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¿'Flextensión' del Brexit? 'Chicken game' y manzanas traigo

Theresa May, en el día de la Commonwealth, el 11 de marzo pasado.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

“¿De dónde vienes? Manzanas traigo”, decía el viejo dicho castellano que, en versión bruselense de hace dos semanas sería: “Quiero una prórroga hasta el 30 de junio', 'pues te llevas hasta el 12 de abril”. Pero es que la versión de este viernes vendría a ser:  “Quiero una prórroga hasta el 30 de junio', 'pues te llevas una flextensión de 12 meses”.

La primera ministra británica, Theresa May, angustiada porque no ha aprobado el acuerdo de retirada de la UE en tres ocasiones en el Parlamento británico y habida cuenta de que no controla su propio partido, el Conservador, lo está intentando con el líder laborista, Jeremy Corbyn. Pero, de momento, no hay luz al final del túnel, aunque las noticias en Londres cambian a todas horas, reconocen en Bruselas. 

Y ahí es donde entra en juego el chicken game, aquel en el que dos coches circulan a enorme velocidad, uno frente a otro, y se pone a prueba quién es el gallina que da el volantazo antes del choque mortal. 

Aquí, en otro palabro bruselense, el choque mortal ha sido bautizado como cliff edge, el filo del precipicio, el abismo que se abre tras un Brexit sin acuerdo que, en principio, nadie quiere, y por lo que todos están dispuestos a ceder algo. 

Y, en ese ceder algo, es en donde están instalados los 27 Estados miembros de la UE que se quedarán cuando se vaya Reino Unido –si termina de irse alguna vez–.

La primera ministra británica, Theresa May, ha escrito este viernes al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para pedir una prórroga hasta el 30 de junio. Como esa prórroga abarca las elecciones europeas, May se compromete a convocarlas el 12 de abril y, si al final consigue ratificar el acuerdo de retirada antes de que se celebren el 23 de mayo en Reino Unido, pues las cancela. Y si tiene que apurar hasta el 30 de junio, pues las celebra y, en tanto que el 2 de julio es la fecha en la que se constituye el nuevo Parlamento Europeo, pues los eurodiputados nunca tomarían posesión del acta. 

Esa es la teoría de May. Ese es el “¿a dónde vas?” de May. Al que Tusk ha respondido con un “manzanas traigo” llamado flextensión: Reino Unido pide una prórroga corta sin garantías y en Bruselas estudian cómo ponerle condiciones a una prórroga larga.

¿Qué significa eso?

Pues significa que Tusk, a la vista de que May ha fracasado tres veces en el Parlamento británico, no confía nada en que vaya a conseguir la ratificación en semanas. Además, piensa que los líderes no están para reunirse cada tres semanas para hablar del Brexit, teniendo en cuenta que hay más preocupaciones en Europa y que, además, todos los países afrontan procesos electorales y una renovación total de las instituciones europeas: Parlamento Europeo, Consejo Europeo y Comisión Europea.

Pero, precisamente, esa renovación es la que genera dudas en los países, inclinados también a una extensión más allá del 30 de junio, según fuentes diplomáticas: ¿Estamos seguros de que si el 10 de abril le damos una prórroga a May convocará las europeas el 12 de abril? ¿Y le tenemos que dar un comisario británico? ¿Y qué papel van a tener en el Consejo con asuntos que requieran unanimidad? ¿Serán unos trolls o dejarán hacer? 

Theresa May promete, en su carta, “cooperación sincera”. Pero, ¿y si en ese año desaparece May del mapa político y aparece un brexiteer duro?

Incertidumbre. Incertibumbre. Incertidumbre.

Es el mantra de muchos en Bruselas. El propio negociador jefe de la UE, Michel Barnier, a menudo ha pedido sopesar bien las extensiones porque la incertidumbre se multiplica y hay  que explicar muy bien para qué se hace la extensión.

Y ahí entran en juego los condicionantes que quieren imponer los 27 para poner a May a cambio de la prórroga: para empezar, concurrir a las europeas; y luego, garantizar una colaboración en los asuntos de la UE en la línea del “acervo comunitario”. Incluso, hay quien lo visualiza como un marcador en el que tener apuntados los compromisos y las consecuencias para el caso de que no se vayan cumpliendo, como si unos llevaran a otros, por etapas. 

En todo caso, los 27 esperan novedades para el lunes y el martes. “A ver qué sale de las conversaciones entre May y Corbyn, a ver si pactan qué pueden pedir para la declaración política sobre la relación futura entre Reino Unido y la UE, a ver cómo construyen una mayoría para aprobar el acuerdo de retirada y qué argumentos dan para pedir la extensión”, dicen fuentes comunitarias en Bruselas.

“Estamos en un debate totalmente emocional”, concluyen en Bruselas, en el que las respuestas no siempre son respuestas a las preguntas planteadas. Y en el que todos juegan a una suerte de chicken game, que ellos llaman cliff edge. O, en castellano, Brexit a las bravas.

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