El paro en las refinerías y la huelga convocada en varios sectores aumentan la presión sobre el Gobierno francés
Presionado por los problemas de abastecimiento de carburante, fragilizado por sus aliados en el Parlamento y con una huelga convocada para este martes en varios sectores, el Gobierno para el que Emmanuel Macron designó primera ministra a Élisabeth Borne atraviesa una situación delicada. Tras una semana en la que los efectos del conflicto laboral alcanzaron de lleno al Ejecutivo galo, Borne debe ahora encontrar una respuesta a varios movimientos sociales al tiempo que prosigue con su calendario legislativo. “El Gobierno ya está actuando”, justificó la noche del domingo en el plató de la cadena TF1, “hemos movilizado reservas estratégicas de carburante y yo he puesto mucha energía para que haya negociaciones en las empresas”.
Con la operación salida por el festivo de Todos los Santos en el horizonte, Borne aseguró haber “asumido todas las responsabilidades al decretar las requisiciones del personal”, al tiempo que hacía un llamamiento a “aquellas empresas que puedan” para “que aumenten los salarios”. El lunes el Gobierno decretó la “requisición civil” del depósito de combustible de Feyzin, en las afueras de Lyon, como ya había hecho con el de Mardyck, cerca de la frontera con Bélgica.
“He pedido a los prefectos [equivalente al delegado de Gobierno] de la región de Altos de Francia que requisaran el personal necesario para aliviar a las regiones de Auvernia-Ródano-Alpes y de Borgoña-Franco Condado, que sufren actualmente un índice de interrupción del suministro superior al 35%”, aseguró el lunes la ministra de la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher. El día anterior Borne había vuelto a amenazar con forzar a trabajar a parte del personal en caso de “situaciones muy tensas” que afecten el suministro.
Según los datos publicados el domingo por la noche por el Ministerio, el 30,1% de las estaciones de servicio se encuentran en dificultades a nivel nacional, con escasez de al menos un tipo de combustible, frente al 27,3% del sábado. En la región parisina la situación es especialmente grave, ya que el 41,6% de las estaciones de servicio están afectadas por la escasez de combustible.
Inestabilidad parlamentaria
Además de las colas en las gasolineras, el Gobierno también ha sufrido la pérdida de fuerza en la Asamblea Nacional, con varios aliados votando en contra de sus medidas y con una oposición de izquierda que hace frente común contra él. En las últimas semanas, los centristas del MoDem y el partido Horizons, fundado por el exprimer ministro de Macron y antiguo integrante de la conservadora UMP Édouard Philippe, han votado en contra de varias medidas gubernamentales de los presupuestos.
En este contexto de inestabilidad parlamentaria (el partido de Emmanuel Macron perdió la mayoría en las últimas legislativas), Élisabeth Borne reconocía en la misma entrevista del domingo que probablemente tendrán que recurrir esta semana al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar las cuentas anuales sin votación parlamentaria. Una aprobación por decreto que aumentará el descontento social contra el Ejecutivo.
Mientras tanto, para este martes se ha anunciado una nueva movilización social en varios sectores, entre ellos el transporte y la energía. Cuatro grandes sindicatos y cuatro organizaciones estudiantiles han llamado a un paro para exigir medidas en favor del poder adquisitivo y “para defender el derecho de huelga”, que consideran vulnerado por el Gobierno por la reciente exigencia de acudir a su puesto a los trabajadores de las refinerías.
Un llamamiento que ha encontrado eco en varios sectores. En la sanidad privada, el sindicato CFDT está instando al personal a un paro para exigir una mayor remuneración. Como en el caso de las multinacionales energéticas, se trata de empresas en las que los accionistas han repartido grandes dividendos en lo que va de año, mientras que el efecto de las subidas salariales a los empleados está siendo lastrado por el crecimiento de la inflación.
También en las centrales nucleares la protesta se viene gestando desde hace más de una semana. Los sindicatos consideran igualmente insuficientes las subidas propuestas en un sector crítico y en un momento clave: 26 de los 56 reactores del parque nuclear francés están parados por operaciones de mantenimiento, y el gestor público EDF trabaja para reactivarlos de cara a un invierno en el que el abastecimiento de gas se resentirá por los efectos de la guerra en Ucrania.
Unión de fuerzas progresistas
En este contexto de tensión social, el domingo se celebró la “gran marcha contra la vida cara y la inacción climática”, convocada por la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), la oposición parlamentaria de izquierdas, que transmitió una imagen de unidad en las fuerzas progresistas. La protesta reunió en París a unas 140.000 personas según los organizadores, 30.000 según la policía. También contó con la presencia de Annie Ernaux, recientemente galardonada con el Premio Nobel de Literatura y que desde hace años apoya activamente a Mélenchon y su partido, Francia Insumisa (LFI).
La manifestación del domingo fue, según Mélenchon, el primer signo de “la conjunción de la movilización popular, la movilización sindical y la crisis institucional”. Después de semanas de críticas a LFI por la gestión de casos de violencia machista, la plataforma vuelve a recuperar protagonismo con su discurso de defensa del poder adquisitivo. “Hoy estamos dibujando la construcción de un nuevo Frente Popular que ejercerá el poder en el país cuando llegue el momento”, afirmó Mélenchon.
No obstante, los principales sindicatos decidieron mantener las distancias con los partidos y estuvieron ausentes de la marcha, optando en su lugar por centrarse en preparar la jornada de movilización interprofesional prevista para este martes.
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