El gobierno de Jimmy Carter mantuvo una estrecha relación con el ayatolá Jomeini antes de la revoluCión islámica de Irán. La noticia, que ha despertado la furia de los actuales líderes iraníes, se conoció después de que Estados Unidos desclasificara telegramas diplomáticos hasta ahora confidenciales.
Siempre se supo que Ruhollah Jomeini, el carismático líder de la revolución iraní, había intercambiado algunos mensajes con EEUU a través de un intermediario durante su exilio en París. Pero según muestran los documentos a los que tuvo acceso recientemente el servicio persa de la BBC, Jomeini llegó a escribir personalmente a dirigentes estadounidenses para asegurarse de que Washington no pondría en peligro su plan de regresar a Irán.
Según la información de la BBC, la Administración de Carter atendió la petición de Jomeini y allanó el camino para su regreso evitando un golpe militar del Ejército iraní. El servicio persa de la emisora británica accedió al borrador de un mensaje que había preparado Washington en respuesta a Jomeini. El mensaje, que nunca se envió, aprobaba la comunicación directa con el ayatolá.
La BBC también publicó un análisis de la CIA de 1980, desclasificado hace tiempo pero que había pasado desapercibido. Con el título “El Islam en Irán”, el informe de la CIA demuestra que los primeros intentos de Jomeini de comunicarse con EEUU datan de 1963, 16 años antes de la revolución.
El informe de la BBC ha creado una gran polémica en Irán: de confirmarse, echaría por tierra el mito de que Jomeini se resistió incondicionalmente a un trato directo con EEUU, algo que estuvo prohibido durante tres décadas, hasta las recientes negociaciones nucleares.
“Documentos inventados”
A principios de junio, el sucesor de Jomeini, el líder supremo ayatolá Ali Jamenei, dijo que el informe estaba basado en documentos “inventados”. Otros políticos iraníes también cuestionaron las revelaciones de la BBC, entre ellos el portavoz de Jomeini, Ebrahim Yazdi, y el reformista Saeed Hajjarian.
En declaraciones al periódico The Guardian, dos exconsejeros de la Casa Blanca durante la Administración Carter de no pusieron en duda la autenticidad de los documentos pero negaron que EEUU hubiese abandonado al sha Reza Pahlevi.
En contraste con lo que luego serían sus diatribas contra el “Gran Satán”, los mensajes de Jomeini a los altos cargos de EEUU, enviados solo unas semanas antes de su regreso a Teherán, parecen tremendamente conciliadores. En uno de los mensajes consultados por la BBC, Jomeini decía: “Es aconsejable que su Ejército no siga al primer ministro del sha Shapur Bajtiar. Se darán cuenta de que no tenemos ningún tipo de animosidad contra los estadounidenses”.
Ese mismo mes, Jomeini envió otro mensaje a través de un emisario de Estados Unidos. En él, el ayatolá intentaba disipar el temor de que los intereses económicos estadounidenses se vieran afectados por un cambio en la cúpula de Irán: “No tiene que haber ningún temor con respecto al crudo. Es falso el rumor de que no vamos a vender a EEUU ”.
Jomeini regresó a Teherán el 1 de febrero de 1979, dos semanas después de que el sha huyera de Irán. Los militares iraníes, bajo la influencia de EEUU, pronto se rendirían. En tan solo un mes se declaró a Jomeini líder supremo de la nueva república islámica.
La toma de la embajada
Las relaciones con EEUU fueron tirantes desde el principio porque Washington se identificaba en gran medida con el régimen del sha, hasta que los lazos se rompieron completamente en noviembre de 1979, cuando un grupo de estudiantes atacó la embajada estadounidense y tomó como rehenes durante 444 días a 52 diplomáticos.
Pero la revolución no marcó el fin de las negociaciones directas entre Irán y EEUU, a pesar de la retórica combativa desplegaba por ambos bandos. Se dice que el actual presidente, Hassan Rouhani, estuvo involucrado en negociaciones secretas por las que EEUU se comprometió a enviar armas a Teherán de manera encubierta para liberar a los rehenes estadounidenses.
El estudio de la CIA de 1980 dice: “En noviembre de 1963, el ayatolá Jomeini envió un mensaje al Gobierno de Estados Unidos a través del profesor de la Universidad de Teherán, Haj Mirza Khalil Kamarei”. En ese mensaje Jomeini explicaba “que no estaba en contra de los intereses de EEUU en Irán” y que “por el contrario, pensaba que la presencia de ese país era necesaria para contrarrestar la influencia soviética y, posiblemente, la británica”. Los líderes iraníes han negado con vehemencia que Jomeini haya enviado alguna vez tal mensaje.
Menos heroico y más astuto
The Guardian no ha tenido acceso a esos documentos desclasificados por lo que no ha podido verificarlos de manera independiente. Hasta ahora, la BBC sólo publicó los documentos de la CIA. Los que aún no se publicaron son, en su mayoría, telegramas diplomáticos de las embajadas de París y de Teherán, algunos escritos en primera persona por Jomeini y, según la BBC, de dominio público.
La delegación iraní de la emisora británica no ha dado explicaciones por la decisión de no publicar esos documentos, algo que no ha ayudado a disipar el escepticismo entre los críticos iraníes. El periodista que dio la primicia, Kambiz Fattahi, sí respondió preguntas por correo electrónico. “Los documentos claramente demuestran que, en la sombra, Jomeini era menos heroico y más astuto”, dijo. En su opinión, “Jomeini cortejaba de manera discreta con el Gobierno estadounidense, haciendo toda clase de promesas acerca del futuro de los intereses clave de EEUU en Irán”.
Para Fattahi, “los documentos tienen relevancia porque demuestran que el legado de Jomeini es complicado, ya que implica que el ayatolá cortejó a dos presidentes de EEUU sin hacerlo público”. “Los documentos ilustran el patrón de comportamiento que Jomeini adoptaba secretamente con el país que luego llamaría 'El gran satán’ en unos momentos críticos de su lucha por una república islámica”.
Según el miembro del Consejo de Seguridad Nacional durante la revolución iraní, Gary Sick, “los documentos son genuinos”. Pero Sick aseguró también que nunca vio un estudio de la CIA acerca de ese supuesto contacto en 1963 y tampoco tenía conocimiento de una supuesta comunicación. “Suponiendo que el informe sea preciso, todo lo que puedo decir es que el mensaje de Jomeini al Gobierno de Estados Unidos no tuvo ninguna incidencia sobre las políticas, ni durante la presidencia de Kennedy ni en la siguiente, algo extraño en mi opinión”, le dijo a The Guardian.
Según Sick, si bien EEUU quería conservar al ejército iraní como institución y asegurarse una transición ordenada que no desencadenara en guerra civil y baño de sangre, las negociaciones con un emisario estadounidense de 1979 fueron de poca importancia.
“La preocupación de las fuerzas de Jomeini era un golpe militar por parte del ejército iraní, situación que definitivamente había que evitar a toda costa. Por el lado de EEUU, trataron de conservar la amenaza del golpe militar como una baza para negociar”.
Según Stuart Eizenstat, ex director del Consejo de Política Nacional de la Casa Blanca durante la administración Carter, las conversaciones para que EEUU abandonara al sha “no son históricamente precisas”. “Hicimos todo lo posible para que el sha se mantuviera en el poder. No había ninguna sensación de que estuviéramos tratando de facilitarle la toma del poder al ayatolá”.
De acuerdo con Eizenstat, “Ebrahim Yazdi, el primer ministro de Asuntos Exteriores que tuvo el gobierno de Jomeini, hacía declaraciones públicas en nombre del ayatolá anunciando una democracia tolerante, nada de revolución islámica”: “Creo que Yazdi creía en eso”.
“Sepan disculparme. No estoy...no estoy al tanto de ese asunto y no tengo información para brindar”, dijo sobre esa supuesta comunicación entre Jomeini y la administración Carter, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner.
El periódico The Guardian también se dirigió a Zbigniew Brzezinski, el que fue consejero de seguridad nacional de Carter entre 1977 y 1981. Aunque rechazó una entrevista sobre el tema, dijo que “en esa época, la gente hacía muchos manejos”: “No tengo ninguna información especial, en particular, sobre el ayatolá y su rol en esa época; probablemente, de alguna manera, haya habido algún grado de participación pero nada específico que pueda recordar”.
Traducción de Francisco de Zárate