La excepción Cachemira: cuando las fake news de India y Pakistán ayudan a evitar la guerra
India atacó a Pakistán. Pakistán devolvió el ataque y capturó a un piloto indio. Esos son los hechos establecidos. El resto de la información sobre el conflicto entre estos archienemigos es muy discutible.
¿Es verdad que India atacó un centro de entrenamiento militar en Pakistán? ¿India cruzó la línea de alto el fuego entre los dos países en la disputada Cachemira? ¿Cuántas personas murieron en el ataque? ¿Es verdad que al día siguiente derribaron un avión a reacción pakistaní mientras bombardeaba territorio indio?
A una semana de los primeros ataques aéreos en territorio pakistaní en casi cinco décadas, las respuestas a estas y otras preguntas están envueltas en una niebla de desinformación y explicaciones oficiales cambiantes.
La versión de India es que el martes por la mañana atacaron un edificio en la cima de una colina muy boscosa en Balakot, una zona que está unos 10 kilómetros dentro del territorio de Pakistán. India argumenta que se trataba del cuartel general de Jaish-e-Mohammed (JeM), un grupo terrorista que se adjudicó el pasado febrero un ataque con un coche bomba suicida en Cachemira que mató a 40 paramilitares indios.
El secretario de Asuntos Exteriores de India, Vijay Gokhale, afirmó en un comunicado que los ataques habían matado “a un gran número de terroristas de JeM, instructores, importantes comandantes y grupos de yihadistas que se estaban entrenando para realizar ataques suicidas”.
Varios medios de comunicación indios citaron fuentes del Gobierno que aseguraron que el ataque aéreo mató entre 250 y 350 personas. El presidente del partido gobernante Bharatiya, Amit Shah, repitió durante el fin de semana esa cifra en un mitin de campaña por las elecciones generales indias del próximo abril.
El relato de Pakistán afirma que aviones indios entraron en el espacio aéreo paquistaní durante unos minutos antes de ser detectados y perseguidos. Antes de escapar, los aviones habrían lanzado sus municiones en un descampado.
El portavoz militar del país, Maj-Gen Asif Ghafoor, compartió en Twitter imágenes de la zona boscosa donde cayó la carga explosiva, sin señales de ningún edificio atacado.
Nooran Shah, un granjero que vive cerca de donde cayeron dos de las bombas, cuenta a The Guardian que la explosión le voló las puertas de su casa de barro cocido. “No hubo daños mayores excepto en algunas partes de mi casa, y quedaron cuatro grandes agujeros en la tierra”, indica por teléfono.
Un análisis de imágenes satelitales de acceso abierto también pone en duda las afirmaciones de India. Un informe del Laboratorio de Investigación Digital Forense del Consejo Atlántico ha logrado localizar el sitio exacto del ataque y dio una valoración preliminar de los daños.
Comparando las imágenes satelitales de días anteriores y posteriores al ataque indio, el laboratorio concluyó que sólo había impactos en zonas boscosas sin evidencias de ningún daño visible a alguna estructura edilicia. “Las evidencias de fuentes abiertas sugieren que el ataque no fue exitoso”, afirma Michael Sheldon, investigador del grupo.
Otro análisis satelital realizado por el Instituto de Políticas Estratégicas de Australia también concluyó que no hay evidencias de daños en las instalaciones de la cima de la colina que India alega haber atacado.
El lunes, el jefe de la Fuerza Aérea india dijo que los ataques cayeron sobre los objetivos deseados, pero no dio estimaciones sobre el número de muertos. “No contamos las bajas”, dijo el Brigadier Mayor BS Dhanoa. “No podemos contar cuántas bajas hubo. Eso depende de cuántas personas había en el lugar”.
Confusión sobre modelos y aviones derribados
El segundo punto de disputa es la afirmación de la India de que derribó un avión a reacción pakistaní que participó el miércoles por la mañana en un ataque a un territorio controlado por India y que el avión derribado era un F16.
La semana pasada, la agencia de noticias india ANI publicó imágenes de los restos de un avión de guerra en el lado pakistaní de la frontera como evidencia de que habían derribado un F16.
Bellingcat, un sitio web sobre investigaciones forenses, ha analizado las fotos y vídeos de los restos del avión y concluyó que se trata de un avión MiG21 de la Fuerza Aérea india que fue derribado en el combate aéreo del miércoles, provocando la captura de su piloto, Abhinandan Varthaman.
Funcionarios de Defensa de la India han presentado un fragmento de un misil AIM-120 AMRAAM que dicen que fue disparado por un avión de guerra pakistaní, un arma que afirman que sólo puede ser disparada por un avión F16.
El dato de qué aviones utiliza Pakistán es importante: se ha especulado que los aviones F16 fueron comprados a Estados Unidos con el acuerdo explícito de que se utilizaran en operaciones de contraterrorismo y no contra India.
Un militar pakistaní de alto rango con conocimiento del acuerdo de compra de los aviones F16 señala que Pakistán podía utilizarlos para “uso defensivo”. “Eso es absolutamente legítimo”, afirma. “El problema es el uso ofensivo”. Este militar se negó a confirmar si Pakistán había realmente utilizado aviones F16 durante el combate de la semana pasada con la India.
Un segundo militar pakistaní afirma que Pakistán puede utilizar “todas las armas y equipamiento militar que tiene a su disposición cuando se trata de una cuestión de defensa”.
“Pakistán no utilizó aviones F16 en ataques dentro del territorio indio, eso está fuera de discusión”, asegura el militar. “Pero en temas de defensa, si nos atacan o violan nuestro espacio aéreo, entonces definitivamente podemos utilizarlos”.
La Fuerza Aérea paquistaní asegura que utilizó aviones de guerra JF17 de diseño chino en el ataque, pero no ha presentado ninguna prueba de que estos aviones puedan disparar el tipo de misil que India dice que fue utilizado.
Sheldon, del Consejo Atlántico, dice que no es inusual este tipo de confusión sobre datos básicos en medio de un conflicto o una tragedia, especialmente en la era de las redes sociales.
“El derribo del vuelo 17 de Malaysia Airlines [en suelo ucraniano, a manos de rebeldes rusos] es un caso clásico de desinformación legitimada por el Estado”, indica. “En el ámbito de las redes sociales es común leer versiones descentralizadas bajo el lema de ‘miente, miente que algo quedará’”.
En este momento, a ambos lados les interesa mantener sus relatos flexibles, dijo Vipin Narang, profesor de ciencia política del Instituto de Tecnología de Massachusetts. “La ventaja de la confusión, especialmente en los momentos inmediatamente posteriores a algún episodio como éste, es que se pueden sostener relatos contradictorios”, afirmó.
Y eso les da a ambos países la posibilidad de declararse victoriosos y evitar seguir atacando. “Este tipo de ambigüedad puede por el momento reducir la intensidad del conflicto”, asegura Narang. “Una vez que se calmen las aguas podremos discutir los hechos”.