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La investigación sobre las fiestas de Sanna Marin dice que no incumplió su deber como primera ministra de Finlandia

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin.

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La investigación oficial sobre las fiestas privadas de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, la ha exculpado de haber cometido dejación de funciones o negligencia en el cargo. El Canciller de Justicia de Finlandia, Tuomas Pöysti, ha descartado que la dirigente incumpliese sus deberes durante esos eventos, como le acusaron los partidos de la derecha del país y medios conservadores hace dos meses después de que trascendieran varios vídeos en los que aparecía en fiestas privadas con amigos.

El titular de Justicia, encargado de supervisar la legalidad de las acciones del Gobierno y el presidente de la República, ha afirmado este viernes que no existe ningún indicio de que Marin incumpliera su deber oficial por acudir a esas fiestas. “No tengo motivos para sospechar que la primera ministra Marin haya actuado de forma incorrecta en su capacidad oficial como ministra o que haya hecho dejación de sus funciones”, ha concluido Pöysti, según informa EFE, tras analizar en profundidad varias denuncias presentadas por ciudadanos.

En esos escritos se acusaba a Marin, entre otras cosas, de no estar en condiciones de ejercer su cargo por haber consumido gran cantidad de alcohol, sin haber cedido sus funciones previamente a otro ministro durante los fines de semana en que estuvo de fiesta. El canciller de Justicia, sin embargo, considera que las denuncias no especificaban qué labor oficial no se pudo realizar o qué función concreta se vio comprometida debido al comportamiento de la primera ministra.

En las denuncias presentadas también se culpaba a Marin de no haberse comportado de manera acorde con la dignidad debida en un jefe del Gobierno. Afirmaban que su actitud había dañado la reputación internacional de Finlandia. El canciller les ha recordado que la obligación de los funcionarios de mantener una buena conducta no se aplica a los ministros, quienes son directamente supervisados –y en su caso, depuestos– por el Eduskunta (Parlamento).

“No corresponde al canciller de Justicia, como autoridad suprema en cuestiones de legalidad, evaluar la moralidad de la conducta de un ministro o las cuestiones relativas a su credibilidad política o la confianza de que goza”, ha señalado Pöysti en su dictamen.

También se acusaba a Marin de poner en riesgo la seguridad del Estado, al haber organizado una fiesta en su residencia oficial sin examinar previamente a los invitados. No obstante, según el canciller, la residencia oficial del Jefe de Gobierno puede ser utilizada para actos privados y no es obligatorio que los equipos de seguridad revisen a los participantes.

Marin, de 36 años, fue víctima en el inicio del curso político de una campaña lanzada desde sectores ultraderechistas por la filtración de unos vídeos que luego circularon por informativos y redes sociales de todo el mundo. En las imágenes, la dirigente socialdemócrata aparecía cantando y bailando en una fiesta privada con un grupo de personajes famosos. La campaña tomó tal relevancia que la líder se sometió de forma voluntaria a un test de drogas para desmentir los rumores, extendidos por las redes sociales, de que había tomado estupefacientes.

La prensa publicó justo después una foto de dos amigas de Marin besándose con el torso casi desnudo en una fiesta celebrada a principios de julio en la residencia oficial de la primera ministra, un día después de asistir a un festival de rock.

El objetivo de la campaña tuvo un desenlace inesperado, al menos en el plano internacional. Las redes sociales se llenaron de mujeres bailando en señal de apoyo a la primera ministra. Entre ellas, la exsecretaria de Estado y excandidata presidencial de Estados Unidos Hillary Clinton, que animó a la dirigente a seguir bailando. “Como decía Ann Richards, 'Ginger Rogers hacía todo lo que hacía Fred Astaire. Sólo que lo hacía al revés y con tacones'. Aquí estoy yo en Cartagena mientras estaba allí para una reunión como Secretaria de Estado. Sigue bailando, Sanna Marin”, tuiteó junto a una imagen en la que aparecía bailando.

Numerosos dirigentes internacionales apoyaron en redes sociales y públicamente a Marin después de que trascendieran las imágenes. Poco después de sufrir la campaña en su país, la dirigente acudió al Parlamento Europeo, donde numerosas eurodiputadas la arroparon con mensajes de apoyo. “Estoy contenta porque en Finlandia un Gobierno liderado por cinco mujeres ha llevado a cabo una política muy progresista contra la crisis, y ha abordado grandes reformas en la sociedad finlandesa, sobre bajas familiares, obligación de escolarización en Finlandia, la pandemia y una reforma histórica de la sanidad. No somos solo mujeres representando a un género, hacemos política de verdad, tomando grandes decisiones, independientemente de nuestro género y nuestra edad”, dijo entonces.

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