La resurrección de la lengua muerta: las catedrales dan cursos de latín para fans entusiastas
La implantación de clases de latín en algunas de las catedrales más importantes de Inglaterra se ha topado con un entusiasmo inesperado por la resurrección de una disciplina que muchos han considerado “totalmente muerta”. Al menos media docena de catedrales han organizado este año cursos rápidos de latín, con participantes de entre 12 y más de 80 años.
La catedral de St. Albans se prepara para unas escuelas de verano de dos semanas de duración de latín y de griego del Nuevo Testamento, tras el éxito de los cursos rápidos y jornadas de estudio de los últimos años. La catedral de Gloucester está planeando varios cursos de fin de semana para los próximos meses. El maestro George Sharpley ha dado clases de latín para principiantes en las catedrales de Lincoln, Southwark, Chichester, Exeter y Ely, así como en Gloucester.
Sharpley ha lanzado este año la serie Latín en los claustros. “Leí sobre Carlomagno y las escuelas de latín que abrió en las catedrales y monasterios hace 1.200 años. Parecía un buen momento de replicar eso”, explica.
En los primeros cuatro meses de este año, dio once cursos de un día. “Uno fue tranquilo, pero en los demás tuvimos que rechazar a gente. Fue un paso hacia lo desconocido, pero la respuesta ha sido bastante buena. Me emociona mucho el latín, así que no me sorprende que a otros también les pase”. Los participantes son variados, explica Sharpley. “Hay jubilados y jóvenes. Algunos nunca habían aprendido nada de latín. Muchos solo tienen curiosidad”.
En St. Albans, Clare Coombe, responsable de aprendizaje de adultos de la catedral y clasicista, se ha encontrado con un nivel similar de participantes. Un curso de cinco semanas de clases nocturnas que acabó la semana pasada incluía a alguien de doce años y a varias personas que no eran hablantes nativos de inglés.
“Me sorprendió la mezcla de nacionalidades: francesa, alemana, croata... Pero el latín es parte de nuestra herencia europea”, señala. “A veces a la gente le interesa porque han oído el latín en misa o quieren poder leer las inscripciones de las tumbas de la catedral. Y gente a la que no se le suelen dar bien los idiomas es a menudo bastante buena en latín”.
Los cursos de un día para principiantes de Sharpley empiezan con un recorrido por las raíces latinas de las palabras inglesas. “A la hora de comer, son capaces de leer una línea o dos de Virgilio”. Pero añade: “El latín de Ovidio y Virgilio era una lengua para escuchar, no para estudiarla en libros en soledad. Es un idioma muy animado, uno para el oído. Crea una conexión, enciende bombillas. Cada pocos minutos, alguien tiene un momento de 'ajá' en el que se da cuenta de que el latín forma parte de nuestro lenguaje a día de hoy”.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo