La portada de mañana
Acceder
El PP explota la división parlamentaria para tumbar los impuestos a banca y rentas más altas
La vuelta a la rutina de las familias de los desaparecidos en la DANA
OPINIÓN | Feijóo y el cinismo de ‘Inside Out’, por Lucía Taboada

Un activista negro detenido en EEUU por sus escritos en Facebook denuncia la vigilancia secreta del FBI

Sam Levin

Rakem Balogun pensó que estaba soñando cuando policías armados con equipo de asalto irrumpieron en su apartamento. Despertado por el estruendo y los gritos de los agentes, se dio cuenta de que la pesadilla era real cuando él y su hijo de 15 años fueron obligados a salir de su hogar en Dallas llevando solo la ropa interior.

Esposado y temblando por el frío y el viento, Balogun pensó que solo un malentendido podía haber llevado al FBI a su puerta aquel 12 de diciembre de 2017. Padre de tres hijos, dijo haber recibido una sorpresa cuando más tarde se enteró de que un grupo de agentes de la unidad de “terrorismo interno” llevaba años vigilándolo. Le estaban arrestando, en parte, por unas publicaciones de Facebook en las que criticaba a la policía.

“Es la tiranía perfecta”, dice Balogun, de 34 años. “No he estado haciendo nada ilegal que justifique la vigilancia, no he hecho daño a nadie ni amenazado a nadie.”

Esta semana Balogun concedió a The Guardian su primera entrevista tras salir de prisión. Acaba de pasar cinco meses en la cárcel porque le negaron la libertad bajo fianza mientras los fiscales estadounidenses intentaban sin éxito armar una causa en su contra, acusándolo de posesión de armas sin permiso y de ser una amenaza para las fuerzas de seguridad.

Balogun perdió su casa y mucho más durante el encarcelamiento. Podría ser la primera persona en ser perseguida y procesada bajo el programa secreto de vigilancia estadounidense para rastrear a los llamados “extremistas de la identidad negra”. En un informe de la Unidad de Análisis de Terrorismo Interno del FBI filtrado a los medios en agosto de 2017, se cita un “resurgir de la actividad criminal violenta con motivaciones ideológicas” debido a las “percepciones de brutalidad policial” de los afroamericanos.

Entre las conclusiones de la unidad antiterrorista casi no hay pruebas de amenazas contra la policía, salvo algunos casos aislados como el de Micah Johnson, que mató a cinco agentes en Texas. El informe hizo que reaccionaran con fuerza los grupos de derechos civiles y algunos congresistas demócratas, que temían un uso generalizado de un concepto tan amplio para procesar a activistas y a grupos como Black Lives Matter.

Informático y activista

Cuando fue arrestado, Balogun trabajaba para una empresa de informática. Lleva mucho tiempo como activista y fue cofundador de Guerilla Mainframe y del Huey P Newton Gun Club, dos grupos que luchan contra la brutalidad policial y defienden los derechos de los negros propietarios de armas. Parte del trabajo requiere organizar clases de defensa personal, comidas para indigentes y picnics para jóvenes. No es lo que interesó al FBI.

Según el testimonio ante la Justicia del agente especial Aaron Keighley, los investigadores comenzaron a seguir la pista de Balogun, cuyo nombre legal es Christopher Daniels, después de que en marzo de 2015 participara en una marcha de protesta contra las fuerzas de seguridad en Austin (Texas).

De acuerdo con Keighley, el FBI se enteró de la protesta gracias a un vídeo publicado en Infowars, la web de extrema derecha dirigida por Alex Jones y conocida por difundir noticias falsas y teorías de la conspiración. La referencia a Infowars sobresaltó a Balogun: “¿Usan el vídeo de un propagandista de las teorías de la conspiración como argumento para justificar su tiranía? Eso es un gran insulto”.

Keighley no dijo nada sobre lo que hizo Balogun en la marcha y se limitó a mencionar los eslóganes antipoliciales de los manifestantes, como “oink oink bang bang” o “el único cerdo bueno es el cerdo muerto” (en Estados Unidos, la palabra 'cerdo' se emplea para insultar a los policías).

El agente también mencionó artículos en Facebook de Balogun en los que llamaba “héroe” a un hombre sospechoso de haber asesinado a un policía y en los que expresaba su “solidaridad” con el hombre que mató a los agentes en Texas. “Se merecen lo que les pasó”, escribió Balogun.

Pero Keighley admitió luego que el FBI no tenía pruebas de que Balogun hubiera pronunciado ninguna amenaza específica contra la policía.

Balogun dijo que cuando publicó esos posts en Facebook estaba enfadado y “desahogándose” por los conocidos casos de policías que en Estados Unidos habían matado a hombres y a mujeres negros inocentes, incluyendo a Alton Sterling y Philando Castile. Estaba particularmente disgustado con la forma en que los medios de comunicación y las fuerzas de seguridad pintaban los asesinatos como justificados. “Sólo estaba copiando la forma en que ellos reaccionan a nuestros asesinatos”, dijo sobre el momento en que escribió los posts.

En una carta que Balogun envió a The Guardian desde la cárcel, dijo sentirse “secuestrado” por el FBI, un “prisionero en la guerra contra la libertad de expresión y el derecho a llevar armas”. Las autoridades lo perseguían por promover grupos comunitarios dirigidos por negros y por luchar contra “los abusos del Gobierno”, escribió. También, que él nunca había sido una amenaza para nadie: “La violencia es el método de nuestro opresor, nuestro método es el trabajo duro, el amor y la unidad”.

Cuando lo arrestaron, la policía confiscó su pistola de calibre 38 y un fusil de asalto tipo AK sin balas. Balogun dijo que también se llevaron su libro 'Negroes with Guns', escrito por el dirigente de la lucha de los derechos civiles Robert F. Williams. “Estaban desesperados de verdad”, dice Balogun. “Era más o menos como Stalin en los años cincuenta: 'Dame al hombre y yo te daré el crimen'”.

El caso de la Fiscalía finalmente se aclaró, pero en el proceso también cambió la vida de Balogun.

Castigado por activismo político

Los propios datos oficiales sobre la delincuencia han socavado en gran medida la idea de que haya una amenaza creciente debido al movimiento “extremista de la identidad negra” [BIE, por sus siglas en inglés], un término que inventaron las fuerzas de seguridad. Además de que ha caído el número de muertes de policías, la mayoría de los que disparan y matan a los agentes son hombres blancos. Desde 2001, los supremacistas blancos han sido responsables de casi el 75% de los ataques extremistas mortales.

La vigilancia a la que están sometidos los que entran en esa categoría BIE y el procesamiento fallido de Balogun (adelantados por la revista Foreign Policy) han provocado comparaciones con los lamentables esfuerzos que el Gobierno llevó a cabo en los años 60 para controlar y desestabilizar a los activistas del movimiento de derechos civiles, particularmente el Cointelpro, un programa de contrainteligencia del FBI dirigido contra Martin Luther King, la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People) y el partido de los Panteras Negras.

Según Michael German, exagente del FBI y miembro del Programa de Libertad y Seguridad Nacional del Centro Brennan para la Justicia, la designación BIE es “extraordinariamente amplia” y el concepto se está extendiendo entre las fuerzas de seguridad de todo Estados Unidos a medida que más activistas negros se enfrentan a la vigilancia y el acoso policial.

Las autoridades no etiquetaron públicamente a Balogun como un BIE pero su lenguaje en el tribunal fue muy similar al de las advertencias que empleó el FBI en el informe filtrado. De acuerdo con German, el caso también parece formar parte de una “estrategia de desarticulación” del FBI: arresta y presenta acusaciones de poco nivel para meterse en la vida de los sospechosos y tratar de armar un caso de terrorismo.

Pero como dijo German, “a veces, cuando no se puede probar que alguien es un terrorista, es porque no lo es”. El exagente también consideró “asombroso” el argumento de la fiscalía de que Balogun era demasiado peligroso como para dejarlo en libertad bajo fianza. “Parece que todo esto fue diseñado para castigarlo por su activismo político y no para solucionar ningún tipo de problema de seguridad”.

La única acusación contra Balogun fue por posesión ilegal de armas de fuego. Los fiscales alegaron que se le había prohibido llevar armas de fuego debido a un delito menor de asalto doméstico en Tennessee en 2007. Pero un juez rechazó la acusación este mes y dijo que la ley de armas de fuego no era de aplicación en este caso.

La oficina del fiscal de los EEUU y el FBI se negaron a hacer comentarios.

Balogun cuenta que el caso de Tennessee se había originado por una pelea con una novia y que le habían presionado a declararse culpable para salir de la cárcel. La decisión del juez este mes fue como una “victoria” para él.

Pero desde que lo liberaron hace una semana, Balogun también se ha tenido que enfrentar a la dura realidad de la vida después de la cárcel: perdió su vehículo, su trabajo y su casa; su hijo fue obligado a trasladarse y cambiar de colegio y Balogun se perdió gran parte del primer año de vida de su hija recién nacida.

“Esto ha sido una pesadilla para toda mi familia”, dice, antes de añadir que todavía estaba recuperándose de la monotonía y el aislamiento de la cárcel: “Era vivir como un perro, limitado a un pequeño patio trasero”.

Balogun también cuenta que tenía que aceptar el hecho de que el Gobierno probablemente seguirá siguiéndole y que tal vez busque nuevas formas de interrumpir su vida. Pero la amenaza no le impedirá organizarse y hablar, dice. “Mientras mi comunidad me necesite para servirles, allí estaré”.

Traducido por Francisco de Zárate