Acoso sexual en la policía británica: cientos de denuncias y pocos despidos
En los últimos seis años, cientos de personas aseguran haber sufrido acoso sexual por parte de agentes varones de los cuerpos policiales británicos. El dato ha provocado que los altos mandos de la policía estén pidiendo “eliminar de raíz” un comportamiento que consideran inaceptable y de otra época.
Haciendo uso de las leyes de libertad de información, el periódico The Guardian solicitó acceso a los datos y averiguó que se recibieron casi 450 quejas por acoso sexual, sumando las presentadas por el público general a las del personal policial. Más de la mitad de las fuerzas policiales británicas están afectadas y entre los acusados hay inspectores y detectives de alto rango. Pero solo una pequeña parte de las quejas terminó con el despido del responsable del acoso. En muchos casos, simplemente hubo una jubilación o una renuncia.
Es probable que el número real de quejas por acoso sexual sea aún mayor: de los 43 cuerpos policiales que hay en el Reino Unido, solo 28 proporcionaron los datos. Muchos de los que no lo hicieron (entre ellos, el cuerpo de la policía metropolitana de Londres) dijeron que no podían dar esa información o no proporcionaron los datos en el plazo estipulado.
Para Julian Williams, jefe de policía y representante en temas de ética profesional del Consejo de Jefes de Policía Nacional, este tipo de comportamiento debe ser eliminado de raíz: “No cumple con los altos estándares establecidos en el código ético que todos los policías deben respetar; ante comportamientos depredadores, las fuerzas deben responder de la forma más contundente, incluyendo la retirada del servicio”.
“La mayoría de las mujeres policía ha sufrido acoso sexual”, dice una agente que prefiere mantener el anonimato. “Estamos hablando de un gran rango de temas, desde comentarios inapropiados hasta machismo; es un problema que no desaparece de este sector y no estoy segura de cuál puede ser el motivo”.
La misma agente recuerda cómo se desarrolló la denuncia que presentó contra compañero de un trabajo anterior: “La reacción de mis compañeros me disuadió de volver a hacerlo. Sucedió en una fuerza donde yo era nueva; un colega varón se comportó de forma inapropiada. Teníamos que trabajar en equipo por las noches, él solía poner sus brazos alrededor de mi barriga y hacía comentarios. Lo denuncié ante mi inspector y terminó perdiendo el trabajo porque otras mujeres habían hablado de problemas similares que tuvieron. Él tenía amigos en el turno y algunos me culpaban y me decían que no debía hablar sin que se me preguntase”.
Cuando esta oficial empezó a trabajar en otro lugar, una de sus jefas le insistió en que debía hablar si alguna vez tenía problemas con un miembro masculino del personal. A la agente en cuestión, aquella declaración le sonó rara: “En cualquier fuerza, se sabe de uno o dos cargos que usan su poder [sobre las mujeres]... pero probablemente sea así en todas las profesiones; lo que lo hace más grave en la policía es que en nuestro trabajo deberíamos ser más conscientes. Muchas veces lidiamos con personas vulnerables y con delincuentes y se supone que tenemos que cuidar a la gente”.
“La policía está para proteger a la comunidad”
Según el directivo nacional del sindicato Unison, Ben Priestley, “este tipo de comportamientos no puede producirse en los espacios de trabajo modernos”. “Ni el personal ni el público deben sentirse intimidados o degradados al tratar con la policía, va en contra del mismo propósito de unas fuerzas policiales que vigilan y protegen a la comunidad”, dijo.
Priestley confirma que los datos del acoso concuerdan con una encuesta de Unison en la que participaron casi 1.800 agentes de policía de Inglaterra, Gales y Escocia. Un 50% dijo haber escuchado chistes sexuales y un 20%, haber recibido mensajes sexualmente explícitos de compañeros a través del correo electrónico o de los servicios de mensajería. En la misma encuesta, una de cada 25 policías dijo haber recibido presiones para tener relaciones sexuales y una de cada 12 afirmó que le habían ofrecido un trato preferencial a cambio de favores sexuales.
La profesora Jennifer Brown, del Centro de Criminología de Mannheim (London School of Economics), dirigió la investigación de Unison sobre acoso sexual. Brown lo define como un “problema oculto” de los cuerpos policiales y dice que, de acuerdo con lo que sugieren los estudios, se da con mayor frecuencia en profesiones de uniforme, como la policía. “En parte se debe a la proporción de género: hay más hombres en los espacios de trabajo y en la elaboración de las políticas acordes, por lo que se establece la idea de que las mujeres estuviesen invadiendo las áreas en las que los hombres tienen el monopolio”.
Las mujeres representan el 29,8% de las fuerzas policiales de Inglaterra y Gales, con 6.463 de ellas en una posición de sargento o superior (un 17,7% de las policías en activo, frente al 24,1% de los varones).
Brown dice que ser policía está entre los trabajos donde más acoso sexual se observa, pero “curiosamente” tiene una tasa menor en lo referido a la disposición a presentar quejas formales, “así que no es algo que la gente haga de manera fácil o cómoda”. “No digo que la policía sea necesariamente mucho peor que otras profesiones, pero por lo general hay un nivel de denuncia superior, y de la policía esperamos un cierto estándar; teniendo en cuenta que su misión es la de proteger, sería de esperar que el código de comportamiento dentro de su propio grupo de trabajo fuera del más alto nivel”.
Las quejas por acoso presentadas involucran a agentes de policía, a oficiales de apoyo comunitario, a investigadores de la escena del crimen, a personal de oficina y a oficiales de detención. Según los datos, 24 de ellos fueron despedidos tras ser denunciados. En otros 74 casos, se tomaron medidas desde la dirección y un total de 48 personas dimitieron o se jubilaron.
A Brown no le convence el sistema actual para lidiar con el acoso dentro de la policía, diferente al de profesiones como la enfermería donde la denuncia se presenta ante una comisión independiente. “Lo tratan de manera interna, de forma que los agentes tienen la posibilidad de dimitir antes de que les pidan comparecer frente a un órgano disciplinario; pueden hacer el cálculo de que les interesa irse, teniendo en cuenta su pensión y otras cosas, y dimitir en lugar de ser disciplinados. Es un panorama complicado y debería ser reexaminado, pero en el clima actual no estoy segura de que haya ganas para hacerlo”.