Greta Thunberg, convertida en icono mundial: ¿demasiada presión con 16 años?
Greta Thunberg lo ha vuelto a hacer. Durante su último discurso, uno de los más esperados en la cumbre del clima de la ONU, reiteraba su alegato por una acción política urgente contra la crisis climática. “Me habéis robado mis sueños y mi infancia con vuestras palabras vacías”, dijo la joven activista ante los líderes mundiales. Lo hacía con enfado y los ojos llorosos.
Su rostro y sus palabras volvían a acaparar titulares de todo el mundo. La ovación recibida desde buena parte de la sala se trasladaba a las redes sociales, donde una multitud compartía su contundente mensaje, llamando a seguir su ejemplo y recordando por qué se ha convertido en un icono del movimiento internacional contra el calentamiento global. También regresaron los ataques desde algunos sectores conservadores o negacionistas del cambio climático que la acusan, para desacreditar su lucha, de ser una “marioneta” al servicio de otros intereses espurios.
Y entre esas dos posturas están quienes expresan su preocupación ante la magnitud de la exposición mediática de una menor, la responsabilidad que ha asumido con 16 años al codearse con dirigentes internacionales y el poder multinacional y el posible coste personal que puede acarrearle el fenómeno generado en torno a su figura.
Una de las primeras voces en preguntarse si todo vale a la hora de impulsar la causa contra el calentamiento global fue la periodista sueca Paulina Neuding, recordando que a los 11 años la inquietud de Thunberg fue tan grande que entró en una depresión y dejó de comer. “No deseo sugerir que Greta es demasiado joven para comprender las consecuencias de sus acciones (...) o incluso para liderar un movimiento global. Nadie que la haya escuchado dirigirse a los líderes mundiales en un inglés impecable puede dudar de que sea muy inteligente. La propia Greta ha dicho que hacer algo contra el cambio climático la ayudó a recuperarse”, sostiene en este artículo.
“Pero los adultos tienen la obligación moral de seguir siendo adultos en relación con los niños y no dejarse llevar por las emociones, iconos, selfies, imágenes de protestas masivas o sueños revolucionarios. Greta ha sido nombrada recientemente 'Mujer del Año' por un periódico sueco. Pero ella no es una mujer, es una niña. Es hora de que nos paremos a preguntarnos si la estamos usando, fallando e incluso sacrificándola por lo que percibimos como un bien mayor”, zanja la reportera sueca.
La chispa que Thunberg encendió hace algo más de un año, manifestándose sola a las puertas del Parlamento de Suecia para exigir medidas de protección del planeta, ha acabado cristalizándose en movilizaciones juveniles sin precedentes por todo el mundo. Por eso, desde Save The Children consideran que el suyo es un “caso claro que demuestra no solo el derecho, sino la capacidad de liderazgo y participación ciudadana que tienen los niños y adolescentes” en una cuestión trascendental como el cuidado del medio ambiente.
“Existe cierto debate sobre si hay instrumentalización en su figura. Pero creo que es una persona dueña de su discurso. Por el hecho de ser menor de edad, no tenemos que dar por hecho que está siendo instrumentalizada. Greta ha canalizado la rabia por la amenaza del cambio climático y ha conseguido ser referente de este movimiento”, explica a eldiario.es Carmela del Moral, responsable de incidencia política de la ONG.
“A veces, estas cuestiones no son más que consecuencias de nuestra visión adultocéntrica y también patriarcal. Si es una niña con sus propias ideas, ¿por qué tendemos a pensar que la están instrumentalizando? Mientras sea de una forma consentida, razonada y voluntaria hay que fomentar esta participación”, afirma Del Moral, quien traza paralelismos entre el caso de la menor sueca y otros como los de la pakistaní Malala o la palestina Ahed Tamimi. “Son mujeres muy jóvenes, demostrando que su opinión cuenta y que con su activismo llegan a más gente, rompiendo el prejuicio de que por el hecho de ser jóvenes no tienen capacidad de decisión ni nada que decir”.
Otra de las aristas presentes en el debate es que Thunberg, que se empezó a preocupar por la situación del planeta hace años, tiene síndrome de Asperger. Desde la Asociación Asperger Madrid recalcan la importancia de que la adolescente esté “dando una visión diferente” sobre las personas con este síndrome y destacan el hecho de que lo que suele ser un interés individual –la preocupación profunda por un tema– se haya transformado en un interés compartido con toda una generación. Sobre el discurso pronunciado este lunes, Araceli Martín, trabajadora social y coordinadora de la asociación, es clara: “Greta no sufre por estar expuesta. El sufrimiento es real, es suyo e individual. Lo tendría también en su habitación: sufre porque ese interés le afecta de verdad en su vida”.
Los riesgos de la alta exposición pública
Para la psiquiatra estadounidense Gail Saltz, el de Thunberg “es un gran ejemplo de las extraordinarias habilidades que tienen muchas personas con autismo”. Sin embargo, en declaraciones a este medio, advierte de las posibles consecuencias que puede tener un meteórico salto a la fama, ya de por sí “difícil para cualquier persona, y especialmente para los niños”. “Hay riesgos para cualquier menor que de repente tiene reconocimiento masivo, presencia en los medios de comunicación y, particularmente, un mensaje que polariza. Por desgracia, la gente comentará, atacará, será desagradable y le arrebatará su privacidad”, asevera Saltz.
En estos meses, la adolescente sueca se ha sometido al escrutinio público y ha estado expuesta a todo tipo de críticas y ataques, a menudo de políticos conservadores y de extrema derecha. El último ha sido Donald Trump, que ha tirado de sarcasmo para comentar su emocionado discurso: “Parece una chica joven muy feliz”. También partidos como Vox han arremetido contra ella, asegurando que “es una impostora que se dedica a viajar a cuerpo de rey”. La han llamado “gurú del apocalipsis”, “profetisa en pantalones cortos”, “Justin Bieber de la ecología”, “profundamente perturbada”. “Sí, de verdad estoy 'profundamente perturbada' por que estas campañas de odio y conspiración se permitan una y otra vez solo porque los niños nos comunicamos y actuamos sobre base científica”, respondió Thunberg en Twitter.
“Su sobreexposición en las redes es consecuencia de su liderazgo y esto la hace ser más vulnerable, por ejemplo al ciberacoso. Igual que decimos que es una niña para decir lo que dice, también lo es para los ataques que pueden tener consecuencias en su autoestima”, señala la responsable de Save The Children.
Sergi Banús, psicólogo infanto-juvenil, explica también cómo la alta exposición y el ascenso a la fama puede ser “un factor de riesgo” para el desarrollo de una adolescente de 16 años. “La fama en sí no es mala, lo malo es cómo funciona su estructura, lo de alrededor. Entrar en el mundo de adultos puede forzar determinadas conductas y aún son personas en construcción que en unos años pueden ver las cosas de otra manera”, asegura el especialista. También incide en que determinadas situaciones de exposición permanente a mucha gente “no son buenas” para personas con Asperger. “Pueden generarle un estrés importante, salvo que tenga un muy buen acompañamiento profesional, que supongo que será así”, prosigue Banús.
Es aquí donde confluyen todas las voces consultadas: en la importancia de que la adolescente cuente con un entorno propicio que la proteja y amortigüe los efectos del fenómeno que la rodea. “Tiene que haber un seguimiento profesional”, zanja el experto. “Un exceso de exhibición puede tener consecuencias en el desarrollo, hay que ver cómo gestiona su popularidad a nivel psicológico, con una buena red de apoyo familiar, un entorno comprensivo, de apoyo, cariño y amor que asegure otros derechos como el juego, la educación o la vida libre de violencia. Si la fama es algo difícil para los adultos, hay que tener especial cuidado con los niños”, recalca Del Moral. En su activismo, Greta Thunberg cuenta con el apoyo de sus padres y ha defendido varias veces que no forma parte de ninguna organización, sino que se limita a apoyar y colaborar con ONG ecologistas en determinadas ocasiones.
Desde la asociación especializada en atender a personas con Asperger defienden lo mismo. “Ella puede decidir si necesita apoyo de un especialista y en qué acciones embarcarse con el sostén de una familia que impulsa esa causa y la parte de la sociedad que la apoya. Creo que lo está teniendo. Pero mi preocupación profesional es como garantizar que ese sostén se va a mantener”, argumenta Martín. “¿Qué va a pasar cuando deje de ser noticia? Hay que trabajar en esa línea, explicarle que es el boom mediático del momento, por qué se va aflojando y la gente se cansa, una vez finalizado. El riesgo podría ser la no comprensión, que si para todos ya es difícil, para una persona con Asperger más”.
La inquietud por el fenómeno desatado en torno a la menor sueca ha llevado al activista ambiental belga Félicien Bogaerts a rodar un cortometraje de ficción, Anita, inspirado en la figura de Thunberg, sobre una adolescente activista se ve sobrepasada por la presión. En varias entrevistas, el autor ha defendido la importancia de los matices en casos como este. “Podemos admirar el coraje y la inteligencia de Greta Thunberg, a la vez que criticamos las derivas del fenómeno mediático que se ha construido a su alrededor. También queríamos mostrar la violencia del sistema, que pone la carga de la lucha ecológica sobre los más jóvenes”, ha asegurado.
“El problema no es ni que Greta se quiera hacer oír, ni que sus padres le dejen hacerlo. Para mí, el problema es que hayamos decidido darle toda la responsabilidad de esta causa a una adolescente, cuando hay organizaciones enteras que llevan tiempo diciendo lo mismo. (...) Los miles y miles de estudios detrás de su rabia no merecían nuestra atención, parece”, ha opinado en Twitter la politóloga Berta Barbet. “Creo, sinceramente, que tenemos que empezar a afrontar los debates desde antes y sin necesidad de que nadie se sacrifique por la causa”, agrega.
Por su parte, Irene Milleiro, directora global de campañas de Change.org, resalta que la adolescente sueca se ha convertido en un “referente positivo” que ha llevado a otros jóvenes a cuestionar a “un sistema 'de adultos' que continuamente excluye las voces de las personas jóvenes”. “Un ejemplo son los comentarios que leo estos días del estilo: 'Esa niña debería estar estudiando', 'le están manipulando'. Yo no conozco a Greta y no sé si es así, pero con 16 años –y también con menos– una chica ya puede tener criterio para hablar y decidir qué quiere hacer con su vida. Nadie acusa de estar manipulados a los chicos de 16 o 17 que juegan en equipos profesionales de la liga de fútbol, ¿no? Creo de verdad que si Greta no tuviese 16 años, sino 30, nadie le hubiera hecho ni caso”, sentencia.