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Orbán abandona el grupo de los 'populares' en la Eurocámara justo antes de que le echen

Venkaiah Naidu, vicepresidente de India; Angela Merkel, canciller alemana; y Viktor Orbán, primer ministro de Hungría.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
3 de marzo de 2021 11:01 h

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Los 'populares' en la Eurocámara muestran la puerta de salida a Viktor Orbán. Y éste la ha cogido antes de que siquiera se la abran después de que el 84% de los eurodiputados del PPE hayan votado a favor de cambiar las reglas internas para facilitar la suspensión e, incluso, la expulsión de una delegación nacional entera. Con 180 votos emitidos –de los 187 posibles–, 148 eurodiputados han votado a favor; 28 en contra; y se han producido 4 abstenciones. La posición de los populares españoles ha sido dar su voto afirmativo al nuevo reglamento, que se ha aprobado con la mirada puesta en Fidesz, el partido del primer ministro húngaro.

Minutos después conocerse el resultado, Viktor Orbán ha anunciado que deja el grupo del PP europeo en la Eurocámara con una carta enviada al presidente del grupo parlamentario, el alemán Manfred Weber. Lo que no hace Orbán es anunciar que deja el Partido Popular Europeo, en el que está suspendido desde hace dos años por sus críticas al ex presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

El PPE, presidido por Donald Tusk, ex presidente del Consejo Europeo, tenía pendiente decidir también sobre el futuro de Fidesz. Una decisión que se verá aliñada por el hecho de que los miembros del Partido Popular Europeo están obligados a pertenecer al grupo del PPE en la Eurocámara, cosa que ya no ocurre y que, por tanto, abre un nuevo expediente a Fidesz.

Para los que tienen más raíces democristianas, ha sido su agenda iliberal, con recortes de derechos civiles y persiguiendo a migrantes y al colectivo LGTBI. Para los más leales con la familia política popular, fueron sus mofas sobre Jean-Claude Juncker cuando presidía la Comisión Europea. Y para todos, el colmo han sido sus chantajes en la última fase de la negociación de los fondos europeos por su rechazo a que el dinero europeo estuviera vinculado al cumplimiento del Estado de Derecho, hasta el punto de que su mano derecha en Bruselas, Tamas Deutsch, comparara al jefe de los populares en la Eurocámara, Manfred Weber, con prácticas de la Gestapo.

Viktor Orbán ha pasado a gran velocidad de ser un líder respetado por sus victorias electorales; mimado por la todopoderosa Angela Merkel, y querido por los populares españoles por su virulencia contra el independentismo catalán a verse fuera de la familia política más importante de Europa. Su partido, Fidesz, ya fue puesto en cuarentena por el Partido Popular Europeo por sus ataques a la UE y a Juncker, y en las próximas semanas debatirá su expulsión –la asamblea prevista para ello ha ido posponiéndose porque se quiere hacer presencial y la pandemia no lo permite–.

Donde sí se está se ha producido el debate es en el grupo parlamentario del Partido Popular Europeo. En diciembre, los populares europeos, comandados por Merkel, que es quien tiene al final en su mano la suerte de Orbán dentro de la familia popular, decidieron por amplia mayoría –133 votos a favor, 3 abstenciones y 6 votos en contra– dejar en un castigo los insultos de Deutsch. Así, los populares europeos han decidido “retirar con efecto inmediato de Tamas Deutsch todos los derechos a tiempo de uso de la palabra en el Pleno en nombre del Grupo, a nombramientos como ponente u otros cargos formales en nombre del Grupo hasta que se tomen más decisiones”.

El vicepresidente del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, aseguró que, si el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, “no da un giro de 180 grados”, Fidesz “será expulsado” del PPE. “Digamos que tiene un pie en la extrema derecha y otro pie en la democracia cristiana. Cierto que cada vez más apoya su peso sobre el pie que tiene en la extrema derecha”, ha dicho González Pons, quien afirmaba que expulsarle tenía “la gran ventaja” de que permite mostrar al PPE ante la opinión pública como los “constructores” de la UE, mientras que la “desventaja” sería enviar a un partido de Gobierno a la extrema derecha, como el polaco PiS y no dar tiempo a “que un día Orbán pasará y ese día nos alegraremos de haber pasado la fiebre de Fidesz y tener a ese partido que tradicionalmente fue un partido que luchó por la libertad en Hungría dentro del PPE”.

Así, el grupo del PP europeo en la Eurocámara llamaba en diciembre a los 12 eurodiputados de Fidesz a que “reflexionen sobre si sus convicciones políticas fundamentales siguen siendo compatibles con los valores del Grupo del PPE”, y pedía al Partido Popular Europeo, presidido por el ex presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, “que tome una decisión final sobre la pertenencia de Fidesz en cuanto las condiciones de salud lo permitan”.

Y en lo que ha ido avanzando el PP en la Eurocámara es una modificación de su reglamento interno, lo que de facto señalaba la puerta de salida a Fidesz, que se ha apresurado a coger Orbán. Este miércoles los eurodiputados del Partido Popular Europeo han votado estas nuevas normas, que introducen el concepto de la suspensión dentro del grupo parlamentario (paso previo a la expulsión total) y permiten que la suspensión se aplique a una delegación en su conjunto –que ni siquiera participaría en la votación si previamente está suspendida– en vez de tener que votar diputado a diputado.

La suspensión, como la que se ha aplicado a Deutsch, supondría la retirada del derecho a realizar todo tipo de actividades parlamentarias, como hablar en los plenos o negociar legislación en nombre del Partido Popular Europeo, si bien administrativamente aún serían parte de la formación. Una vez estas nuevas normas entren en vigor, se espera que se convoque el voto en las próximas semanas para suspender a la delegación de Fidesz.

Orbán ya ha amenazado con adelantarse a este voto y retirar a su formación política del grupo popular en el Parlamento. Es más, los medios oficiales húngaros daban por hecha su marcha antes de la votación.

Una vez consume su marcha Orbán, su delegación pasaría al grupo de los miembros del Parlamento que no están inscritos en ningún grupo político (como los líderes independentistas catalanes o el M5S, por ejemplo), lo cual les dejaría sin el apoyo y la infraestructura que supone la pertenencia a un grupo, así como sin los turnos de palabra en los plenos que corresponden a los grupos más grandes y sin poder acceder a las presidencias de las comisiones parlamentarias.

No obstante, podrían negociar su adhesión a otros grupos situados a la derecha del PPE en el espectro político, como los ultraconservadores (ECR, donde está Vox y el PiS polaco) o Identidad y Democracia (con los partidos de Marine Le Pen y Matteo Salvini). Eso sí, mientras Orbán pertenezca a la familia del PPE presidida por Tusk, no podrá unirse ni a ECR ni a ID.

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