Cada uno de estos fenómenos deja una lección”. Esas lecciones han salvado miles de vidas en las últimas décadas. Son lecciones de cooperación entre vecinos y de responsabilidad civil. De un país pobre que se une contra la catástrofe, y todo sin usar Facebook, Twitter o Slack.
El mismísimo jefe del comando especial en Nueva Orleans durante la crisis del Katrina en 2005, Russel Honoré, asegura que todos tenemos mucho que aprender de Cuba. “A pesar de ser un país pobre, con retos económicos de todo tipo, hacen un excelente trabajo en la prevención y en el enfrentamiento de los daños por huracanes. Se podrá decir que eso sucede porque es un país comunista controlado. Pero al mismo tiempo debe reconocerse que la gente invierte una extraordinaria cantidad de tiempo preparando la prevención de daños a las propiedades y los seres humanos”.