“Pensé: 'Voy a empezar a tomar píldoras anticonceptivas para que me deje de venir la regla’, ya que no podía pagar los productos higiénicos”, dice Eleanor Covell. “En ese momento, pensé que era una gran idea, pero luego sufría calambres extraños y mi peso fluctuaba todo el tiempo”.
Eleanor Covell vive en Reino Unido. Cuando era más joven, sufría de lo que se conoce como pobreza menstrual. Pero nunca se lo contó a nadie, porque se sentía “abochornada” por no poder comprar tampones y compresas.
“Me fui de casa a los 16”, recuerda ahora, con 32 años. “No pude beneficiarme del sistema de ayudas sociales porque estaba en el colegio. Trabajaba en la cadena de comida rápida Subway y recibía unas 30 libras (35 euros) a la semana del Programa de apoyo a los estudiantes del Gobierno británico (Educational Maintenance Allowance), ahora desechado. Con eso tenía que cubrir todo: facturas, alquiler, comida y viajes, educación y libros”.
Ahora ocupa un cargo directivo en una organización benéfica y cuenta que, entonces, simplemente no se hablaba de la regla. Era un tema impregnado de vergüenzas y estigmas. “Si encontraba productos sanitarios en algún sitio, me los guardaba”, dice. “Me llevé un par de casa de una amiga”.
Eleanor Covell sostiene que el tema se ha ido desmitificando a pasos agigantados en los últimos años y señala que la decisión de eliminar la llamada ‘tasa rosa’ (‘impuesto a los tampones’ en Reino Unido) a principios de este año le habría sido de gran ayuda en aquella época.
A partir del 1 de enero de 2021, los productos de higiene femenina en Reino Unido dejaron de clasificarse como “artículos de lujo, no esenciales” y de tributar al 5%. “Habría sido muchísimo más asequible para mí”, dice Eleanor Covell.
El fin de una política “machista”
“Todo el activismo en torno a la regla y el hecho de simplemente usar la palabra hacen que ahora el tema está más normalizado. Las organizaciones han puesto en el mapa político algo que las mujeres tenemos que hacer todos los meses”, dice Covell.
Las activistas, que han estado haciendo campaña para reformar la 'tasa rosa' durante años, dicen que el cambio marca el fin de una política fiscal “machista” que ha estado en vigor en el país desde 1973. El ministro de Finanzas británico, Rishi Sunak, prometió eliminar el impuesto sobre los tampones en el presupuesto de marzo de 2020, con el IVA correspondiente a los productos sanitarios ahora reducido a cero.
Laura Coryton, quien inició una campaña llamada 'Stop Taxing Periods' en mayo de 2014 mientras estudiaba en la Universidad Goldsmiths de Londres, cuenta que lanzó su petición cuando las reglas no estaban en la agenda política y estaban aún más “rodeadas” de tabú.
“Hay una gran sensación de alivio por la abolición del impuesto sobre los tampones. El Gobierno ha estado años diciendo que lo eliminaría”, dice la joven de 27 años, que vive en Londres.
“Cuando me enteré que existía esta tasa, no sabía nada sobre impuestos, así que lo investigué. Me di cuenta de que otros artículos se libraban del impuesto por completo porque se consideraban esenciales, como el mantenimiento de helicópteros privados y las gelatinas azucaradas con alcohol”, dice.
“Sin embargo, los productos de higiene femenina se consideraban un lujo. Este cambio implica mucho más que una bajada de los precios de estos productos. Si bien, por descontado, esto es importantísimo porque la pobreza está aumentando a causa de la crisis, también se trata de reconocer que los asuntos que consideramos femeninos afectan a toda la sociedad. Estamos acabando con una política machista”.
“El cambio va más allá de una bajada de precio”
Laura Coryton considera que el cambio puede parecer “pequeño”, pero que envía un “mensaje fuerte” a la sociedad, recordando que los productos de higiene femenina estaban gravados con un impuesto del 17,5% hasta 2001.
“El impuesto muestra un malentendido fundamental de las necesidades de todas aquellas personas que menstrúan”, dice. “Refleja una educación pésima sobre la regla en las escuelas. Los políticos, ya sean hombres o mujeres, deben comprender que estos artículos son esenciales. Especialmente porque la falta de acceso a ellos repercute la educación de las niñas”.
La activista sostiene que eliminar la tasa rosa ayuda a abordar el tabú en torno a la regla, que considera un factor determinante de la pobreza menstrual, además de suponer un “cambio económico en la vida cotidiana” de quienes tienen dificultades por pagar estos productos.
“Cuando inicié la petición en 2014, ningún político decía siquiera la palabra 'regla”, dice. “Hasta en los correos electrónicos que me enviaban no hablaban de eso, decían 'higiene de la mujer'. Es una locura todo lo que se ha avanzado desde entonces. La 'tasa rosa' existió durante tanto tiempo porque nos decían que no podíamos hablar sobre la regla”. Coryton indica que eliminar el impuesto también ha impactado en el precio de los productos de higiene femenina reutilizables, que suelen ser más caros.
Escocia, por delante
Para Laura Coryton, es sorprendente que Inglaterra no haya seguido el ejemplo de Escocia que, tras una larga campaña, se convirtió el pasado noviembre en el primer país del mundo en ofrecer los productos higiénicos para la menstruación de forma gratuita para todo el mundo.
“Es una pena que no lo hayamos hecho”, reflexiona. “Creo que lo haremos, porque Escocia hace todo primero. Sería una locura no hacerlo. Este sistema ayuda a las personas que sufren de pobreza menstrual, ayuda a acabar con el estigma que rodea a la regla y a evitar complicaciones de salud como resultado de verse obligadas a utilizar pañuelos y calcetines”.
Una investigación de la ONG Plan International revela que tres de cada 10 niñas en Reino Unido han tenido problemas para pagar o acceder a productos para la regla durante la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, y más de la mitad de ellas ha tenido que recurrir al papel higiénico en lugar de a estos productos. Una de cada cinco dijo que sus reglas han sido más difíciles de sobrellevar debido a que no tienen suficiente papel higiénico.
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