Una ONG ucraniana recauda 300.000 euros escribiendo dedicatorias en bombas contra el Ejército ruso
“Feliz día del padre, William Holstein”; “Enhorabuena por el bebé Luke”; “Ashley, ¿quieres salir conmigo?”; “felicidades por tu doctorado”; “Giovanna y Nathan envían su amor”. Mensajes normales de afecto si no estuvieran escritos en bombas y proyectiles ucranianos dirigidos contra los soldados rusos y por los que el remitente ha pagado más de 100 euros. Otros muchos, la mayoría, no son mensajes de amor, sino de odio.
Anton Sokolenko, un ucraniano de 21 años y estudiante de Tecnología de la Información, dice que notó que las donaciones al ejército no llegaban al ritmo deseado, puso en marcha el proyecto ‘Sign my Rocket’ –dentro de la ONG Centro de Asistencia al Ejército, Veteranos y sus Familias–, que en menos de cuatro meses ha recaudado el equivalente a más de 300.000 euros para el ejército vendiendo bombas con dedicatorias personalizadas.
“No hay una comunicación oficial con el ejército ni tenemos contacto con el Gobierno. Hablamos directamente con los soldados. Tenemos muchos contactos entre soldados porque la ONG trabaja con ellos desde 2014”, cuenta Sokolenko a elDiario.es a través de un mensaje de voz. Vive en Cherkasy con sus padres y dice que no puede coger el ordenador porque no tiene electricidad. Tampoco puede hablar mucho porque el teléfono se está quedando sin batería.
“Los militares tienen un interés directo por conseguir más dedicatorias porque a cambio reciben coches, equipos y cualquier cosa que necesitan para combatir. Se puede decir que para ellos es como un segundo trabajo”, añade.
Sokolenko ofrece mensajes en varias municiones y garantiza que el donante recibirá una foto con el artefacto dedicado. Poner un mensaje en un proyectil de obús de 155 mm con un alcance de unos 22,5 kilómetros cuesta 150 euros. Hacerlo en un proyectil de 203 mm que puede recorrer 55 kilómetros cuesta 350 euros y hacerlo en un M982 Excalibur, que está guiado por GPS, cuesta 700. Su alta precisión “significa que tu proyectil firmado entregará tus saludos a un orco [insulto a los soldados rusos] o a su vehículo”, señala la página web.
Si el donante quiere un vídeo de cómo disparan el proyectil, son 1.000 euros, y si el vídeo es desde un dron, 2.000. Pero además, la ONG ofrece también firmar un lateral del obús M777 desde el que se disparan los proyectiles por 5.000 euros o incluso el avión de combate supersónico SU-24 por 30.000. “El avión combatirá con tu mensaje escrito en un lateral”, dice.
“La idea más guay es soltar la bomba desde un dron porque decimos a la gente que dará a un soldado ruso y lo grabamos. El precio es algo caro, pero lo discutimos con los soldados y lo hacen las veces necesarias hasta que queda bien en el vídeo, así que creo que merece la pena”, dice el joven con un tono de normalidad. 'Sign my Rocket' dice haber recibido unos 60 pedidos por el día del padre, 50 felicitaciones de cumpleaños e incluso un ucraniano que pedía matrimonio a su novia. “Después me confirmó que le dijo que sí”, dice el joven entre risas.
“Este proyecto es la mejor forma de conseguir donaciones. En este caso pueden donar y obtener algo a cambio, como una foto guay con el texto que quieren y satisfacer el odio que sienten por los rusos. Es un tres por uno”, dice. El mes pasado, alguien de Suiza pidió cinco proyectiles y escribió: “Una bomba por cada mes de fracaso ruso. Con amor, desde Suiza”. “Para los orcos”, dice otro. También son muy comunes los mensajes que incluyen insultos a Putin y a las tropas rusas.
Sokolov asegura que ha recibido pedidos en chino, japonés, hebreo, polaco, alemán, francés, italiano, español e inglés, entre otros. “También ha habido gente de Rusia que nos ha preguntado cómo donar sin que les cojan y hemos recibido donaciones desde Bielorrusia”, cuenta. Con el dinero recaudado hasta el momento, se han comprado 29 coches, 15 drones y más de 60 equipos de comunicación y visión térmica para los soldados.
Miles de muertos
La guerra en Ucrania ha provocado miles de muertos, aunque hay pocas cifras oficiales que puedan englobar a todas las víctimas, y, en particular en el caso de las bajas militares, falta transparencia por ambas partes.
Según la ONU, al menos 5.663 civiles han muerto (según la actualización semanal del 29 de agosto, la última disponible), aunque “los datos reales son considerablemente superiores”, según explica la oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU.
La última cifra de soldados muertos facilitada por las autoridades rusas fue en marzo, cuando se cumplió un mes de ofensiva. El ejército de Vlademir Putin anunció entonces que había 1.351 militares fallecidos. EEUU calculó, sin embargo, que había más de 5.000. Este mes, Washington ha afirmado que, según sus estimaciones, hay entre 70.000 y 80.000 soldados rusos muertos o heridos. Las autoridades ucranianas han confirmado el fallecimiento de 9.000 de sus soldados desde el inicio de la invasión.
Algunos de los soldados rusos han denunciado que están participando en la guerra en contra de su voluntad y han acusado a sus superiores de detenerlos en el este de Ucrania por negarse a participar en el conflicto.
Pavel Filatyev, soldado ruso, ha huido del país tras publicar sus memorias de la invasión. “No veo justicia en esta guerra. No veo verdad aquí. No me da miedo luchar en el frente, pero necesito sentir que es una guerra que se libra por una causa justa y entender que estoy haciendo lo correcto. La justicia brilla por su ausencia, no solo porque el Gobierno ruso lo ha robado todo, sino porque nosotros, los rusos, no sentimos que lo que estamos haciendo esté bien”, decía en una entrevista publicada en elDiario.es
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