Steve Bannon sigue siendo la 'eminencia gris' en el camino de Trump hacia la Casa Blanca: “Cree en el poder y el caos”

David Smith

Washington —
16 de abril de 2024 22:21 h

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Ataviado con una chaqueta verde oliva sobre una camisa negra, Steve Bannon explotó un tema que la mayoría de los oradores habían pasado de puntillas. “Medios de comunicación, quiero que se traguen esto, quiero que la Casa Blanca se trague esto: ¡en 2020 perdieron!”, bramó en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) en el National Harbor de Maryland a finales de febrero. “¡Donald Trump es el legítimo presidente de Estados Unidos!”.

Un furor de transgresión atravesó al público. “¡Trump ganó!”, ladró Bannon levantando un dedo acusador. “¡Trump ganó!”, repitió agitando un puño. “¡Trump ganó!”, volvió a proclamar. Su público, como hipnotizado, coreó al unísono la descarada mentira.

Fue un recordatorio contundente de que Bannon, un arquitecto del trumpismo comparado varias veces con Thomas Cromwell, Rasputín y Joseph Goebbels, sigue siendo una fuerza potente en la política estadounidense, a medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024 y la reelección de Trump parece una clara posibilidad.

Puede que el ex estratega jefe de la Casa Blanca ya no esté en contacto diario con Trump, pero eso apenas importa: Bannon es una fuerza vital para el ecosistema de extrema derecha que da forma y anima a la base electoral “Make America Great Again” (MAGA).

Bannon, de 70 años, está apelando una condena penal y una pena de cuatro meses de prisión por desafiar una citación del comité del Congreso que investiga el asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio de Estados Unidos. La comisión investigadora escuchó pruebas de que Trump había hablado con Bannon al menos dos veces el 5 de enero y que en esa conversación había predicho que “el infierno se desatará mañana”.

Mientras tanto, conduce un podcast llamado War Room, que propaga mentiras sobre las elecciones de 2020 y las vacunas contra el coronavirus, pero que recibe un barniz de respetabilidad gracias a invitados como Elise Stefanik, la republicana número 3 en la Cámara de Representantes, y otros políticos de alto nivel.

El estudio de grabación de War Room ocupó un lugar privilegiado en la CPAC y contó con invitados como Liz Truss, ex primera ministra británica. En el escenario principal, Bannon comparó a Trump con el general romano Cincinato y dijo: “Su destino y su suerte es tener el mayor regreso político de la historia de Estados Unidos a partir del 5 de noviembre y expulsar a las alimañas de la Casa Blanca”.

“Biden, tú y tu banda de criminales no sois más que basura, ¿vale? Y el 20 de enero de 2025 vamos a sacar la basura”, añadió. La multitud, vestida con parafernalia MAGA, enloqueció, lo que consolida el estatus de Bannon como tribuno del movimiento de cara a las elecciones presidenciales de este año.

“Steve Bannon es el actual ídolo de la derecha estadounidense y, si algo hemos aprendido en los últimos ocho años, es que no hay que dar por sentado que porque alguien parezca extremista y desquiciado no va a ser influyente en este partido”, dice Charlie Sykes, comentarista político y autor de How the Right Lost Its Mind (Cómo la derecha perdió la cabeza).

Sykes hace una analogía con los traficantes de drogas que compiten entre sí vendiendo formas más puras y fuertes de metanfetamina, un estimulante altamente adictivo: “Steve Bannon sigue vendiendo la metanfetamina más potente que existe”.

“Donald Trump mira a Steve Bannon y no piensa que este tipo esté desquiciado. Mira a Steve Bannon y dice ‘esto es exactamente lo que quiero escuchar de mis seguidores’. Steve Bannon sabe lo que hace y actuará como una fuerza gravitatoria sobre el resto de la derecha porque tienen que estar a su altura”, añade Sykes.

De oficial de marina a estratega ultra

El desaliñado Bannon es lo opuesto a un político de carrera. Se desempeñó como oficial de la marina, fue banquero de inversiones de Goldman Sachs y productor de cine. Fue presidente ejecutivo de Breitbart News, a la que alguna vez describió como “la plataforma de la derecha alternativa” (alt-right), un movimiento que ha abrazado el racismo y el antisemitismo, y llegó a ser el estratega de la victoriosa campaña electoral de Trump de 2016.

Su paso por la Casa Blanca fue breve y amargo debido a su relación conflictiva con la hija del presidente, Ivanka, y su marido, Jared Kushner, quienes más tarde lo describieron como una presencia “tóxica” y lo acusaron de “atentar contra la agenda del presidente”. Es posible que al propio Trump le irritara la atención mediática que Bannon estaba recibiendo. Terminó apodándolo “el desaliñado Steve”.

Pero sus ideas han resultado más difíciles de matar. Bannon sigue defendiendo la “deconstrucción del Estado administrativo”, una reducción radical de la burocracia del Gobierno federal y una política aislacionista del tipo “Estados Unidos primero” que, insiste, mantendría al país alejado de una Tercera Guerra Mundial. Estas ideas están calando entre los republicanos del Congreso, que se oponen a enviar más ayuda militar a Ucrania.

Bannon también ayuda a construir el relato alrededor del tema estrella de Trump, la seguridad fronteriza: culpa a los inmigrantes indocumentados de la delincuencia, a pesar de que los estudios han demostrado que los inmigrantes son menos propensos a cometer delitos que otros residentes de EEUU, y propone las deportaciones masivas como solución.

Bannon sostiene que los principales afectados por la afluencia récord de inmigrantes son la clase trabajadora negra y latina. “A cada persona negra, a cada persona hispana en nuestro país: vote por Trump”, dijo Bannon en la CPAC. “Trump os liberará porque ahora os están esclavizando”.

Es una figura muy poderosa en el actual Partido Republicano e ineludiblemente desempeñará un papel central en cualquiera que sea el gobierno de Trump si éste gana

A continuación, dijo a su audiencia abrumadoramente blanca: “Os llaman racistas, os llaman xenófobos, os llaman nativistas. Nada más lejos de la realidad, porque no pueden ganar la discusión intelectual. Lo que tienen que hacer es intentar desprestigiaros y a vosotros no os importa porque sabéis que no es verdad”.

Bannon tiene un cartel en la repisa de su chimenea que dice “no hay conspiraciones, pero no hay coincidencias”, lo que le sitúa en una zona gris respecto a las teorías de la conspiración. El podcast War Room es la principal plataforma de Bannon. El año pasado, un estudio del 'think-tank' Brookings Institution de Washington concluyó que casi el 20% de sus episodios contiene una afirmación falsa, engañosa o infundada, lo que lo convierte en el mayor difusor de desinformación entre los podcasts políticos.

Valerie Wirtschafter, que dirigió la investigación para Brookings, dice que War Room fue una de las plataformas más destacadas para el negacionismo electoral, incluso después de que cadenas como Fox News abandonaran esa postura. “Se trata del modo en que aborda las cuestiones de naturaleza más conspirativa... Bannon es bastante eficaz a la hora de tratar las preguntas de manera tal que a la audiencia no le resulta evidente que él, en realidad, está afirmándolas. Existe la idea de que Bannon escucha ambos lados de la conversación”, subraya.

Mientras Estados Unidos se prepara para otra elección divisiva y volátil, los críticos de Trump advierten que Bannon todavía proyecta una larga sombra sobre el expresidente. Rick Wilson, cofundador del Proyecto Lincoln, dice: “Steve Bannon es quizá la principal fuerza espiritual e intelectual de este movimiento nacionalista que ha tomado el control del partido republicano”.

“Es una figura muy poderosa en el actual Partido Republicano e ineludiblemente desempeñará un papel central en cualquiera que sea el gobierno de Trump si éste gana. Él es el arquitecto. Como leninista declarado, es un tipo que está tratando de diseñar la revolución a su imagen”, añade.

Ante la pregunta de qué implicaría el retorno de Bannon a la Casa Blanca, Wilson responde: “Campos de concentración. Este tipo no para de hablar de enemigos del pueblo, de que nuestros oponentes se merecen lo que tienen, esta retórica hiperbólica. Cree en el poder y en el caos y hará todo lo que pueda. Todo lo que pueda hacer en esas circunstancias, lo hará”.

Bannon lleva años cortejando a los movimientos nacionalistas de extrema derecha de todo el mundo y los resultados se vieron en la CPAC. Nigel Farage, exlíder del partido pro-Brexit de Reino Unido, observó que hace una década él era el único orador nacido en el extranjero en la conferencia, pero ahora se ha convertido en un punto de encuentro para populistas de países como Argentina, Brasil, El Salvador, Hungría y España.

Kurt Bardella, estratega demócrata, dice: “A su favor, y en detrimento de Estados Unidos, fue una de las primeras personas en mirar fuera del sistema político estadounidense y encontrar en otros países figuras públicas afines de alto perfil, como Nigel Farage, para que desempeñaran un papel importante como portavoces”.

Truss, que fue destituida como primera ministra tras sólo 50 días en el cargo, encontró una causa común con Bannon al culpar a un “Estado profundo” supuestamente dominado por la izquierda. Bardella, exportavoz de Breitbart News y asesor republicano en el Congreso, añade: “A gente como Farage y Liz Truss, Bannon le proporciona una segunda oportunidad. Han tocado techo en su carrera como funcionarios públicos, no les queda ningún logro verdadero por alcanzar”.

“Llega Bannon, que cuenta con línea directa con una de las dos fuerzas más poderosas de la política estadounidense, y dice: te elevaremos, tendrás estatus, tendrás percepción de influencia, volverás a ser una persona influyente. Estas personas están desesperadas por ser relevantes. Bannon les ofrece esa combinación de relevancia, legitimidad y acceso al poder”, concluye.

Traducción de Julián Cnochaert.