Donald Trump ha vuelto a hacer historia: el primer presidente en sufrir dos juicios políticos será también el primero —en activo o retirado— en sentarse ante los tribunales. Así lo ha decidido, según las filtraciones de cinco fuentes al New York Times, el gran jurado de Manhattan que investiga su presunto pago de dinero negro en 2016 a la actriz porno Stormy Daniels, a quien sobornó en plena campaña electoral para silenciar la relación extramatrimonial que habían mantenido diez años antes.
La respuesta del expresidente no se ha hecho esperar. Minutos después de conocer la noticia, ha publicado un comunicado en el que acusaba a la Justicia de Nueva York de haber cometido una “persecución política e interferencia electoral al más alto nivel de la historia” de Estados Unidos. Trump ha asegurado que “esta caza de brujas se volverá en contra a Joe Biden”. El magnate lleva repitiendo desde que anunció su candidatura para las primarias el mensaje de que el presidente está “instrumentalizando” a la Justicia desde el gobierno federal, de la mano de las “oscuras fuerzas” del “estado profundo”. Un alegato que, si cabe, ganará todavía más centralidad en su discurso de cara a las presidenciales de 2024.
El exmandatario ya aventuró hace dos semanas, a través de su red social (Truth Social) que sería detenido de manera inminente, al afirmar que le habían llegado “filtraciones ilegales de una fiscalía corrupta y altamente politizada”, pero finalmente la imputación no se ha producido hasta este jueves. Desde entonces, ha publicado una sucesión de mensajes pidiendo —en un tono muy similar a los mensajes incendiarios que publicó los días previos a el asalto al Capitolio— que sus seguidores tomen las calles: “Protestad, recuperad nuestra nación”, alentó a los trumpistas, asegurando en los días posteriores que su imputación podría provocar “potencial muerte y destrucción” en todo el país.
EEUU se prepara para una imputación histórica
La policía de Nueva York (donde tendrá lugar el juicio, que probablemente demorará su inicio más de un año) y Washington (sede de los tres poderes federales) ya movilizó sus planes de contingencia la semana pasada, ante la previsión de protestas tras el anuncio de Trump. Ahora que se ha conocido la noticia, las fuerzas de seguridad mantienen la guardia para el momento decisivo: la llegada de Trump al tribunal, ya sea por cuenta propia o esposado, donde las autoridades le harán una fotografía y le tomarán las huellas dactilares para su ficha policial, y tendrá que escuchar la lectura de sus derechos y los cargos de los que se le acusa. Una imagen sin precedentes en EEUU, que según diversas fuentes afirman a la CNN, podría tener lugar el próximo martes.
Todavía no se conocen los cargos que enfrentará el exmandatario, aunque se prevé que el fiscal de distrito, Alvin Bragg, haga oficial en los próximos días su imputación por falsificación documental. El expresidente niega la relación y el soborno a Daniels, pero Michael Cohen, que entonces era su abogado, ya confesó que había entregado el dinero a la actriz y que Trump lo había reembolsado. Además de esta aventura con Daniels, varios medios aseguran que el gran jurado ha estado examinando en las últimas reuniones -que son secretas- un segundo caso en que una modelo de Playboy, Karen McDougal, también acusa al magnate de haberle pagado dinero (unos 150.000 dólares) a cambio de su silencio sobre una relación sexual. Esta revelación añadiría más leña a la acusación contra Trump, porque podría servir para demostrar un patrón de conducta.
Comprar el silencio de alguien, en sí mismo, no es un crimen en el estado de Nueva York, pero sí lo es la falsificación de documentos para disimular el pago que el expresidente habría hecho a su abogado en 2016: es un delito menor (misdemeanor) que puede ser castigado con hasta un año de prisión. Se convierte en delito grave (felony) si esta falsificación sirve para la comisión de otro crimen, como la violación de la ley electoral. De este modo, la acusación entendería el pago como una donación encubierta, porque sirvió para silenciar un escándalo mediático y limpiar la imagen del expresidente en el tramo final de su campaña electoral.
Esta imputación es la primera que prospera de una larga lista de investigaciones judiciales -por causas civiles y penales, políticas y empresariales- contra el expresidente, y a su acusación en Nueva York podrían sumarse otros cargos más graves: por intentar revertir el resultado de las presidenciales en 2020 en Georgia, por llevarse centenares de documentos clasificados a su residencia de Mar-a-Lago (en Florida) o por su papel en el asalto al Capitolio, entre otros.
Trump se autodenomina “el hombre más inocente” de la historia de los Estados Unidos porque, según asegura, ha librado “11 millones de páginas” de documentos y “no han encontrado nada”, como afirmó el pasado sábado en su primer mitin de campaña, en Waco (Texas). En caso de ser encarcelado por alguno de los casos que pesan sobre él, esto no impediría al magnate presentarse a las elecciones. Algo que probablemente no ocurrirá, ya que diversos expertos legales aseguran que el juicio podría tardar más de un año en comenzar, coincidiendo con el último tramo de la campaña presidencial, por lo que no daría tiempo para un hipotético encarcelamiento.
Los republicanos cierran filas con el expresidente
Esta histórica imputación llega en plena campaña para el liderazgo del Partido Republicano, que se encuentra dividido, especialmente desde los comicios de mitad de mandato de noviembre. En ellos, Trump obtuvo unos decepcionantes resultados electorales, y las voces disonantes no tardaron en cuestionar su rol como líder, tachando su controvertida figura como una de las causas de la debacle.
Aun así, a pesar de la división interna, las principales voces conservadoras han cerrado filas con el exmandatario de manera casi unánime: el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, elegido en enero después de hacer una serie de concesiones al ala dura de su partido, ha comprado la narrativa trumpista con un tuit donde asegura que “Bragg ha dañado irremediablemente a nuestro país en un intento de interferir en nuestra elección presidencial”. También lo ha hecho Ron De Santis, el principal adversario interno de Trump -a pesar de todavía no se ha presentado a las primarias-, tuiteando que “la instrumentalización del sistema legal para promover una agenda política pone patas arriba al estado de derecho. Es anti-americano”.
Además, el gobernador de Florida ha asegurado que no asistirá a una solicitud de extradición del expresidente, si es que se da, por parte de las autoridades de Nueva York. Se cree que Trump se encuentra en estos momentos en el estado que DeSantis dirige, en su residencia privada de Mar-a-Lago, en Palm Beach, donde el FBI requisó el verano pasado cientos de documentos clasificados. Según diversos medios estadounidenses, el fiscal Bragg ha contactado a la defensa de Trump “para coordinar su rendición”, por lo que esperan que esta extradición no sea necesaria.