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The Guardian en español

La victoria de Trudeau es una condena a muerte para la incipiente extrema derecha en Canadá

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

Martin Patriquin

Montreal —

Los simpatizantes del Partido Liberal llegaban poco a poco a la sede del partido en el centro de Montreal. Era la noche del lunes y parecían preocupados por la posibilidad de que a Justin Trudeau le hubiera llegado su momento de la verdad. Pero los nervios se convirtieron en vítores en cuanto los resultados electorales de ayer aseguraron un gobierno en minoría, salvando el legado de Trudeau y, de paso, moviendo probablemente el tablero político de Canadá un poco más hacia la izquierda.

“De costa a costa, los canadienses han rechazado la división”, afirmó Trudeau en su discurso de victoria. “Seguiremos luchando contra el cambio climático, haremos desaparecer las armas de nuestras calles y seguiremos invirtiendo en los canadienses”, añadió.

Más allá de las bellas palabras, la campaña electoral número 43 de Canadá ha puesto fin a un año especialmente duro para Trudeau, que en 2014 llegó al Gobierno de Canadá como un líder de discurso abiertamente progresista.

Como primer ministro, Trudeau intentó complacer a los votantes canadienses de centroizquierda tanto como a los de centroderecha. Al imponer un impuesto al carbono y comprar un oleoducto al mismo tiempo lo que consiguió fue irritar a los habitantes de los barrios periféricos y a los ecologistas a la vez. Su imagen quedó aún más dañada cuando se hizo público que el Gobierno había presionado para que los jueces se mostraran indulgentes con SNC-Lavalin, una empresa de ingeniería protagonista de múltiples escándalos y con sede en Quebec, una provincia crucial en la política canadiense.

La reputación de Trudeau también sufrió con las fotos en que aparecía con la cara pintada de negro. Y volvió a salir perjudicada cuando reconoció no saber cuántas veces había aparecido en público con la cara pintada. Aunque pidió disculpas en varias ocasiones, el incidente encajaba a la perfección con la caricatura que pinta a Trudeau como un hipócrita, un elitista sin conexión con la gente.

Pero con su victoria, los liberales han terminado poniendo en cuestión al líder del Partido Conservador de Canadá, Andrew Scheer. Tradicionalista en temas morales, a Scheer le resultaba claramente incómodo hablar sobre temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y el cambio climático. El plan de Scheer de eliminar el impuesto al carbono creado por Trudeau le ganó el favor de las regiones productoras de petróleo, pero lo enfrentó a la mayor parte de la opinión pública del país. La consecuencia fue que el partido no logró generar los apoyos necesarios en Quebec y en los confines de los muy poblados barrios periféricos de Ontario.

Las elecciones de ayer también fueron una sentencia de muerte para el Partido Popular de Canadá (PPC), la incipiente formación de extrema derecha liderada por Maxime Bernier. El exdiputado conservador copió el tono y los temas del nativismo de Trump, hablando mal del multiculturalismo y prometiendo reducir la inmigración. Fundado hace poco más de un año, el PPC presentó una lista de candidatos casi completa y no ha logrado ganar ni un escaño.

Para apuntalar su gobierno en minoría, Trudeau tendrá que mirar hacia la izquierda. Con poco más de una veintena de escaños, lo más probable es que el Nuevo Partido Democrático (NPD) de Jagmeet Singh sea el que mantenga el equilibrio de poder parlamentario. Sij en ejercicio, Singh es la primera persona racializada en la historia de Canadá en dirigir un partido político nacional.

El programa del NPD está lleno de iniciativas progresistas, como un plan nacional para cubrir el coste de los medicamentos y un impuesto a los ultraricos para ayudar a financiarlo. El partido también se opone firmemente al desarrollo de nuevos oleoductos, lo que lo pone en rumbo de colisión con el plan del Partido Liberal de expandir el oleoducto Trans Mountain. Pero es la primera vez que el NPD forma parte de un gobierno y los canadienses están cansados de elecciones. Teniendo en cuenta que el NPD no anda muy bien de tesorería, lo más probable es que no se ponga demasiado exigente con el poder recién adquirido. En el corto y mediano plazo, se espera que la conveniencia triunfe sobre la ideología.

El Partido Liberal perdió en las elecciones del domingo un número importante de votos y de escaños. También es cierto que aquella imagen de Trudeau como el 'preclaro y encantador príncipe' de Canadá ha quedado dañada, tal vez para siempre, debido a su antigua afición a pintarse la cara de negro. Pero a pesar de todo, Justin Trudeau ha ganado las elecciones. Ahora el foco está puesto sobre sus rivales de derecha al otro lado del tablero.

Traducido por Francisco de Zárate

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