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Golpe de Estado en Mali: el presidente es forzado a dimitir tras su detención por militares sublevados

elDiario.es

19 de agosto de 2020 10:15 h

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El presidente de Mali Ibrahim Boubacar Keita (IBK) ha dimitido esta noche después de ser detenido junto a su primer ministro Boubou Cissé por los militares sublevados que protagonizaron ayer un golpe de estado en el país africano. El golpe ha sido condenado de manera internacional, pero aparentemente apoyado por parte de la población en las calles de Bamako, la capital.

Keita, con una mascarilla puesta, ha hablado desde el campamento militar de Kati en la emisora ​​nacional ORTM justo antes de la medianoche. Ha dicho que su renuncia, que también significa la disolución de la Asamblea Nacional, entra en vigencia de inmediato. “No deseo que se derrame sangre para mantenerme en el poder. He decidido dejar todas mis funciones a partir de este momento”, ha afirmado Keita.

En el vídeo publicado por el portal maliactu.net se puede ver la edición especial del informativo, que interrumpió la programación, y en la que se incluyen las declaraciones de la dimisión de IBK, como se conoce popularmente al presidente maliense.

Su partida fue recibida con júbilo por los manifestantes antigubernamentales en Bamako, la capital del inestable país de África occidental. “Todo el pueblo de Malí está cansado, hemos tenido suficiente”, afirma un manifestante, según recoge The Guardian.

Si bien por la mañana se creyó que las Fuerzas Armadas Malienses (FAMA) estaban divididas sobre la oportunidad del golpe, con el paso de las horas la supuesta oposición interna se ha hecho invisible y todo hace pensar que la mayoría de uniformados se han puesto del lado de los golpistas.

Los militares sublevados se han calificado como el Comité Nacional de Salvación del Pueblo (CNSP). Han declarado el cierre de fronteras y el toque de queda, el deseo de una “transición civil” y la próxima celebración de elecciones después de un “tiempo razonable”. También han agregado que se mantendrá la cooperación con las tropas extranjeras en la lucha contra el yihadismo. El portavoz que ha realizado el comunicado es el Coronel mayor Ismael Wague, Jefe del Estado Mayor Adjunto de la Fuerza Aérea.

En una breve declaración televisada el miércoles por la mañana, los soldados que ahora están a cargo del país tras el golpe militar del martes dijeron que “no les interesaba el poder sino la salud de la nación”, pero que habían intervenido debido al creciente “caos, inseguridad y anarquía”. El Coronel mayor prometió votaciones que “darán a Malí instituciones fuertes capaces de gestionar mejor nuestra vida cotidiana y restaurar la confianza entre los gobernados y los gobernantes”.

Sin embargo, las consecuencias ya se hacen sentir para el país: la Comunidad de Estados de África del Oeste (CEDEAO), a la que pertenece Mali, cerró las fronteras con este país, suspendió su participación en el organismo y amenazó veladamente con una intervención militar regional. Las condenas han llovido sobre los golpistas desde todos los países e instituciones con algún peso en Mali: la Unión Africana, la Unión Europea, la ONU, Estados Unidos y la antigua potencia colonial, Francia, cuya embajada en Mali ha instado a sus ciudadanos a permanecer en su domicilios, además de activar un teléfono de contacto.

El consejo de seguridad de la ONU ha programado una reunión a puerta cerrada para el miércoles para discutir la situación actual en Mali , donde la entidad tiene una misión de mantenimiento de la paz de 15.600 efectivos. El último en pronunciarse fue el propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien ha exigido “la liberación inmediata y sin condiciones” del presidente IBK así como “un arreglo pacífico” de las diferencias entre malienses.

Además del jefe de estado y el primer ministro, se cree que los golpistas han detenido a la mayor parte del gobierno maliense formado como un gabinete de excepción el pasado 27 de julio para intentar dar salida a la profunda crisis política que vive el país desde hace meses.

Pero pese a todas estas condenas y a la falta de apoyos exteriores, los amotinados parecen contar con el apoyo popular, a juzgar por las muestras de alegría expresadas por la multitud que este martes invadió muchas avenidas de Bamako, confraternizando con los militares entre música y cánticos.

Escenas festivas compartidas a través de los teléfonos móviles mostraron numerosos ejemplos de celebración espontánea de los hechos, que hacen pensar que los golpistas cuentan por el momento con el apoyo de buena parte de la opinión pública.

Un presidente muy criticado

Ibrahim Boubacar Keïta llegó al poder en 2013, tras los turbulentos meses que siguieron a otro golpe de Estado en 2012. El político de 75 años ha ganado dos elecciones consecutivas, la última de ellas en 2018. Si bien esa elección fue relativamente tranquila, fue el resultado de los comicios legislativos del pasado abril el que encendió la ira popular por las sospechas de fraude.

El gentío que durante semanas de mayo y junio invadió las calles de Bamako protestaba por la corrupción del presidente y su familia, pero también por la creciente inseguridad en el país y por la ausencia del estado en amplias parcelas del territorio nacional dominadas de facto por milicias de obediencia étnica.

Además, el yihadismo no ha dejado de ganar terreno en el país en la era de IBK, convirtiéndolo en uno de los países más peligrosos del Sahel y contagiando además a otros vecinos como Níger, Burkina Faso o Costa de Marfil.