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Banksy abre un hotel en Belén con “las peores vistas del mundo”

Emma Graham-Harrison

Belén —

El hotel Walled Off puede sonar funcional, incluso deprimente: 10 habitaciones ubicadas junto al polémico muro que separa Israel de los territorios palestinos y que solo les da 25 minutos de luz solar al día. “Es el hotel con las peores vistas del mundo”, afirma su dueño.

Desde la desconcertante y recargada suite presidencial hasta las literas de las habitaciones baratas sacadas de cuarteles abandonados, el hotel tiene una intención claramente política.

Todas las habitaciones tienen vistas a las paredes del muro y algunas a un asentamiento israelí cercano –ilegal según el Derecho internacional– en la colina cercana.

“Los muros están ahora de moda, pero yo me ocupo de ellos antes de que Trump los convirtiera en algo guay”, dice Banksy en un comunicado. El artista, que protege siempre su anonimato, estuvo en Belén por primera vez hace una década, donde dejó una serie de obras suyas en muro que se han convertido por sí mismas en una atracción turística.

El hotel, inaugurado ante los medios de comunicación el viernes pasado, aspira a generar empleo y atraer visitantes a una ciudad cuya economía basada en el turismo y el peregrinaje ha sido devastada por los rigurosos controles israelíes al tránsito de personas entre Israel y los territorios palestinos.

El artista también quiere generar diálogo, no siendo su mercado objetivo sus legiones de seguidores internacionales, sino los jóvenes israelíes que suelen pasar los fines de semana de marcha en Tel Aviv.

El equipo del artista insiste en que este hotel es una auténtica iniciativa comercial y no una puesta en escena artística. Se podrán formalizar las reservas de sus nueve habitaciones y su suite a partir del 20 de marzo y a través de su página web.

En los últimos años, los israelíes han tenido pocas razones para visitar Belén: porque tienen prohibida la entrada a la ciudad y a los sitios turísticos. Pero el hotel está ubicado en una zona justo fuera de la ciudad y bajo control israelí, por eso será legal para los turistas israelíes visitarlo.

Banksy ha desestimado las preocupaciones de que los problemas de seguridad mantengan a la gente alejada del hotel, recordando que había llenado hasta rebosar un “parque temático de la confusión” [juego de palabras con amusement —diversión— y bemusement —confusión] en un pueblo poco glamuroso de la costa inglesa durante varias semanas.

Para fomentar el diálogo, el hotel presentará exposiciones de artistas palestinos, ofreciéndoles a estos artistas que tienen vetado viajar la posibilidad de acceder a un público internacional. El tema central será “colonial”, con un menú de merienda tradicional por la tarde, para aquellos que quieran probar las delicias del establishment.

Entre esas obras que Banksy dejó en el muro está la de una niña cacheando a un soldado y la de una paloma con chaleco antibalas. En ese momento, algunos vecinos de la zona se sintieron ofendidos y le pintaron arriba la imagen de un soldado revisando los papeles de un burro.

Pero otros han sobrevivido y se han sumado a la lista de imprescindibles para los turistas que llegan a visitar la Basílica de la Natividad.

Después de la guerra en Gaza de 2014, Banksy logró colarse en la zona para crear una serie de obras de arte y un irónico vídeo turístico. El vídeo invita a la audiencia a “hacer que éste sea el año en que descubras un nuevo destino”, antes de ofrecer una visita virtual.

Banksy generalmente evita comentar su obra, ya que dice que prefiere que las imágenes hablen por sí mismas, pero el vídeo termina con la cámara deteniéndose en un mensaje abiertamente político, también pintado sobre un muro: “Si nos lavamos las manos con el conflicto entre los poderosos y los desamparados, nos estamos posicionando del lado de los poderosos. No se puede ser neutral.”

A pesar de las feroces críticas a las políticas israelíes, Banksy se ha concentrado en unir a israelíes y palestinos. En el parque de “atracciones” distópico Dismaland, que creó en 2015, exhibió juntas obras de tres artistas palestinos y tres artistas israelíes.

Uno de los artistas palestinos, Shadi Alzaqzouq, se enfadó tanto que cubrió su obra con una tela sobre la cual escribió “RIP Gaza”, para luego tumbarse en el suelo simulando estar muerto frente al mensaje. La tela permaneció cubriendo la obra durante toda la exposición, con un cartel que explicaba la protesta del artista.

Traducido por Lucía Balducci